“Historias secretas del racismo en México”, de Beatriz Urías Horcasitas, una investigación reveladora para entender la compleja diversidad del México actual

histórico hace una aportación a la historiografía nacional a la vez que desvela un asunto que, por múltiples y desconocidas razones, muy poco se ha estudiado en nuestro país.

Por supuesto, cabe señalar que el título juega con esas palabras que poseen el poder de atraer a los lectores curiosos o interesados en la historia: secretas y racismo. En realidad, esas historias secretas lo fueron en su momento y sin esa aureola de hermetismo que suele asociarse a lo secreto; en cuanto al racismo, se ocupa de él en el sentido de los intentos que se hicieron en el lapso acotado por mejorar “la raza” en México.

Como lo indica la autora, “El racismo posrevolucionario es abordado como una ‘historia secreta’ por el escaso conocimiento que de él tenemos en la actualidad, debido a que quedó convertido en quimera. El proyecto de mutar la esencia de la sociedad mediante un amplio programa de ‘ingeniería social’, cuyos efectos se hicieron sentir entre 1920 y 1950, tuvo dos vertientes. La primera de ellas articuló una revolución cultural que buscó generar modificaciones en la mentalidad, las ‘psicologías’ o las ‘conciencias’ de los ciudadanos. […] Una segunda vertiente, vinculada a la anterior pero siguiendo una racionalidad propia, impulsó una verdadera ‘revolución antropológica’ basada en el mestizaje y la erradicación de lo que se consideraba una herencia degenerada que corroía el tejido social”.

La doctora Beatriz Urías Horcasitas nació en la ciudad de México el 28 de enero de 1951. Anteriormente, había publicado dos libros: “Historia de una negación: la idea de igualdad en el pensamiento político mexicano del siglo XIX” e “Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en México, 1871-1921”. Obtuvo el doctorado en Ciencias Sociales en L’Ecole des Hautes Études de París. Es investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesora del programa de maestría y doctorado en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Máxima Casa de Estudios.

En “Historias secretas del racismo en México”, Urías Horcasitas aborda esta espinosa y vigente cuestión, presente hasta nuestros días de Bicentenario, con base en el estudio de conceptos tales como indigenismo, eugenesia, higiene mental, mestizaje, aborto, masonería… y de algunos trabajos de personalidades como Franz Boas, Manuel Gamio, José Vasconcelos, Cesare Lombroso, incluso Jorge Luis Borges y una larga nómina, a fin de mostrar los intentos por evitar “la inferioridad” o el deterioro de la población mediante la mezcla racial y la educación como elementos de una política cultural determinada. Un estudio exhaustivo, completo y minucioso que deja abiertas las puertas para ulteriores investigaciones. En seguida, una charla con la autora.

Beatriz, ¿cómo se percibe su libro entre los lectores?

Con interés, pienso que es un tema que no estaba discutido y que ha interesado, y eso me ha dado mucho gusto.

Yo tengo la percepción, tal vez errónea, de que quizá la historia o, mejor dicho, los libros históricos han sido un tanto desplazados por la novela histórica, y eso me…

¿Desplazados?

Desplazados, es decir, de por sí son especializados los de historia, pero yo recuerdo esto, por ejemplo, con Fernando del Paso, quien publicó “Noticias del Imperio”, y pareciera que a partir de él se redescubrió una parte del siglo XIX mexicano, ¿no?

Bueno, yo pienso que usted tiene toda la razón, por una parte, porque la novela histórica quizá sea más accesible o amena. Pero también pienso que hasta, digamos los años ochenta, había esta historia oficial, la famosa “historia de bronce”, que era como muy pesada y oficialista, entonces quizá también eso alejó a mucha gente de la lectura de una historia no novelada. Y estas nuevas novelas históricas también coinciden con esta apertura de la historia hacia corrientes críticas no oficialistas.

Usted conoce la obra de Eduardo Galeano…

Sí.

Creo que la virtud máxima de Galeano es que tiene una prosa formidable, o sea que escribe muy bien.

Sí, es un escritor.

Entonces el dilema podría ser cómo hacer más interesantes los estudios y los libros de historia…

Sin perder el rigor de la investigación.

Sin perder el rigor de la investigación y la cuestión de la escritura, que se puede hacer de muchos modos, ¿no?

Que se puede hacer de muchos modos, pero yo encuentro que ahora hay muchos libros de historia que son mucho más amenos y abordan nuevos temas. Yo sí siento que se ha avanzado mucho en ese sentido.

