Pobre política laboral

POR LA ESPIRAL
*Claudia Luna Palencia

-Pobre política laboral
-El trabajo condición a menos
-Pérdida de conquistas

Dentro del capitalismo ha existido una permanente lucha por la reivindicación de los derechos de los trabajadores y parece que nunca se avanza lo suficiente por no decir lo fácil que es retroceder, perder las conquistas sociales en el ámbito laboral.
A veces se tiene la sensación que el pasado no se ha quedado precisamente del todo atrás, del poco aprendizaje obtenido por los cambios en los métodos de producción y su impacto en la mano de obra, la conformación del mercado laboral y en todo el tejido social.
Fue hace mucho desde la invención de la lanzadera volante o la hiladora de John Kay en 1733, que fue bautizada como “jenny”, hasta la máquina de vapor de James Watt en 1769, todo anticipaba un siglo XIX convulso donde el adiós a un método de producción artesanal, por otro mecanizado, a favor de la división del trabajo, la especialización y el desplazamiento de mano de obra por la máquina, dominaron el descontento laboral.
Aquél siglo estaba plagado de una progenie de nutridos y lúcidos pensadores, intelectuales, analistas e ideólogos en contra de la nueva explotación. El recuento histórico nos lleva de la mano a los primeros sindicatos,  movimientos del proletariado, el cartismo, las huelgas; así como el sabotaje de las máquinas, extensión de la Trade Union hasta la internacionalización de la lucha obrera.
Las primeras conquistas laborales se obtienen a pulso de sangre, la más cruenta tiene que ver con la reducción de la jornada laboral de 14, 12 y 10 horas hasta 8 horas reglamentarias y lograr el reconocimiento legal del derecho obrero a la asociación sindical y a la huelga.
En tanto que esto ocurría, la industrialización avanzaba a un ritmo imposible de contener: en la última década del siglo XIX y las primeras del siglo XX sucedió la segunda Revolución Industrial, lo que marcó los cimientos del capitalismo defendido, por hombres como Taylor y Ford, que privilegiaron la producción a gran escala y modernizaron los métodos de administración empresarial a favor de la reducción de costos.
El nuevo modo de producción desde luego que no podía pasar de largo, ignorado por sus consecuencias positivas y negativas y los desequilibrios fueron más evidentes.
Al respecto hay una película magistral de Bernardo Bertolluci titulada “1900” (siempre  la recomiendo a mis alumnos) y que retrata a la perfección todo cuanto desembocó y alteró el nuevo modelo en este caso en Italia y el surgimiento de las camisas negras y el Fascismo.
A COLACIÓN
Ya en el siglo XX comienza otra dura batalla del movimiento obrero, de los sindicatos y de los trabajadores de todo el mundo. Una manera de compensar las presiones sociales surgió por medio del Estado Benefactor que destinó más dinero a presupuestos orientados a sistemas sanitarios; planes de pensiones; seguros por accidentes; protección en el trabajo; esquemas de seguridad social y de planes de vivienda. En algunos países como Suecia o Estados Unidos se fomentó un seguro por desempleo.
El Estado Benefactor también operó, además de en Occidente, en otros países calificados como subdesarrollados o del tercer mundo, que para mi consideración son más bien víctimas de un desarrollo desigual.
México no estuvo exento y durante décadas bajo el modelo del desarrollo estabilizador las familias de obreros, trabajadores y profesionistas pudieron garantizarse un modo de vida estable, con el salario del padre o la cabeza de familia bastaba, las familias eran más extensas incluso era inusual encontrar parejas con cuatro hijos porque la mayoría tenían más de seis sin importar el estrato social. Sin embargo, se podía vivir, y los hijos tenían acceso a las universidades, a una carrera técnica o profesional.
Muchos de nuestros padres y abuelos pertenecen a esa etapa en la que pudieron pagarse con su profesión desempeñada en alguna parte del sector público, una vivienda de interés social o bien vivir de su oficio particular, sin penurias.
Pero el Estado Benefactor tenía sus detractores, Hayek y Friedman, principalmente que acusaron de la intromisión del gobierno en la vida económica, de los excesivos déficits a causa de las políticas sociales y de una participación innecesaria del Estado en asuntos de la colectividad.
Las pugnas ideológicas entre los defensores del Estado Benefactor y el Estado Neoliberal terminaron finalmente con la victoria del adelgazamiento del Estado y la toma de control de las empresas multinacionales sobre del orden político global, claro  después de un gran movimiento de finales de la década de los ochenta y principios de los noventa para debilitar al sindicalismo.
Así es que arribamos a la primera década del nuevo siglo y milenio  con un marcado retroceso en la política sociales y en las históricas conquistas laborales que han quedado socavadas con el triunfo de las maquiladoras, la negativa del Estado para seguir procurando la seguridad social, los planes de pensiones y de salud.
Con la crisis ha vuelto a resurgir la explotación servil, el  trabajo infantil aunque ninguna Constitución en el mundo lo reconozca, auque sea ilegal, muchos pretenden ignorarlo. Para colmo de males, ni el gobierno, ni la iniciativa privada, garantizan los derechos de los trabajadores, y lo mismo se despide a una mujer embarazada en una empresa pública que en una privada porque el patrón prefiere evadir el pago del derecho a la maternidad.
Hoy en pleno siglo XXI se trabajan jornadas laborales superiores a las ocho horas y hay patrones que se niegan a pagar horas extras. Además los contratos que otorgan las empresas a los jóvenes que recién comienzan en el mercado laboral son de tal injusticia con salarios mínimos,  contratos mensuales y sin cobertura de seguridad social; sin planes de pensiones, ni esquemas de salud y muchas veces excluidos del reparto de utilidades,  aguinaldo y  prima vacacional.
Enfrentamos una grave crisis laboral que podemos analizar con varios detonantes: desde el crecimiento demográfico, la falta de políticas públicas a favor de la creación de empleo, hasta una administración de costos en la iniciativa privada que responde a un mercado sobresaturado de bienes.  De allí que la gente esté trabajando en la calle.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado por  la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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