Yaquis y Mayos del Centro-Sur del Estado de Sonora son los únicos grupos de indígenas de México que celebran toda la Cuaresma

celebraciones más vigentes entre las etnias del país.

Tan sólo en la comunidad de El Júpare, en Huatabampo —con dos mil habitantes—, cerca de 500 hombres que representan a fariseos o enemigos de Cristo, participan en estos ritos católicos, comentó el doctor José Luis Moctezuma Zamarrón, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien desde hace 24 años se ha dedicado al estudio de las costumbres de yaquis y mayos.

Como parte de la labor etnográfica del especialista, el Centro INAH Sonora presenta la muestra: Ritos de muerte entre yaquis y mayos. Entre flores, cruces y tumbas, compuesta por una serie de 40 fotografías captadas por él, y a la que se suma una pequeña colección de máscaras miniaturas de “fariseos”, también de su propiedad y conformada a lo largo de los últimos años.

El Museo de Sonora, en Hermosillo, continuará presentando esta exposición hasta el próximo 11 de abril, para revelar a propios y extraños algunos de los aspectos que acompañan esta conmemoración que poco ha variado desde sus inicios en el siglo XVII, y en la que elementos de la cosmovisión prehispánica subyacen en la festividad cristiana inculcada por los misioneros jesuitas.

“En El Júpare, particularmente, participa una gran cantidad de personas, donde además de encarnar a los fariseos hay otros personajes como las verónicas, magdalenas, tres josés, tres marías, los miembros de la iglesia y los padrinos de los promeseros (aquellos que realizaron alguna promesa)”.

“Estamos hablando de una celebración que goza de muy buena convocatoria y que inclusive puede incorporar a los mestizos que, a solicitud de los mayos en este caso, pueden fungir como padrinos. De ahí que estas redes sociales enormes permiten dar continuidad a una celebración que data de la Colonia y que ha conservado varios de sus elementos”, expresó el antropólogo del INAH.

El también lingüista detalló que no obstante los cambios en estos ritos, la matriz de los mismos es semejante a la que tuvieron en la época virreinal y se ha reproducido al paso del tiempo “pese a las presiones por parte de los grupos mestizos y de que la Iglesia católica ya no considera tales prácticas como correctas, aun cuando en su momento las consideraron así”.

Moctezuma Zamarrón precisó que para yaquis y mayos, la Muerte y Resurrección de Cristo se han incorporado a su visión del mundo prehispánico. La celebración de la Cuaresma expresa sus concepciones sobre la fertilidad, la vida y la muerte, el bien y el mal, en una fiesta teatral comunitaria.

Durante varios días, hacen una singular representación de los sucesos de la Pasión de Jesús, desde su búsqueda y su captura hasta su entrada en la gloria. Hombres y mujeres, cumpliendo una manda, encarnan y multiplican los papeles convencionales (fariseos, pilatos, verónicas), junto con otros de su propia tradición como las danzas de pascolas y venados.

Danzas, música, drama y ritualidad forman parte de una profunda alegoría de la renovación y la bienaventuranza de la comunidad, para la que el huya ania, “el mundo del monte”, es el paraíso que espera a cada indio mayo después de la muerte.

Entre los elementos que ejemplifican este sincretismo —abundó Moctezuma Zamarrón—, está la sewa o “la flor” que simboliza el mundo del monte y su carácter florido, sobre todo cuando representa la gloria del nativismo católico mayo, parecido al cielo católico; espacio sagrado por excelencia. A su vez, la cruz se refuncionalizó al entrar dentro de la lógica de estas etnias.

A partir de los símbolos de la cruz y la flor, los distintos grupos ceremoniales y las dimensiones nativas, relacionan el sacrificio de Cristo y su resurrección con el ciclo de la vida y la muerte, es decir, la temporada de secas y lluvias que delimita la Cuaresma, a través de una práctica apegada a la liturgia católica.

“Dentro de las culturas mayo y yaqui, Cristo, representado por ‘El Viejito’, fue un curandero que vivió en la región e hizo el bien entre la población. Por lo tanto es un personaje propio, muy alejado de lo señalado por los cánones del catolicismo.”

En opinión del experto del INAH, es importante valorar estas expresiones considerando que estos grupos, los mayos en particular, “están en procesos muy acelerados de cambios culturales, entre ellos la pérdida de su lengua.”

“Reconocer estas tradiciones a nivel nacional, incluso en el extranjero, ayudaría a que la sociedad en general visualice estas tradiciones como un patrimonio de la humanidad, siendo uno de los aspectos más relevantes para los grupos indígenas del norte de México”.

Además de la muestra Ritos de muerte entre yaquis y mayos, en el Museo de Sonora; otras dos exposiciones fotográficas, de la autoría de José Luis Moctezuma, están abiertas al público, una de ellas (también sobre la Cuaresma) en El Júpare, Huatabampo, y Ecos del monte. La pascola y el venado de yaquis y mayos, que puede visitarse en el Museo de Culturas Populares e Indígenas de Sonora, en Hermosillo, hasta el 31 de marzo.

Fuente: (INAH)

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