¿Y en el caso de usted?, éste es su tercer libro.

Sí, tengo uno con la UNAM y otro con la Ibero.

En este sentido, ¿usted ha sentido una evolución de su escritura, de su primer libro a éste?

Pienso que tienen una continuidad porque es un poco este mismo tema de lo racial inscrito en una problemática política, muy relacionada con la igualdad y la desigualdad de esta sociedad. Pero siento haber hecho efectivamente un avance en mi propia manera de ver las cosas y aparte he transitado también en el tiempo, es decir, los dos libros anteriores estaban situados en el siglo XIX y este tercero brinca al siglo XX. Entonces temporalmente también ha sido un avance.

¿Qué distinciones tendríamos que hacer: discriminación racial, racismo; discriminación social o económica? Siento que están emparejaditas…

Están emparejadas, el clasismo, el racismo…

Entonces, ¿qué piensa de todo esto?

Bueno, lo que pasa es que la investigación que hice para este libro es una investigación histórica para la primera mitad del siglo XX, entonces la pregunta que usted me está haciendo es más bien para la segunda mitad, es decir para ahorita y digamos yo he…

¿Ése es tema de su próximo libro?

No. Yo lo que veo es que, en este planteamiento que examiné, hay más bien un proyecto del Estado posrevolucionario basado en un nuevo orden político, en una transformación racial, en este ímpetu al mestizaje. Y estas actitudes que usted me está señalando están relacionadas más bien con posiciones discriminatorias dentro de la sociedad, pero que ya no se inscriben, digamos, dentro de este estudio, ¿me entiende?

Sí, quiero imaginar, en este sentido, que usted toma o retoma un poquito la raza cósmica de José Vasconcelos.

Exactamente, en todos…

El proyecto cultural de Vasconcelos.

Exactamente.

Sobre todo, también quiero pensar en la obra de Diego Rivera, por ejemplo.

Bueno, no me meto en iconografía, más bien recupero las ideas de Manuel Gamio en el sentido del indigenismo y de esta integración de un problema de una nueva raza. Las propuestas de los médicos, de los psiquiatras, de los juristas, pero que sí coinciden con todo lo que es la propuesta de Vasconcelos en la raza cósmica.

¿Por qué decidió usted, después de dos publicaciones universitarias, publicar en Tusquets, o fue por participar en una convocatoria?

No, no fue una convocatoria.

Cuénteme cómo llegó.

¿Cómo llegué?

¿Cómo fue que ahora, después de dos publicaciones universitarias, publicó en Tusquets? Digo, a mí me parece bien, pero me gustaría que me contara este proceso.

Fue una decisión personal, o sea, hice mi manuscrito, lo traje de manera individual, lo deposité, lo dictaminaron y lo aprobaron. Entonces me sugirieron una serie de adaptaciones, de correcciones, en ese sentido, que usted me decía al principio, de hacerlo más accesible y, sobre todo, pulirlo; hice todas las modificaciones y fue aceptado, o sea, fue un proceso rápido.

En el periodo que usted estudia, ¿qué conclusiones, grosso modo, podría comentarnos? Es decir, el lector qué va a encontrar en su libro, no sólo sus colegas y los estudiantes de historia.

Bueno, pienso que lo que yo descubrí en éstos, a través de estas investigaciones, fue justamente que existió esta idea de que lo racial podía modificar los términos del orden social por parte de esta elite política, cultural y científica posrevolucionaria, y que este proyecto finalmente se vio reflejado en ámbitos muy diferentes que estaban actualizando o retomando ideas que venían arrastrándose desde la última parte del siglo XIX, que se habían hablado dentro del proyecto modernizador del porfiriato, que brilla en la herencia un factor de transformación social y que, justamente, la revolución retoma en este nuevo periodo, en donde es necesaria una nueva propuesta política y social. Entonces, en ese momento, hay un encuentro también con las nuevas teorías que están circulando en Europa, en el contexto, por ejemplo, del fascismo mussoliniano, de transformar racialmente a una sociedad de masas, a una nueva sociedad en formación. Aunado lo anterior al corporativismo, a la formación de este hombre nuevo del que yo hablo ahí y todo esto pensándolo como un proyecto utópico y muy ideologizado que los Estados retoman para legitimarse.

