Pagar impuestos no basta

En cada crisis surge una presión primero por incrementar el IVA, segundo por generalizarlo, hay intentos que fructifican cuando determinada parte del Legislativo es la mayoría en votos, en tanto no sea así cualquier propuesta poco podrá prosperar.
A su vez, la respuesta parece ser siempre la misma: más impuestos o nuevos impuestos lo más inmediato tiene que ver con la base impositiva, el trabajo de fondo con una verdadera revolución en la política fiscal.
Las deficiencias de la política fiscal en el país no son nuevas,  se arrastran como otras de las herencias legadas por algunos de los presidentes y sus gabinetes en turno y que fueron pasando de sexenio en sexenio sin ser atendidas en el fondo mismo de su naturaleza, más bien paliadas con absoluto desasosiego.
Durante años México ha figurado en la lista de países que el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial y la Cepal misma señala por sus carencias en la política fiscal. Las recomendaciones van acompañadas de mejorar la base impositiva, aumentar y generalizar impuestos, cambiar las fórmulas de recaudación, reducir la evasión fiscal e incluir a los sectores informales.
La petición de esquemas que graven a los que más tienen ha sido propuesta permanente de la izquierda en el país, tampoco ha prosperado por no encontrar el eco legislativo.
Entre crisis y crisis el tiempo ha pasado sin que nadie quiera asumir una clara responsabilidad para impulsar lo que México requiere de cara al presente y fundamentalmente hacia el futuro: una nueva, moderna y eficiente política fiscal que nos incluya a todos, nos convenza a todos y nos proporcione derechos y obligaciones a todos.
¿Es tiempo para más impuestos? A esa iniciativa privada que los pide debemos decirle que tiene que presionar más bien por reformar la política fiscal, no basta con ponerle IVA a alimentos y medicinas, ni siquiera convence que lo hagan gradual año con año empezar de poco para ir incrementando el IVA uno o dos puntos para que el bolsillo (justifican) no lo sienta tan de golpe máxime cuando en plena crisis hay cerca de tres millones de desempleados y el alza en la inflación y el deterioro en el poder adquisitivo nos ha pasado factura a todos los trabajadores.
A COLACIÒN
La economía tiene dos brazos pilares: la política monetaria y la política fiscal. En México desde la época del Desarrollo Estabilizador debió reformarse la política fiscal adecuándose a una economía en expansión demográfica, igualmente cuando México ingresó al GATT en 1986 debió impulsarse al aparato productivo orientado hacia el exterior con las bases fiscales suficientes para competir.
El ingreso del país en el NAFTA-TLCAN estuvo desprovisto de una reforma en la política fiscal tendiente a dotar al país, su gente, aparato productivo y sus trabajadores de las herramientas fiscales para mejorar su nivel de vida, fortalecer a la iniciativa privada y primordialmente no sucumbir ante la competencia con dos gigantes como Estados Unidos y Canadá.
Con un país que camina hacia los 110 millones de habitantes aunadas las carencias sociales, la pésima  infraestructura, la necesidad de contar con mejores servicios públicos, el desafío del cambio climático y la presión demográfica versus el agua potable y los energéticos, muchas de las respuestas pueden encontrarse en la política fiscal.
No es sólo cuestión de voluntad lo es de visión.  En algunos países como Alemania, Bélgica, Francia lo llevan a la práctica, otros como Dinamarca o Islandia llevan la delantera.
En los tres primeros, la política fiscal  grava a los que más tienen, a los que fuman, beben, contaminan más, tienen coche, reciclan menos y compran productos difíciles de reutilizar, prácticamente todas las formas de propiedad  están gravadas y su utilización.
En Alemania, país donde el salario mínimo es de 2 mil euros, se privilegia mediante la política fiscal que la gente prefiera alquilar que comprar, por tanto el precio de los alquileres es accesible en forma proporcional con el salario mínimo.
Otro aspecto interesante en Alemania, Bélgica y Francia los consumidores que adquieren botellas de plástico, sobre todo agua embotellada y que no la reciclan pagan 0.25 centavos de euro por cada envase y las multas por no seleccionar adecuadamente la basura suelen ser altísimas así como por violar cualquier regla vial en el caso de tener automóvil propio.
Como pagar duele al bolsillo eso obliga a que los consumidores sean más racionales, aprendan a elegir y desde luego a conocer los derechos que tienen como contribuyentes porque la verdadera base de la política fiscal es una cuestión de fe y responsabilidad. creer en el funcionamiento del sistema hace que la gente pague sus impuestos sabedora además de que las desgravaciones funcionan y de que están participando en el progreso de su país.
Por su parte, Dinamarca e Islandia, países que forman parte de la Europa del Norte, miembros de la Unión Europea -no de la zona euro-, la política fiscal es de las más eficientes. Los ciudadanos pagan las más altas tasa impositivas de toda Europa, sin embargo tienen servicios de altísima calidad.
Tanto en Dinamarca como Islandia aplica un IVA cercano al 25% en los alimentos, por supuesto cuando uno visita dichos países es apreciable de forma inmediata lo caro de los alimentos tanto en las tiendas de autoservicio como en los restaurantes y en las cuenta de restaurante figuran una serie de impuestos distintos para bebidas no alcohólicas, bebidas alcohólicas, agua y alimentos.
El precio de los cigarros es igualmente muy alto. Lo mismo sucede con las políticas que buscan desestimular la afectación al medio ambiente, tener un auto  es porque verdaderamente  la persona está dispuesta a pagar por ello  y sufrir las tarifas de estacionamiento público, revisiones anuales, licencias, pagar por la gasolina etc.
Algunos daneses me contaron que en la declaración anual pueden llegar a recuperar una buena  parte de lo que gastaron por usar su vehículo a lo largo de 12 meses.
Por ende, me parece que en México nada se resuelve con generalizar el IVA, no es por no querer pagar impuestos, sino por tener confianza en saber que pagarlos más y por todo redundará en beneficios a los ciudadanos y contribuyentes. El sistema tiene que modificarse totalmente creando una política fiscal revolucionaria, verde e incluyente.
*Economista y columnista especializada. Es candidato a doctor por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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