Mexicanos se reencuentran con sus raíces mediante la exposición: “Benito Juárez y la formación del México moderno”

12 de abril de 2010 en el Museo de Historia de esa metrópoli.

Para Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, de donde salieron en préstamo objetos personales y relacionados con el Benemérito de las Américas para la muestra en Illinois, ésta cobra un significado particular porque se exhibe paralelamente a la titulada Abraham Lincoln transformado.  

A propósito del bicentenario del natalicio del 16º presidente de Estados Unidos, contemporáneo de Juárez (el político mexicano era mayor que Lincoln sólo por tres años), ambas exposiciones exaltan la posición republicana y legitimista que ambos defendieron, respectivamente, durante las guerras de Reforma y de Secesión, a mediados del siglo XIX.   

“Esta exposición brinda una proyección histórica a las personas de origen mexicano que radican en Chicago. Empatar las figuras de Juárez y Lincoln en un mismo espacio permite, desde mi punto de vista, que los visitantes entiendan finalmente que las formas de gobierno de uno y otro país, México y Estados Unidos, tuvieron en un momento dado un destino cruzado”.

De acuerdo con el historiador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), estas muestras interconectadas llevan al público a comprender los elementos comunes entre los mandatarios, “los dos se enfrentaron a visiones conservadoras, heredadas de los siglos XVII y XVIII, con el fin de proyectar a sus naciones hacia una modernidad de ciudadanos libres”.

Abraham Lincoln y Benito Juárez —manifestó Salvador Rueda— son “personajes-puente”, es decir, abrieron brecha entre una manera antigua de concebir la República y su idea moderna.

“En la presidencia, defendieron el concepto de la política como un espacio de debate de principios y en eso siempre se sostuvieron, a pesar las guerras. Eran pragmáticos, por supuesto, pero detrás había un principio que no era negociable, una columna de índole moral”.

Del lado sur del Río Bravo o Grande, estaba la defensa de la República contra el imperio encabezado por Maximiliano de Habsburgo; del lado norte de esa caudalosa corriente, el conflicto entre los estados del Norte y los Confederados del Sur, y la consecuente abolición de la esclavitud.

Benito Juárez y la formación del México moderno, así como Abraham Lincoln transformado, revelan cómo estos personajes cambiaron a la par del curso que tomaban sus naciones, un curso que, curiosamente, ellos mismos dirigieron. “Al final de sus vidas cada uno dejó el país que conocemos hoy, con el perfil que mantienen actualmente”.

Entre las piezas, procedentes del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, se exhiben la máscara mortuoria de Benito Juárez, un retrato del político oaxaqueño realizado por Jorge González Camarena, su sombrero de copa, un traje de levita, una pluma y una medalla que le fue otorgada con motivo del triunfo de la República.

Rueda Smithers hace hincapié en que la selección de piezas de ambas exposiciones —curaduría que estuvo a cargo de Olivia Mahoney y Césareo Moreno, de los museos de Historia de Chicago y Nacional de Arte Mexicano, de Estados Unidos—, es intencionalmente similar. Trajes, retratos personales y de familia, pinturas de las casas que habitaron los ex – presidentes, aterrizan a Juárez y Lincoln en su dimensión humana.

“Juárez es ejemplo de un hombre que se construyó por talento propio, por eso es tan importante para la historia de México, siempre sobresalió aun cuando todo parecía en contra, fuera como seminarista, estudiante de derecho, abogado, gobernador, ministro de la suprema corte, presidente… Esta perseverancia es la clave de Juárez.”

“Por otra parte, una de las cosas que llaman la atención de la exposición sobre Lincoln es ver su degradación física (por medio de retratos de la época) conforme las difíciles decisiones que debió tomar. Lo anguloso de su rostro y el hundimiento de sus ojos devela un hombre atento, pendiente, de la situación política”.  

El director del Museo Nacional de Historia concluyó que a pesar de que la relación entre uno y otro no fue más allá de misivas en que se mostraban respeto y suerte mutuamente, “se mantuvieron al tanto de sus acciones, para Juárez era importante saber si Lincoln ganaba o no la guerra, y viceversa. Desgraciadamente el asesinato de Lincoln, el Viernes Santo de 1865, no dio tiempo a que ambos asegurarán sus relaciones”.

Fuente:  (INAH)

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