Carta a Papá Noel

POR LA ESPIRAL
*Claudia Luna Palencia

-Carta a Papá Noel
-Juguetes, vaya precios
-Esperanza para el futuro

Querido Santa Claus: este 2009 ha sido catastrófico para la economía familiar, ni hablar de la situación de las finanzas personales, aunque el final del año se acerca y muchos intentan recuperar el espíritu de las festividades, lo cierto es que unos a otros nos miramos llenos de incertidumbre.
Qué te puedo decir acerca de este año más que una y otra vez nuestros políticos nos mintieron dijeron que México no se vería contaminado por la crisis mundial, al menos no como en Estados Unidos, España, Gran Bretaña y otros industrializados.
El resultado: somos la economía en el globo terráqueo más golpeada por la crisis,  peor que la de finales de 1994 y todo 1995.
No hay persona profesionista o no que sonría y afirme que este año ha resultado positivo, todos mis amigos, compañeros y familiares han enfrentado enormes vicisitudes.
Cerca de terminar el año nadie tiene dinero, no para regalos, ni para juguetes y muchos apuran un comienzo de año verdaderamente difícil. Hace unos días un comerciante aseguró: “Lo que no compre con las ofertas en estas fechas no lo obtendrá a este precio el próximo año porque ya todos estamos preparados para reetiquetar, el ISR nos obligará a ello a dar más caro los productos y los servicios”.
El meollo de la cuestión es que, sabrás Santa Claus, con la poca liquidez porque los ingresos siguen mermando su poder adquisitivo y muchas empresas no han logrado cubrir sus compromisos de pago oportunamente, hoy en día todos le debemos a alguien, se ha formado una escalerita de adeudos.
La única forma, temporal, de subsistir es mediante el crédito, he visto a familias poner hasta el tope su tarjeta sobre todo con la compra de juguetes cuyos precios son inalcanzables para la mayoría de los mexicanos.
Imagínate que una Nintendo DSI con cámara integrada y no sé cuantas maravillas más para los niños cuesta en promedio 3 mil 550 pesos, algo imposible de alcanzar para un grueso de padres de familia sujetos a un salario mínimo mensual que este 2009 cotiza en 54.80 pesos diarios para la zona geográfica A; en 53.26 pesos para la zona B y 51.95 para la zona C.
Y como no sea gobernador, diputado, senador, asambleísta, miembro de algún gabinete o bien empresario de los de primer nivel tampoco creo que le alcance para cumplirles todos los sueños a sus hijos.
Los precios de los juguetes no hacen más que recordarme la aguda crisis que día con día nos ha golpeado, de forma mucho más pronunciada después del segundo semestre en la  microeconomía.
No quiero ni pensar en las cartas de los niños pidiéndote un D-rex la maravilla robotizada de Mattel cuyo precio supera igualmente los tres mil pesos todo sea por poseer un tiranosaurio muy obediente y fabricado con piel de cocodrilo, que además tiene múltiples funciones.
Aún así, uno como padre intentará ayudarte a cumplirle los sueños a los pequeñines aunque no hay juguete por estos días que no cueste menos de los mil pesos, quizá por ello muchos recurrirán a la fayuca,  los mercados ambulantes, sobre todo  a conseguir imitaciones.
Qué la vamos a hacer querido Santa Claus, si la falta de ingresos y el creciente desempleo nos ha vuelto una sociedad que sacrifica la calidad en busca de lo más barato. El bolsillo es el que manda.
A lo largo de estos días he visto como mucha gente a mi alrededor se ha vuelto una verdadera “caza ofertas”, anda persiguiendo el 20% de descuento que va anunciándose en las tiendas departamentales, así la vemos ir y venir de un lado a otro comparando precios, tarifas, descuentos y promociones de meses sin intereses pasando por Sanborns, Liverpool, Fábricas de Francia, Palacio de Hierro,  Sears, Suburbia, Viana, etc.
Es de locos pero  cerca de mi casa hay un mueblería, a finales de noviembre colocaron un letrero destacando “todo al 25% de descuento”, cada tres días le han subido el porcentaje y ni así venden, ayer lo cambiaron por otro que dice “todo al 65% de descuento”.
Los empresarios con sus empresas están desesperados por vender, nosotros desesperados porque nos paguen y poder pagar nuestros adeudos y comprar algunas cosillas.
La crisis hace este tipo de círculo vicioso, mencionaba más arriba una forma de escalera, sino paga la persona de arriba, tampoco la de hasta abajo recibirá lo suyo.
Es increíble Santa Claus lo que ha hecho esta crisis, señoras de Polanco en la ciudad de México no van a peinarse a los mejores salones del rumbo, lo hacen buscando ofertas de peinado por 100 pesos; han dejado de gastar en muchos productos y servicios que antes demandaban para evitar despedir a la muchacha doméstica.
La gente busca ahorrar, gastar lo menos posible, aprovechar hasta el último centavo del ingreso.
Hasta en los regalos se escatima cada vez es más popular darlos reciclados, algunas cosas hechas a mano o pequeños detalles.
Las reuniones también son más austeras y en cada una se puede palpar el golpe de la crisis, los daños directos y colaterales, las personas y las familias no volveremos a ser igual sobre todo porque persiste ya el temor de que empeore el escenario o la incertidumbre de que si la economía mexicana no estaba tan mal y nos cayó un alud de esta magnitud qué pasaría entonces si verdaderamente tuviera malos indicadores.
En una reciente reunión para darnos abrazos por las festividades fue generalizada la forma como las mujeres han cambiado la administración de su hogar, cada una a su manera se ajustó a su nueva realidad, la mayoría habló de restringir el uso del agua, poner el calentador en el piloto en frío y encenderlo solo cuando se usa la ducha; muchas cancelaron la línea fija del hogar para quedarse con el celular, contrataron Internet por cable para ahorrar dinero y le bajan al switch de la luz durante el día conservando solo encendido el refrigerador.
Algunas afirmaron que aprendieron a ser más racionales en su consumo, cambiar hábitos e incluso comer más en casa, llevar comida preparada a la oficina; usar más el transporte público y el vehículo  cuando fuera verdaderamente necesario.  ¿Se han fijado cuánto nos cuesta mantener el coche? –preguntó una amiga al grupo reunido. La mayoría preferimos no hacer cuentas porque en efecto es muy caro.
Querido Santa Claus, no quiero agobiarte más con mis pesares, haremos todo el esfuerzo para ayudarte a cumplir los sueños de los más pequeños, que no tienen la culpa de vivir en un mundo tan complicado ni mucho menos de esta crisis. Por lo menos nos compensan sus sonrisas.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado  por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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