Desde hace años, la multidisciplinariedad y ahora también la transdisciplinariedad son comunes en las investigaciones académicas, usted, a partir de la historia, también abarca cuestiones, si no éticas o morales, sí ya dentro de otro plano.

Bueno, más bien lo que hice, efectivamente, como que transité por la parte de la antropología, a la medicina, a la psiquiatría, al derecho. Traté justamente de establecer un tejido entre estas disciplinas y propuestas, o sea, no me quedé nada más en la historia de la antropología o nada más en la historia de la medicina, sino que uní la demografía a la antropología, a la medicina. Esto quizás es algo que hace específico este libro.

¿Cuántos años de investigación hay en él?

Propiamente, creo que serían… ¿cinco o seis años? Cinco.

Una maestría y un doctorado respecto del tiempo invertido.

Pues sí, es un tiempo largo, pero que me da gusto ver concretado en el libro.

Hablando de eso que le da gusto, es muy bonita la portada.

Sí, le voy a contar su historia. La portada es una fotografía que forma parte de un archivo del instituto donde yo trabajo, es un archivo que se llama “México indígena”, que formó parte de una investigación de este periodo, hecha con esta óptica, digamos de transformación racial, a fines de los años treinta y principios de los cuarenta, y es un archivo que tiene seis mil fotografías de grupos e individuos indígenas, tiene unas fotografías preciosas, y la de la portada de hecho está ampliada en la escalera del lado del instituto donde trabajo, ahí está la fotografía en la escalera, forma parte del archivo del instituto. Pienso que quedó muy bonita la portada, ¿por qué? Por un lado, la imagen es muy impactante, la mirada del tarahumara. Y, por otro lado, coincide con el tema de la investigación, con la temporalidad, en fin, quedó muy bien.

¿Por qué decidió circunscribirlo a treinta años, considera que ahí inicia el periodo…?

De institucionalización.

Exactamente, me queda claro 1920, pero ¿1950?

El 50 es porque, a partir de 1945, es decir el fin de la Segunda Guerra Mundial, todas estas ideas de eugenesia, higiene mental, mestizaje para mejorar el orden social, etcétera, caen en desuso por el desprestigio del nacional socialismo y del autoritarismo europeo de antes de esta guerra, de los fascismos italianos y demás. Entonces, en México encontramos como remanentes de estas ideas, entre 1945 y 1950, digo no hay un parteaguas así, a partir del 45 no se vuelve a hablar de esto, pero entonces yo el 50 lo marcó un poco porque inicia la segunda mitad del siglo XX, inicia este nuevo periodo, donde estas ideas ya no están en el aire. Y justamente me da la impresión de que es el momento en que estas ideas como que se esconden o se meten en un cajón por el desprestigio del que son objeto a nivel internacional.

Me dijo usted al inicio que había muy poco sobre el tema.

Hay algunas investigaciones.

¿Qué había anteriormente, qué le sirvió?

Mire, no es tanto, hay algunos trabajos que se están realizando, por ejemplo, hay una alumna del doctorado en Historia que está haciendo justamente una tesis sobre el Grupo Hiperión. Pero había algunos trabajos de historia de la ciencia cuando yo empecé a hacer esto, aislados, que mencionaban la existencia de estas corrientes de pensamiento. Ahora hay bastantes investigaciones que han estado generándose a partir de 2000 para acá en este terreno. Entonces lo que yo hago en la introducción del libro es un poco este mapa de las investigaciones que existen, con las bibliografías, con todo lo necesario para que un especialista, más allá de la lectura del texto, en las notas, pueda encontrar todas las referencias de lo que se está haciendo, dónde está publicado, por quién y dónde están los límites ahora para ir avanzando o modificándose. Pero un especialista puede encontrar ahí la información de los trabajos especializados que hay ahorita en este terreno.

¿Cuál fue el piquete de curiosidad que la hizo decidirse por este tema?

Fue un poco por azar, pues en 1999 fui a pasar una parte del sabático a Nueva York, y en la biblioteca pública de esta ciudad empecé a revisar las revistas que había sobre México, de repente veo “Eugénica, revista de la Sociedad Mexicana de Eugenesia” y me quedé muy sorprendida porque nunca había oído hablar de eso. Entonces pedí que me trajeran la revista y me dijeron: “Sí, se la traemos, pero las revistas que nunca se consultan están en un depósito lejano, hay que traérsela, se la damos en dos días”; bueno, sí, me la trajeron y me quedé muy sorprendida porque no conocía esa revista, nunca había oído hablar de ella en México. Cuando regresé, me fui a la hemeroteca y la busqué.

