
“Gloria Contreras. Las raíces rusas en el ballet mexicano”, libro que retrata 50 años de desarrollo coreográfico en México
danza europea de principios del siglo XX.
La decana y fundadora del Ballet Coreográfico de la Universidad Nacional Autónoma de México es la figura central del libro del investigador Boris Illarionov Gloria Contreras. Las raíces rusas en el ballet mexicano, publicado por el Conaculta, a través de la Dirección de Publicaciones.
En entrevista concedida a Conaculta en el salón de ensayos de la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, Gloria Contreras, acompañada del autor del volumen, afirmó que desde su formación dancística en Nueva York, pasando por el montaje de las principales obras que conforman su repertorio en México, integrado por más de 400 piezas, las técnicas rusas han estado presentes de manera profunda en su labor.
Durante décadas, la coreógrafa ha sido considerada por los expertos como el principal eslabón entre México y los grandes maestros rusos como George Balanchine e Igor Stravinsky. La investigación realizada por Boris Illarionov contó con el respaldo de la Academia Vadánova del Ballet Ruso, así como de la Cátedra de Arte Extranjero de la Academia de Arte Teatral de San Petersburgo.
“Muchos saben que una de mis primeras maestras de danza fue Nelsy Dambré, bailarina de la ópera de París, pero creo que una parte crucial para mi carrera fue con esos maravillosos maestros traídos de Rusia que formaron en Nueva York a varias generaciones de ejecutantes y coreógrafos que después diseminaron sus conocimientos por toda América. A mí me tocó hacerlo en México y me siento muy orgullosa de esa aportación.
Contreras dijo que la danza como arte vivo y efímero, entre comillas, debe documentarse con seriedad, tarea para la que además de los textos, las fotografías y el video, es necesaria la transmisión a nuevas generaciones de coreógrafos y bailarines a fin de que las obras se mantengan como un espíritu en los cuerpos nuevos.
“En el Taller Coreográfico de la UNAM hemos desarrollado muchas de esas técnicas rusas y las aplicamos a nuestro repertorio. En muchos de nuestros trazos coreográficos está un poco vivo Balanchini, en el movimiento de algún bailarín joven se pueden reconocer esas mismas indicaciones que me daba a mí misma hace décadas, eso es la magia de la danza, el hacer de los cuerpos un lienzo donde las obras se dibujan sin importar el paso de las décadas”.
Recordó que durante su entrenamiento en el New York City Ballet, George Balanchine le confió los secretos para entender una coreografía, mismos que comenzaban con el proceso de percepción de la música.
“Así como el color y las texturas son parte esencial de las artes plásticas, en la danza el analizar la música, sus matices, sus variaciones e incluso el contexto histórico en que fue compuesta, ayudan a un coreógrafo a integrarla a su trabajo de manera más precisa, pero ante todo, plasmando esa parte sensorial que el autor quiso expresar sin importar el paso de las décadas o los siglos”.
Recordó que como inmigrante, Balanchine trajo a Nueva York a formidables maestros rusos de danza con los que más tarde conformó la escuela del American Ballet.
“Era un ambiente de fraternidad, de aprendizaje constante, vivíamos la danza como alimento, nos nutría como si fuese comida. Incluso conformé en Nueva York mi propia compañía dentro de la escuela: Gloria Contreras Dance Company, en la que participaban mis compañeros sin cobrar un solo centavo”.
Gloria Contreras afirmó que gracias a la influencia de esos maestros rusos fue factible la conformación de su proyecto coreográfico en México hace más de 40 años, teniendo como sede el teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura e la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Ha sido nuestra casa, nuestro laboratorio y un lugar que ha estado vinculado a la cultura del país durante muchos años. Creo que en ningún otro sitio se ha experimentado más con las técnicas rusas como en este foro, por ello la publicación de este libro me llena de orgullo y más aún que investigadores e instituciones de Rusia se interesen en una compañía mexicana”.
Al respecto, Boris Illarionov consideró que una de las mayores virtudes de Gloria Contreras ha sido el no sólo incorporar las técnicas de los grandes maestros rusos a más de un centenar de coreografías, sino además el hacer aportaciones originales a estos lineamientos.
“Debo ser franco, en Rusia la danza mexicana no es muy difundida y sin embargo se conoce el trabajo que ha realizado Gloria Contreras con su compañía. Esto nos habla de la gran dedicación que ha mantenido durante décadas y que la coloca en un lugar prominente de esta expresión a nivel internacional”.
Illarionov refirió que el libro contiene capítulos como Cultura coreográfica de México, Los ballets nacionales de Gloria Contreras, Primeras obras de Gloria Contreras, Imágenes del Quinto Sol, Imágenes de cultura nacional en los ballets con música de compositores no mexicanos, El sinfonismo mexicano en los ballets de Gloria Contreras, así como una lista de coreografías realizadas por la artista en el periodo de 1958 a 2008.
El maestro e investigador recordó que conoció el trabajo de Gloria Contreras hace 10 años durante la primera visita que hizo a México y tal fue su impresión ante su depurada que escribió más de 12 artículos que se publicaron en diversos medios internacionales.
El autor estimó que en estos reportajes puede percibirse también un interés por describirle al público europeo el desarrollo de la danza mexicana así como la cultura de nuestro país, misma que se encuentra impresa en el repertorio que ha desarrollado el Ballet Coreográfico de la UNAM.
“Gloria Contreras constituye un fenómeno único dentro del movimiento dancístico, no sólo mexicano, sino de Latinoamérica y ha sido admirable la manera con la que ha desarrollado una técnica de primer nivel en un medio donde la danza clásica no está tan desarrollada como en los países de Europa”.
Y añadió: “Desde la primera vez que estuve presente en sus ensayos me di cuenta de la pasión con que desarrollaba su trabajo, del ambiente de familia que intenta instaurar con sus bailarines, así como de la profunda visión con la que conforma cada coreografía poniendo énfasis en el trabajo de mesa, los antecedentes históricos y el conocimiento de cada pieza musical”.
Boris Illarionov nació en Vyborg, Rusia, en 1968. Estudió historia y crítica de ballet en la Universidad Estatal de San Petersburgo bajo la dirección de Vera Krasovskaya. Desde 1992 trabaja en la Academia Vegánova del Ballet Ruso, donde se desempeña como vicedirector y maestro de la historia del ballet. Es autor de varios artículos para la Gran Enciclopedia Rusa así como del libro Tres siglos del Ballet de San Petersburgo.
Finalmente, Gloria Contreras afirmó que uno de los recuerdos más vívidos que tiene de otro maestro ruso como Igor Stravinsky es cuando le confesó que el bailarín debe aprender a cantar a través del cuerpo.
“Por eso la técnica rusa es en mi opinión una de las mejores para la danza, para forjar un instinto y una sensibilidad con respecto al movimiento y a los acompañamientos sonoros que conforman este arte. Un bailarín debe sacar la voz de su cuerpo, aprender a entonar notas musicales con cada músculo, así lo decía Stravinsky y así lo hemos enseñado en este espacio a lo largo de cuatro décadas”, concluyó Gloria Contreras.
HBL
Fuente: (CONACULTA)