“Un espacio para la muerte”, libro sobre la arqueología funeraria descubierta en Iztac Chichimecapan, Querétaro

 “Un espacio para la muerte”, libro sobre la arqueología funeraria descubierta en Iztac Chichimecapan, Querétaro

1999, en San Juan del Río, Querétaro, acompañados de este tipo de elementos.

El estudio de dichos entierros acompañados de objetos cerámicos y de piedra, descubiertos en  Iztac Chichimecapan, en el Cerro de la Cruz, está contenido en el libro Un espacio para la muerte. Arqueología en San Juan del Río, Querétaro.

El texto, escrito por Fernando González Zozaya, profundiza en los trabajos arqueológicos realizados durante la primera etapa de construcción de una casa habitación; el estudio inició con el análisis de la tierra que se había sacado antes de la llegada de los especialistas, y en la cual se encontraron restos de lítica, como obsidiana de coloración gris traslúcida.

Los resultados arqueológicos se complementan con la explicación de las prácticas funerarias en la época prehispánica, entre ellas la forma de manejar el cuerpo del difunto: enterrarlo, cremarlo, ingerirlo y/o depositarlo, los elementos de la naturaleza que intervienen durante la preparación de los restos—tierra, fuego, aire y agua—, y las modificaciones en la apariencia del cadáver —pintarlo, ataviarlo y embalsamarlo—.

También se abordan aspectos culturales relacionados con la muerte en los tiempos prehispánicos y en el mundo occidental: las causas de la defunción y su significado —natural o por enfermedad y en guerra, sacrificio o suicidio—, las actividades que se realizaban en torno al difunto —danzar, cantar y llorar—.

Además, en el libro editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se incluyen fotografías del rescate arqueológico, en las imágenes se observa los restos de una habitación, el muro, el piso de barro y las fosas mortuorias, que permiten ver cómo estaban distribuidos los entierros y en qué posición fueron acomodados los objetos ofrendados.

En otras de las imágenes se aprecian vasijas policromadas, sahumadores, pipas, navajas y puntas de proyectil, trabajadas en distintos materiales como cerámica, concha, hueso y lítica. En el caso de los objetos cerámicos fragmentados se proporcionan dibujos de la reconstrucción de los mismos.

La obra aborda, entre otros aspectos, la importancia del sitio arqueológico, su ubicación en el Cerro y el Barrio de la Cruz y menciona el contexto arqueológico de la zona, en la cual se han registrado con anterioridad un basamento piramidal, una plaza y diversos entierros.

El texto muestra cómo la investigación arqueológica de las prácticas funerarias y de las ofrendas —la forma de enterrar a los muertos, los propósitos de las ofrendas y los rituales ceremoniales—, son una forma privilegiada de estudiar las culturas prehispánicas.

Dar a conocer los espacios físicos y simbólicos, los objetos utilizados y los propios restos humanos de los enterramientos que dibujan una gama amplia de posibilidades de comprensión de la vida y la cultura, es el objetivo que busca cumplir el arqueólogo Fernando González Zozaya.

Fuente: (INAH)

Redacción Azteca 21

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