¿En la Hemeroteca Nacional?

Sí, ahí en Ciudad Universitaria. La consulté, está incompleta. Ése fue mi primer contacto, fue un poco azaroso, o sea, fue una casualidad y, a partir de haber empezado a ver esta revista, me picó la curiosidad y seguí avanzando.

Digamos que la casualidad, el azar, la suerte, el destino, la pusieron en la ruta de su investigación.

En parte fue eso, en parte fue otra cosa muy importante: empecé a ver dónde se habían generado estas teorías, por ejemplo, en Francia. Leí muchísimas cosas de la eugenesia francesa y ahí me di cuenta de la importancia, entonces seguí trabajando las revistas y la hemerografía mexicana que pude ir encontrando.

Beatriz, ¿estamos definiendo eugenesia como el mejoramiento de la raza?

Mejoramiento de la población, dentro de lo cual está contemplado lo racial, pero no nada más es lo racial.

¿Qué más incluye?

Enfermedades, evitarlas, pero en ese momento justamente influía el concepto de herencia que manejaban, pues veían como enfermedades desde el alcoholismo, los desórdenes mentales, las toxicomanías…, y pensaban que todos estos fenómenos tenían un origen hereditario, incluso la criminalidad.

Lombroso también manejaba esas teorías.

Exactamente. Son todas estas teorías que ven en la herencia como la clave para entender la reproducción en conductas antisociales. Ahora sabemos que la herencia no juega un papel en ese tipo de fenómenos y que la vida social va por otro lado.

Recuerdo que en los años setenta, no sé si el término sea el correcto, pero en nuestro país se decía que, por ejemplo, en Guerrero, Oaxaca y Puebla, la gente tendía al asesinato por cuestión de la hipoglucemia, creo que éste era el término usado.

Todavía aquí yo menciono algunas investigaciones que se hicieron en mi instituto, hipotiroidismo… O sea, todavía hay un determinismo biológico que sobrevive en la segunda mitad del siglo XX. Pero, en fin, ya son teorías que van cayendo más en desuso; entonces es algo más amplio que lo racial, pero que está contenido en lo racial.

Me gustaría que, más allá de su investigación, me diera su opinión, sobre la proyección de todo esto que usted ha estudiado, pero ya en la vida cotidiana, práctica, del lector común y corriente.

Es que eso es muy difícil de opinar o de medir porque una cosa es lo que yo investigué y otra cosa es cómo algunas de estas ideas quedaron inscritas dentro de una mentalidad. Está fuera de mi alcance, claro.

¿En verdad?

En verdad.

Cuénteme de la investigación que se hace en la UNAM, específicamente en su instituto, qué proyectos hay…

Creo que hay investigaciones muy importantes que sí se están dando a conocer, que están diversificándose. Por ejemplo, se están haciendo coediciones con el Fondo de Cultura Económica (FCE), con otra editorial que publica mucho, Plaza y Valdés, hay convenios con Océano… Las investigaciones de Luis Astorga sobre narcotráfico, libros sobre migración, en fin, sobre todos los problemas contemporáneos.

Finalmente, quizá debió ser una de las primeras preguntas, pero, desde su punto de vista, ¿cuál es la aportación de su libro, de su investigación?

Bueno, mi granito de arena yo creo que sería recuperar esta parte un poco desconocida u olvidada de la historia de la primera mitad del siglo XX, que nos permite ver o considerar, quizá, de una manera más amplia los fenómenos que vivimos ahora.

¿Y sí eran historias secretas u olvidadas o relegadas por ahí, como cuando encontró la revista de eugenesia?

Yo creo que eran historias olvidadas, y fueron recuperadas, entonces pienso que ése es el granito de arena, la recuperación y la unión entre ellas.

El título de su libro llama la atención, es un buen título, ¿no?

Sí, es un buen título.

Con rigor deslumbrante y un trabajo de investigación exhaustivo en archivos históricos y hemerotecas, así como apoyada en una bibliografía abundante y diversa, Beatriz Urías Horcasitas hace una aportación interesante y necesaria para conocer mejor el perfil del hombre (y de la mujer, para estar a tono con estos tiempos recalcitrantes) que hoy vive en México.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: La doctora Beatriz Urías Horcasitas durante la entrevista con Azteca 21.
Azteca 21/Gregorio Martínez M.

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