Memorias de un huapanguero: Román Güemes Jiménez, un noble huasteco

Román cargando valija y
 quinta huapanguera en
 Colatlán, Veracruz, en
diciembre de 2006
Foto:
 Azteca 21/Gregorio Martínez M.

A la memoria de mi primo José Ismael Hernández Moctezuma, “El Karma”, en su cumpleaños, a quien el mar nos arrebató un día de diciembre en Barra de Navidad, Jalisco.

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 17 de junio de 2009. “…la Huasteca es una patria chica que se ocupa como una casa grande, donde resulta paradójico que sea el mestizo quien, convencionalmente, se detente como un verdadero huasteco, a diferencia de las etnias cuya huastequidad radica en formas culturales muy bien definidas y diferenciadas. Así es como la Huasteca, múltiple y única a la vez, se ha inmortalizado más –y primeramente– en los versos de sus trovadores y poetas que la han ensalzado como la tierra donde Dios formó su nido; tierra de primor donde el poeta pinta su poesía; o como lo quiere don Artemio Villeda Marín, poeta de El Camalote, ‘ahí donde el tordo canta…’. Al fin y al cabo, la Huasteca –como concepto– fue anticipadamente de sus poetas y después de sus historiadores. Sin embargo, la Huasteca está ahí y para quienes la habitan, la visitan o la piensan; existe y se define en cada rincón, en cada elemento que la conforma, en cada señal, en cada vestigio, en cada sonido, encuentro sorprendente o desazón. No se trata de que los estudiosos les arrebaten la estafeta a los poetas o la compartan; la Huasteca está ahí con sus papeles de Simancas, con su pasado y su presente. La Huasteca espera más cantares y más indagatoria”, dice Román en la “Introducción” del librito “La Huasteca. Una aproximación histórica” (Ediciones del Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca, México, 2003).

Román Güemes Jiménez es un hombre de ciencia con los pies bien plantados en la tierra que lo vio nacer en el rancho Tecalanta, del municipio de Platón Sánchez, en la huasteca veracruzana, muy cerca de lo que podría denominarse “El triángulo de las huastecas”, integrado por una porción de los estados de Veracruz, Hidalgo y San Luis Potosí. Vio la luz del mundo por primera vez el 9 de agosto de 1953.

Es un profesor universitario reconocido en el ámbito de las ciencias sociales y un huapanguero ampliamente conocido en muchos puntos de la Huasteca, de la que es uno de los más destacados investigadores nacionales, promotores y uno de sus hijos más ilustres y generosos, noble, pues. Conversé con Román en Citlaltepec, Veracruz, en mayo de 2007, teniendo de fondo la música y los versos de un trío en el tapextle. He aquí esa charla con este amable y amistoso hombre huasteco.

Román, cuéntame un poquito cómo fue que te decidiste por la antropología, tu vocación digamos inicial.

R: Sí, porque yo de niño estudié en Matlapa, San Luis Potosí, en un internado indígena, ahí me empapé de muchas cosas, aprendí oficios, aprendí una disciplina muy rígida, aprendí a organizarme. Luego, cuando regresé a mi rancho, ya que había terminado la primaria –ahí estuve cuatro años–, pues la vida, mi vida familiar también era una vida en donde había responsabilidades, había obligaciones, derecho y todo esto, pero ese transcurso ahí, en Tecalanta, y en los diferentes escenarios fueron los que me dieron elementos. Eso yo creo que fue… y luego pues ya me fui muy joven a Jalapa, y esos entornos, que pues yo creo que… no es que estuvieran destinados para que uno fuera, ¿verdad?, porque no iban a hacer una ciudad para mí, sino que uno busca el destino, ¿no? Me fui a Jalapa y me encontré una ciudad bonita, llena de flores, un clima agradable, donde llovía mucho, ahora ya no. Ahí estudié la preparatoria, después ingresé a la Universidad Veracruzana (UV), cursé dos carreras ahí: Antropología Social y Lingüística, y me involucré en una serie de cosas que definieron mi perfil, como varón, como hombre, como ser viviente, me ayudó muchísimo esa estancia en Jalapa y mi paso por la escuela. Y eso bueno pues definió mi vida. Sí, eso fue.

Dices que aprendiste diversos oficios en el internado, ¿cómo cuáles?

No, pues yo soy carpintero, puedo hacer una casa, puedo cortarte el pelo, puedo curtir pieles, sé algo de mecánica, bueno la mecánica de aquel tiempo porque ahora me ponen un carro y no sé ni por donde se destapa.

¿Y aprendiste alguna lengua?

Mira, las lenguas que sé las aprendí en mi rancho, y algunas en la universidad.

¿Cuáles sabes?

R: Bueno, pues yo hablo la lengua mexicana, soy escucha del tenek, del otomí; en la universidad aprendí francés, algo de inglés y portugués, ¿verdad? Pues es a lo que me he dedicado.

¿Y quién te enseñó lo de la música huasteca, a tocar, a trovar?

De la música, pues en mi rancho, con mis padres, mis familiares que eran músicos. Porque eso se trae por tradición familiar, había poetas ahí, mis abuelos, mi padre era corridero, eh, mis primos, muchos son corrideros todavía, hacen corridos por encargo, y mis hermanos son músicos, la mayoría. Y de ahí me fui, después mi estancia en Jalapa y la relación que el huasteco mantiene, esa unidad, pues me sirvió para relacionarme con otros paisanos, armar grupos, tríos y así.

Cuéntame de tus libros, ¿cuántos llevas?

R: Pues mira, yo no he publicado mucho porque no me he dedicado a publicar, yo me he inclinado más, por ejemplo, a la docencia, yo he enseñado mucho tiempo. Sí, la investigación en términos de que, bueno, hay una investigación aplicada. Ahorita tengo escritos como seis libros. Pero hay proyectos, o sea, yo creo que más adelante va a haber más porque tengo algunos por terminar ya, sí, y bueno, pues estoy ahí.

¿Dónde das clases?
Estoy dando clases en la escuela, en la Facultad de Antropología [de la UV], en la especialidad de Lingüística. Tengo ahí 16 horas, que es una descarga porque yo tengo el tiempo completo en el Instituto de Antropología, pero pues es un complemento, ¿verdad?, una descarga, y a eso me dedico.

Continuará…

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