Rinden homenaje a José Solé y le entregan la presea “Pilar del Teatro”

Reconocen seis décadas
de trabajo de Solé,
quien debutó como
actor en 1946 y como
director en 1960 con
una obra de 'Ionesco'
Foto: Cortesía CONACULTA

Ciudad de México.- 26 de Mayo del 2009.- (CONACULTA) José Solé ha contribuido al quehacer escénico mexicano con más de seis décadas de trabajo. Sin embargo, aún no se le reconoce como merece, coincidieron amigos que le acompañaron en un merecido homenaje que se le rindió la noche de ayer.

 

       El Teatro Julio Castillo fue el recinto donde se dieron cita amigos, colegas y admiradores del trabajo de quien es considerado uno de los mejores directores que tiene nuestro país. Uno de los hacedores que ha dedicado toda su vida a este arte y por lo cual, recibió la presea Pilar del Teatro en México, que es otorgada por el Centro Mexicano de Teatro, dependiente del Instituto Internacional de Teatro (ITI-UNESCO).

 

       Cinco personas tomaron la palabra para exaltar las virtudes profesionales y humanas de Solé, quien debutó como actor en 1946 y como director en 1960 con una obra de Ionesco.

 

       El primero de ellos fue el investigador y crítico teatral Armando Partida, quien dijo Solé es el único que puede darse el lujo de presumir que ha trabajado todos los estilos de teatro posible, desde la tragedia isabelina hasta el teatro comercial. Un personaje al que define lo mismo como un artista plástico (por su capacidad de diseñar un proyecto cercano a la plasticidad) que como un caballero del teatro.

 

       Después, las palabras conmovedoras y entusiastas del actor Luis Gimeno, quien confesó que siempre ha admirado a tres personas: Ofelia Guilmain, Ignacio López Tarso y José Solé.

 

       Gimeno siempre ha dicho que bastaría ponerle una cámara al director para que hablara lo que quisiera, generando así un documento valioso para la historia del teatro en México. “Creo que aquí no se le ha considerado el valor que tiene, como en Grecia por ejemplo. Lo que se diga de Pepe es poco. Su imaginación y creatividad son grandes. Para mí es un orgullo decir que es mi amigo, mi hermano y que es el mejor director que ha habido y tiene México por encima de todos los demás. Pero ya no digo más, ya le hemos echado mucha crema a sus tacos”, bromeó.

 

       Enseguida, las palabras del también director Miguel Sabido quien dijo que sólo un hombre como José Solé ha demostrado gran generosidad con sus colegas, una gran cualidad en medio de un gremio donde se da el canibalismo: “Es un hombre que posee una calidad humana única, es gentil y amoroso”.

 

       Además de sus enseñanzas humanas, Sabido también le agradece su contribución al teatro en México: “Tengo la certeza de que durante los 45 años que Pepe ha sido parte de este movimiento, ha sido un puntal para nuestro trabajo”.

 

       Otro de los participantes fue Gilberto Guerrero, director de la Escuela Nacional de Artes Teatral (ENAT), quien dijo: “Estoy de acuerdo que no se le ha reconocido como se merece. Él ha sido extremadamente modesto con lo que ha hecho”.

 

       El escritor, periodista y profesor dijo en nombre de la comunidad de la ENAT que este recinto se siente orgulloso del director, ya que es “un pilar de nuestras carreras, por ello, nuestra escuela lo reconoce como un guía, como una señal, como el gran maestro. Así que muchas generaciones debemos reconocer su papel. Tenemos una deuda impagable con usted”.

 

       Al final, el investigador Edgar Ceballos, quien también se suma al llamado a reivindicar más la imagen de José Solé, siendo su contribución, la publicación del libro Teatro de autor, bajo el sello de la editorial Escenología. En su opinión, México debiera enaltecer a Solé como Francia a Peter Brook, no obstante que éste es inglés.

       José Solé expresó un primer agradecimiento: “Quiero recordar a quien le debo mucho, a mi esposa Guillermina, que me apoyó en todo momento, en los momentos más difíciles de esta carrera”.

 

       Solé mostró esa modestia de la que hablaron sus compañeros al principio, pues no quiso hablar más de él. La forma de agradecer las palabras de quienes lo acompañaron en el homenaje fue compartir las virtudes de quienes le antecedieron en la palabra.

 

       Mención especial tiene un recuerdo que comparte con su amigo Luis Gimeno:

 

       “Hubo un tiempo que llegué a fumar cuatro cajetillas de cigarros. Esto me causó cáncer y no se lo recomiendo a nadie. Yo me sentía deprimido, pero Luis me decía que regresara a dirigir, pero me negué porque es el director quien le da el tono a un montaje. Un día, me llegó la oferta de dirigir Otelo y me negué, pero Luis se ofreció a ser mi asistente sin recibir ningún pago más que la satisfacción de verme trabajar. Yo todavía no tenía mi aparato para escucharme, él me entendía con mímica. Díganme ustedes si no es mi hermano, pues me sacó del hoyo en que estaba”.

 

       Así, después de un discurso ameno, Solé recibió la presea Pilar del Teatro de manos de la maestra María Teresa Vicencio, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien dijo que para esta institución seguirá siendo motivo de orgullo el paso de este director por su escuela y coordinación de teatro, hecho que está heredando un gran reto y compromiso.

 

       Previo a la ceremonia de homenaje a José Solé, también se le rindió tributo a la dinastía de la actriz Ofelia Guilmain. Seis integrantes de distintas generaciones estuvieron presentes para recibir una medalla conmemorativa.

 

GJB

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