Jonatan Barrera Chimali, un ejemplo para la juventud mexicana: a los 21 años estudia un doctorado en la UNAM

laboratorio un segundo hogar, donde pasa más tiempo que en su casa.

“De hecho, a veces mi departamento parece una extensión de mi lugar de trabajo, porque en las noches llego a revisar cálculos de los experimentos que hice en el día, leer algún artículo pendiente o escribir algún texto relacionado con lo que estoy estudiando”, explicó el joven, quien recientemente obtuvo el Premio al Servicio Social Gustavo Baz Prada por su tesis de licenciatura, con la que desentrañó algunos secretos de los padecimientos renales.

Aprender a leer a los tres años, entrar a los cuatro a la primaria, a los 10 a la secundaria, a los 13 al bachillerato, a los 16 a la carrera de Investigación Biomédica Básica en la Universidad Nacional y a los 20 al doctorado en Ciencias Biomédicas, para Jonatan, todo siempre ha sido una carrera contra el tiempo, y hasta el momento va ganando.

“De Jonatan, lo primero que se nota es su pasión por el saber, su compromiso a la hora de buscar los fundamentos de lo que investiga y su afán permanente por responder a las preguntas que se le presentan, sin importar qué tan complicadas sean.

“Su actitud es muy diferente a la del grueso de los alumnos, tanto que saca horas extras no sé de dónde para estar más tiempo en el laboratorio y a veces, cuando le pido un trabajo, me lo entrega muy temprano al día siguiente, por lo que sospecho que a veces no duerme, si no, ¿cómo le hace?”, preguntó Bobadilla Sandoval, quien entró en contacto con el joven gracias a su puesto como académica del Instituto de Investigaciones Biomédicas.

“Estudio y trabajo, pero no sólo eso, también me doy tiempo para ir al gimnasio, cuando se puede, porque otra cosa que me apasiona, además de la ciencia, es hacer ejercicio y dormir los fines de semana”, agregó Jonatan.

Vivir en y para el laboratorio

Jonatan y la doctora Bobadilla colaboran en el laboratorio de Fisiología Molecular de la Unidad Periférica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

“En un principio pensaba estudiar Medicina, pero desde que entré en un laboratorio, como bachiller, supe que me quería dedicar a la investigación. La primera vez que lo hice fue por invitación de una amiga y vi cómo realizaban una prueba de Western Blot, después de eso decidí que estudiaría la licenciatura en Investigación Biomédica Básica”, recordó el joven.

“Él tiene todas las características de un buen investigador: paciencia, hace las cosas con excelencia, busca la verdad, siempre echa mano de las estrategias necesarias para contestar una pregunta, tiene facilidad de palabra y se da a entender tanto en inglés como en español. En el futuro sólo se puede esperar lo mejor de él”, comentó Bobadilla, quien recordó que cuando Jonatan llegó a su laboratorio, lo que más le sorprendió no fue su juventud, sino su voluntad para llevar proyectos de manera independiente.

De hecho, el trabajo con el que se tituló en licenciatura ya daba testimonio de esta vocación para realizar aquellas investigaciones de frontera que lo caracterizan, tanto que con su tesis ganó el Premio al Servicio Social Gustavo Baz Prada por sus hallazgos con una proteína de choque térmico que permite conocer mejor mecanismo que provoca alteraciones en diferentes patologías renales.

En esta ocasión, “el joven con el toque de Midas” no transformó su tesis de licenciatura en oro, pero sí en plata, en la medalla de plata que se otorga año con año con este galardón que brinda la Secretaría de Servicios a la Comunidad a través de la Dirección General de Servicios Educativos.

Ahora como estudiante de doctorado, Jonatan está involucrado en diversos proyectos, muchos diseñados por él mismo, y a decir de Bobadilla Sandoval, “si va a este ritmo, fácilmente podría sacar el título en menos de tres años”, lo que lo convertiría en el doctor más joven del Instituto de Investigaciones Biomédicas.

Por lo pronto, por la cantidad de trabajos publicados y proyectos de aplicación médica en los que trabaja, Jonatan ya es considerado el “niño dorado” de Biomédicas, pero como señala su profesora, ¿qué otra cosa podría esperarse, si tenemos aquí a un rey Midas?.

 

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