Las esculturas del artista británico Antony Gormley, obras que invitan a pensar, sentir y reflexiona

Gormley expondrá 26 piezas
 y más de 100 dibujos y
 litografías, en torno del
cuerpo como sujeto,
 en el Antiguo
Colegio de San Ildefonso
 Foto: Cortesía
 CONACULTA/Jorge Vargas

Ciudad de México.- 19 de agosto de 2009.- El artista británico Antony Gormley concibe su trabajo como una confrontación con la existencia, en la que hace uso de su propio ser para lograrlo. Y en ese sentido, dijo reconocer en la escultura una forma de expresión maravillosa porque es estática, silenciosa y desplaza el espacio.

        En conferencia de prensa para anunciar la mayor y más importante muestra en nuestro país del historiador de arte, antropólogo, arqueólogo, y estudioso del budismo y la meditación, el expositor observó: “aquí se trata de usar nuestras mentes y cuerpos juntos, pensar y sentir”.

        Acompañado por Paloma Porraz, directora del Antiguo Colegio de San Ildefonso y de Roy Caple, director de HSBC para América Latina –institución bancaria que patrocina la exposición–,Gormley, quien desde hace 25 años ha revitalizado la imagen humana en la escultura a través de una seria investigación del cuerpo como memoria y transformación, mediante el uso de su propio cuerpo como sujeto, herramienta y material, habló de las 26 esculturas, 152 dibujos y litografías que la integran.

        Refirió que desde 1990, ha ampliado su preocupación por la condición humana para explorar el cuerpo colectivo y la relación entre el ser y el otro en instalaciones a gran escala. Recordó que fue precisamente durante su última estancia en México, cuando consiguió el cambio en su estilo, porque rompió con la figura misma para convertirla en una posibilidad de participación comunitaria.

        La obra de Antony Gormley se centra en el cuerpo como sujeto, objeto y lugar. En esta muestra, las instalaciones, dramáticas y envolventes, se acompañan de piezas realizadas con anterioridad. Y, al tomar al cuerpo como punto de partida, la exposición se convierte en una invitación a embarcarse en una travesía por diferentes clases de espacios.

        Dentro de la exposición, el espacio es definido y articulado por formas corpóreas solitarias y constelaciones de figuras hechas en acero, hierro fundido o plomo. Son piezas figurativas o abstractas, reales o imaginarias, así como sólidas y etéreas.

        El conjunto de piezas ha sido distribuido en ocho salas, en los patios de acceso, el Patio de Pasantes, el Patio Principal, además de la intervención de cornisas y escaleras del recinto de San Ildefonso, con proyectos realizados entre 1981 y 2008.

        Entre las instalaciones que se presentan, figuran obras clave como Learning to think (1991), Bodies in Space/Lost Dog I (2001) y Breathing Room (2006); además de Bread Room y Firmament, creadas en México en 2008; Blockworks, Insiders, Domains y Expansion.

        Gormley puso de manifiesto su admiración por la tradición prehispánica en la escultura, que va desde los mayas hasta los mixtecos, a la que calificó como “una expresión poderosa de la necesidad del ser humano por dejar un rastro, una huella, un dejo de pensamiento y sentimiento humano”.

        Sustentado en esta consideración, observó que de alguna manera, “la escultura es una de las formas artísticas más antiguas y resistentes y me parece que es a la que tenemos mayor necesidad de recurrir en esta época digital, porque involucra los materiales reales en el tiempo y espacio reales”.

        Al referirse a la experiencia de exponer en San Ildefonso, dijo asumirla como un desafío, pues para él por sus características de monumento, antigüedad e historia, implica un espacio de prueba que espera también lo sea para el espectador, en términos de tomarlo como un sitio de prueba para los pensamientos y los sentimientos. “Aquí no existe un sujeto, lo que existe es el sujeto que ustedes encuentran”.

        “A mi no me interesa la idea romántica de la soledad –puntualizó–, hay que atender el hecho de ser, de estar vivo, de ser nosotros mismos, de estar en un espacio que contiene nuestro cuerpo y donde está contenida nuestra mente. No me da miedo el cuerpo colectivo, ese fue lo innovador de haber venido en 1990 y haberme enfrentado a la imagen del cuerpo colectivo, pero primero tuve que trabajar diez años con el cuerpo individual”.

        Gormley resaltó que hoy día resulta necesario repensar la función del arte, pues se ha generado una obsesión por el valor de cambio del arte y se ha dejado de lado su valor de uso. “La pregunta que debemos hacernos es si podemos utilizar al arte como un instrumento para la autoreflexión”.

        Acerca de sus esculturas, comentó que son cuerpos vacíos, no se trata de héroes ni de representaciones, indican espacios donde estuvo alguna vez un ser humano y que podría estar ahí otra persona. De esta suerte, invitan al espectador a proyectarse dentro de ese espacio.

        Agregó que en la muestra cada salón tiene una forma diferente de pensar o abordar la transmisión de las imágenes, que siempre se realiza a través de los pixeles. “Esto tiene que ver con la distinción entre lo virtual y lo real.

        En relación con las temáticas y puso el ejemplo de Sublimate, tiene que ver con regresar o recuperar la experiencia de primera mano y rescatarla del mundo de lo digital; hay otras como Ferment, donde el espacio del cuerpo es vacío y está dentro de una nube. “Este es en el sentido contrario, en el sentido de que cada ser vivo en su transmisión de la materia a la energía, está en un campo de entropía”.

        Interrogado acerca del por qué utiliza la sangre como un pigmento, el artista británico aseguró que en su trabajo echa mano de los que considera materiales de vida. “No me interesa utilizar pigmentos de otro tipo, uso el carbón para hacer el negro, la leche para el blanco y la sangre, todo ellos de alguna manera representan vida”.

        En su oportundiad Paloma Porraz, directora del Antiguo Colegio de San Ildefonso, expresó que la obra de Antony Gormley crea atmósferas como resultado del encuentro que ocupa los vacíos del recinto y dialogan con su estilo colonial. “En estas nuevas atmósferas el observador se convierte en parte activa de ese diálogo al caminarlas, rodearlas o sólo contemplarlas. Antony nos invita a percibir así sus esculturas”.

        Para concluir, Porraz comentó que a partir del concepto del cuerpo en el espacio, las obras de Antony generan nuevas lecturas para el espectador, en relación con lo que nos rodea y al lugar que los ocupa en el entorno.

        La muestra se inaugurara este jueves 20 de agosto a las 20:00 horas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

AMS

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