Bonos de riesgo catastrófico

con el fin de mitigar el impacto sobre las finanzas públicas tanto por sismos, huracanes y otros fenómenos naturales que pudieran ocurrir en México el próximo año, el Gobierno Federal decidió contratar una protección extraordinaria en momentos en que el presupuesto se encuentra restringido.
El esquema tendrá una vigencia de tres años y  podrá ser utilizado en materia de finanzas públicas únicamente cuando sea necesario realizar una derrama de recursos no contemplados por sucesos tales como: sismos originados en zonas de alto riesgo en la costa del Pacífico y la zona centro del país (cobertura por 140 millones de dólares); huracanes formados en zonas de alto riesgo en el Océano Pacífico (100 millones de dólares); huracanes en zonas de alto riesgo en el Océano Atlántico (50 millones de dólares).
La protección financiera consiste en la  transferencia de los riesgos del Fonden al mercado de capitales mediante la emisión de bonos de riesgo catastrófico.
Los recursos obtenidos con esos bonos serán depositados en un fideicomiso y estarán disponibles para ser transferidos al Fonden en caso de la ocurrencia de un sismo o huracán cubierto por el esquema.
Si no se materializa riesgo alguno durante la vigencia del mismo, el capital será reintegrado a los inversionistas participantes.
Además, mientras no se materialice alguno de los riesgos cubiertos por el esquema, los inversionistas participantes recibirán un rendimiento de mercado sobre sus recursos.
La ocurrencia de un desastre, de acuerdo con el esquema de protección financiera contratado, se determina mediante la comprobación científica de condiciones asociadas a los riegos cubiertos como: ubicación geográfica, profundidad, intensidad y presión central.
A COLACIÓN
El  Libro Blanco del Fonden incluyó 220 declaraciones de emergencia desde enero de 2001 hasta agosto de 2006: en 2001 hubo 14; 2002 un total de 18; 2003 sucedieron 62; 2004 en total 42; en 2005 fueron 59; y hasta agosto del 2006 se reportaron 25.
El año 2005 fue especialmente difícil para la ejecución de los recursos del Fonden por la cantidad de municipios contenidos dentro de la declaración de emergencia, en aquel año hubo 1 mil 153 municipios afectados.
El informe del Libro Blanco del Fonden señala que en el sexenio pasado, un grupo conformado por diez estados de la República Mexicana fueron los más recurrentemente afectados por los embates naturales y climatológicos: Veracruz, Chihuahua, Zacatecas, Quintana Roo, Yucatán, Chiapas, Durango, Oaxaca, Jalisco y Puebla.
Todas son entidades con problemas fiscales internos, insuficiencia de recursos, presupuestos acotados y restringidos, y el grupo conformado por Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Zacatecas y Puebla tienen una dinámica donde los mayores índice de pobreza complican más los escenarios de desastre.
En el ejercicio fiscal 2005, el Fonden utilizó 1 mil 307 millones de pesos para gastarlos en despensas, colchonetas, cobertores, mantas, láminas, agua, kits de aseo y herramientas.
Tenemos básicamente artículos paliativos muy cuestionables comenzando por el gasto en despensas. Los medios de comunicación han denunciado insistentemente la mala utilización de las despensas, en ocasiones es tanta la respuesta de la sociedad civil para donar agua, medicinas y alimentos, que los acopios quedan almacenados en bodegas. Al mismo tiempo el Fonden aprueba aplicar un gasto en despensas, cuando éstas sobran. Así pasa igual con cobertores y láminas.
Esta complejidad tiene que resolverse a fin de romper con lo que tanto se intuye: lucrar con la ayuda humanitaria, mal utilizar los recursos aprobados y hacer un negocio permanente de la respuesta ante los desastres.
En el marco de la reforma de la administración financiera pública debe cambiarse la aplicación, tiempo de respuesta, asignación de recursos y naturaleza del Fonden.
El Gobierno Federal busca probar ahora el funcionamiento del Fonden capitalizándolo mediante los bonos de riesgo catastrófico a esta idea debe reforzar otra más: la de la transparencia, desde 2005 la Cámara de Senadores acordó  darle seguimiento a la operación del fondo mediante la creación de una comisión al respecto. Hasta el momento no se sabe nada al respecto.
SERPIENTES Y ESCALERAS
En México viven millones de personas en zonas de riesgo, el cambio climático ha incrementado dicha vulnerabilidad, el dolor es mayúsculo cuando se combina con la pobreza.
Casi siempre o al menos la mayoría de las veces los desastres naturales golpean más a quienes menos tienen. Y casi siempre para ellos los paliativos son los mismos con láminas y cartones.
Lo cuestionable no es que el gobierno tenga o no dinero para reponer esas láminas que dos o tres veces al año se pierden a penas crecen los ríos o llueve intensamente.  Tampoco la prioridad es gastar en mochilas, ni siquiera en despensas que es lo primero que regala la gente sin necesidad de que lo compre el gobierno.
El meollo es aprovechar eficazmente la disposición de los recursos monetarios, asignarlos eficientemente e irse por el cambio a fondo elaborando un programa de reubicación definitiva, con vivienda económica, con licitación abierta, para construir zonas habitacionales seguras; amurallar los ríos, poner mallas de acero a los deslaves, adoptar moderna ingeniería hidráulica para las presas;  y mejorar el sistema de alcantarillado.
El plan es estructurable y se facilita en la medida en que se informe a la gente del peligro de seguir donde habita.
Muchos arquitectos e ingenieros mexicanos tienen muy buenas ideas para la prevención y la mitigación de desastres naturales, lo que falta es la capacidad de respuesta gubernamental. Las ganas de hacerlo.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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