Memorias de un huapanguero: Efrén Fayad Islas (2)

Efrén junto a sus pinturas en
Huauchinango, Puebla,
a finales de julio de 2007
Foto:
Azteca 21/Gregorio Martínez M.
A Oliva, en su cumpleaños, con amor

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 4 de junio de 2009. Efrén se nota cansado, pues lo he visto pendiente de las actividades que se desarrollan en Huauchinango. De hecho, es un espectador atento, curioso, de espíritu abierto para todo lo relacionado con las manifestaciones culturales huastecas. Así, su interés en los cambios de costumbres y actitudes en Huejutla me recuerda al antropólogo e investigador veracruzano Román Güemes Jiménez, experto en muchos asuntos de esta región de México.

¿Entonces “Vestigios” es un modo de recuperar o rememorar el pasado?

Así es, éste es un asunto de ver, el primer tema es el basamento de las construcciones antiguas, o no tan antiguas, lo que fueron fincas, ranchos y rancherías en la región y lo que actualmente detrás de las casas está tirado: las tejas, la madera, todos los objetos que en algún momento fueron apreciados y que el tiempo se ha encargado de volverlos como basura, pero que, a mi juicio, pueden tener un alto valor estimativo, porque han sido parte del uso cotidiano de la población.

En este mismo sentido, Romás Güemes publicó recientemente un librito con un tema parecido, se llama “Cultura desocupada (Tirada para el solar huasteco)”, ¿lo conoces?

No, la verdad, conozco alguna parte del trabajo de Román, pero no este libro.

Me parece que hay una gran similitud de intereses en los dos. Bien, ¿trabajas sólo estilo figurativo o también manejas otras tendencias?

No, hasta ahora no. En algún momento de mi vida traté de tomar algún asunto un poco más moderno, tendiendo al arte del futuro, pero no encontré la satisfacción propia; al final, me he quedado con esto. La acuarela es un asunto que he venido trabajando mucho, estoy elaborando obra más precisa. Ahora estoy utilizando la técnica de los californianos, de hecho, esta colección tiene dos ejemplos que hacen referencia más o menos a esta técnica. Igual estamos trabajando un poco el asunto de la iconografía huasteca, propiamente la iconografía de las ollas de Chililico y la del bordado de Xaltocan. Entonces estamos haciendo un trabajo también de investigación y estamos llevando un curso alternativo, vía Internet, con algunas personas de la ciudad de México, a fin de tener una referencia general de la iconografía y poder encauzar nuestro trabajo los que hacemos trabajo figurativo y los que tienden a desarmar más los conceptos y pintan cuestiones surrealistas, tratar de que nuestro trabajo tenga un trasfondo iconográfico propio de la región.

¿Cuando dices ‘región’ la circunscribes a Huejutla o a la Huasteca hidalguense o también la de los otros estados huastecos?

No, abarcando más, porque desde luego hay influencias de unos con otros, la cercanía de nosotros básicamente es con San Luis y Veracruz, y con ellos hay mucha similitud en la forma de vivir e inclusive en la forma de pensar. Desde luego, tenemos trabajos que están fuera de la región, en el gran universo en el que vivimos, y tratando de explicarlo. Al final, ciertamente utilizamos los elementos y las figuras de una región, pero, por ejemplo, los problemas de la ecología y la religión son temas realmente universales.

¿Y tu relación con la música huasteca? Te he visto muy interesado en las actividades musicales…

Llevo muchos años trabajando en la promoción cultural, he trabajado y trabajo para el Consejo de Cultura del Estado de Hidalgo a través de una promotoría, y en lo que me he encauzado más es en tratar de aportar y apoyar a personas con las que se pueda desarrollar un proyecto interesante. Por ejemplo, el trabajo que se presentó, “Valseando por la Huasteca”, me tocó ser el asesor de los músicos, para la finalización de su disco. No soy músico ni conozco mucho de música, me interesa la historia musical en sí, pero me encargo de recopilar los nombres, los datos y todo lo que se pueda rastrear en la historia, y desde luego son los músicos los que se encargan de hacer el trabajo y la investigación musical propiamente.

Entonces realizas la investigación histórico-musical…

Ajá, en este caso.

En el caso de los hermanos Olivares, intérpretes de “Valseando por la Huasteca”, ¿qué podrías destacar?

Lo que nos da a entender todo esto es que, a la par de la musicalización tradicional, en este caso, los sones de compañía, los sones huastecos y los huapangos, siempre han vivido de manera paralela con otros géneros musicales. En este caso, los Olivares ejecutan valses, pasos dobles, redova, una serie de géneros, inclusive la cumbia, además tocan danzas de Xantolo, danzas de Carnaval, es decir, tienen un universo musical muy amplio, y así ha sido la historia musical de la Huasteca. A veces pensamos que es exclusivamente el son huasteco y el huapango, pero hemos tenido, te digo, a la par, una serie de usos musicales que se pierden y con el paso de los años se vuelven a reencontrar. Creo que ésa es una de las grandes virtudes de la música, que es movimiento, cambio constante, no se puede hablar de que la música se llegue a perder, es la energía misma que se va reconstruyendo y que con el paso del tiempo el hombre se la vuelve a encontrar en el futuro de una forma u otra, ¿verdad?

Continuará…

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