“Cena de Reyes”, caleidoscópico deleite sensorial, musical y olfativo

bebe y come. Antes de “dejarse caer en la butaca y desatar el nudo de la corbata”, parafraseando a Pedro Ángel Palou, el comensal recibirá un sobre cerrado que por el momento no debe ser abierto.

La comida sacia los placeres del cuerpo, desde el deseo primario hasta el deseo carnal, alrededor de ello gira Cena de Reyes, obra dirigida por Aurora Cano, con dramaturgia de Nicolás Alvarado, que será estrenada durante la 37 edición del Festival Internacional Cervantino, y que la noche del miércoles 8 de octubre ofreció un ensayo general para medios e invitados especiales, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. El poeta Alfonso Reyes es homenajeado con esta mutación escénica de dos de sus cuentos: La cena y Memorias de cocina y bodega, textos que guardan una cierta relación a través del deleite del comer, beber y amar.

Sobre el telón, un plasma con la leyenda “Cena de Reyes” da la bienvenida al escenario, que de fondo tendrá el acompañamiento del piano de Fernando Carmona. La vivaz sobrecargo, quien se dirige siempre al público, da las instrucciones bilingües acerca del “sobre sorpresa”, que incluye los olores para ambientar la trama.

“Abrir las bolsas: porta aroma Número 1”. Inicia la travesía olfativa con el viento que emana de un ventilador en el escenario y no sólo funge como elemento visual, es el que se llevará y traerá los olores.

Doña Magdalena (Rosa María Bianchi) y su hija Amalia (Patricia Madrid) esperan a un extraño, en punto de las 21:00 horas, para cenar. Alfonso (Ernesto Álvarez) narra su bizarro hipnotismo ante madre e hija que son como siamesas; conversan y se conocen primero bajo una lámpara de tres focos, esperan comer perdices que simbolizan el ardor erótico de los bestiarios medievales. La hora del postre, que nunca sucederá, está planeada para más tarde en el jardín, del cual, Alfonso, en su experiencia onírica, arrancará una flor. Simultáneamente, entre la cocina y la bodega, don Poncho, El chef (Rafael Inclán), fuma, bebe y lee los textos de cocina de Alfonso Reyes, mientras el mozo se ocupa y preocupa por preparar la cena; por sus ilusiones puestas en la cocina, y en el amor que dejó en Atlixco. El chef ya no cocina, las perdices que prepara el mozo no le importan y eso es un misterio.

De cuando en cuando se enciende la luz para destapar el siguiente olor, el público aprende gratamente de cocina y maridaje entre vinos… y entre personas, el espectador ríe por el doble sentido de los diálogos. Dos mundos se cohesionan en base a los escritos de Alfonso Reyes, La cena y Memorias de cocina y bodega, mediante la relación amor-odio entre Doña Magdalena y su chef, el cual en algún momento le habla del “efecto pernicioso del alcohol sobre los hombres y, más aún, sobre el efecto de los hombres sobre las mujeres”. Al tercer olor, una parte del público recibe comida preparada por el chef cordon bleu Pedro Ángel Palou. Al final de la obra, seis será el número de olores que el público habrá de percibir durante esta singular cena escénica.

La música y el baile también tuvieron un lugar. Los protagonistas se movían al ritmo de chachachá al final de cada escena, sobre plumas de perdiz rojo que iban y venían sobre el tablado, en esta singular obra con duración aproximada de 75 minutos, que invita a desarrollar los sentidos, y motiva sensaciones que crean una reflexión sobre cómo los aromas de todo tipo influyen en el ser humano: pueden causar salivación, provocar asco o incluso “enfermar”; lo único que detendrá esta cascada de sensaciones será la muerte.

El público Cervantino podrá degustar en primicia esta Cena de Reyes, a cargo de Teatro de Babel, los días viernes 16 y sábado 17 de octubre, en punto de las 21:00 horas, en el Teatro Juárez de la capital guanajuatense.

Fuente: (festivalcervantino.gob.mx)

 

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