Memorias de un huapanguero: Servando Rubio Andrade

El violinista Antonio Hernández,
Eduardo Bustos Valenzuela y
Don Servando durante la
presentación del libro 'El violín
huasteco' en la 'Quinta Margarita'
del Museo Nacional de Culturas Populares
Foto: Cortesía de Eduardo Bustos Valenzuela

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 22 de mayo de 2009. Nos encontramos en la sala de la casa del profesor y juglar huasteco Eduardo Bustos Valenzuela (más sobre él en unaguacerodesones.blogspot.com). Es amplia y luminosa, decorada con pequeñas artesanías mexicanas. Un cuadro contemporáneo de una bailadora, de textura arenosa, domina la estancia. Ahí, el autor de “Cantares de mi Huasteca” (CONACULTA, México, 1999) me muestra varios sobres donde tiene ordenado parte de su archivo fotográfico mientras su perro “Bilbo” (creo que fox o yorkshire terrier) no deja de ladrarnos a mi hijo y a mí; finalmente, olisquea que buenas intenciones nos han llevado a su hogar y se pone a jugar con mi pequeño de corazón huasteco. En esos sobres vemos fotos, en busca de unas de don Servando Rubio Andrade; algunas servirán para ilustrar estas “Memorias de un huapanguero”, que inician dedicadas a honrar al músico hidalguense del Trío Amanecer Huasteco.

Maestro, ¿cómo conoció a don Servando?

Bueno, justamente cuando nosotros empezábamos a querer grabar, allá por el 88, cuando se formó el Trío Aguacero, recuerdo que fuimos a la disquera, que era Discos Clavel entonces, y conocimos a un señor que estaba en la puerta, resulta que era el violinista de Servando, que actualmente es violinista del grupo de Sonidos de la Huasteca, que es Fidel, ahorita no recuerdo su apellido, pero él toca ahora con Vicente Amador y otros compañeros, él fue violinista de Servando por mucho tiempo.

 

Me acuerdo que se me hizo una persona muy altiva y nos platicaba: “No, es que yo vengo también porque acabamos de grabar con el trío Amanecer Huasteco, así se llama mi trío. “¿Quiénes lo conforman?”, le pregunté, ya me dijo que Servando Rubio y otro compañero que ahorita se me escapa de la memoria el nombre, creo que Juan; ahí digamos que yo conocí el nombre de Servando Rubio.

Posteriormente, en un encuentro que se hizo, que fue el Primer Encuentro de Huapangueros o de Música Huasteca, que se llamó así, fue en 1990 y se hizo en el Auditorio de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, ese encuentro lo organizamos entre Rafael Camacho, que trabajaba ahí, Corina Ramírez y un servidor. Tengo por ahí, conservo la invitación, ahorita la voy a sacar para que la vea, fue la invitación que se hizo para hacer extensivo eso, y a mí, como músico o maestro del Taller de Música Huasteca en la Casa de la Música Mexicana, me inquietaba mucho por qué aquí en México no había encuentros de nuestra música y sí había encuentros de música latinoamericana en esos lugares, y como que ése fue el móvil que nos hizo pensar: “Bueno, pues que se haga un encuentro. ¿Qué necesitamos? Se necesitan grupos. ¿Los tenemos? Pues sí”. En este caso estaban el Trío Aguacero, el Trío Chicontepec –se le comentó al maestro Rolando– y otros grupos que había.

Sin embargo, cuando se hizo el evento y se convocó a los grupos, los que participaron, recuerdo, porque en el cartel así se especificaba, eran el Trío Amanecer Huasteco, con Servando Rubio, el Trío Aguacero, el Trío Chicontepec y uno que se llamaba el Trío del Balcón –quiero pensar que era el trío del Balcón Huasteco– fueron los grupos que participaron en ese encuentro. Ahí fue que yo conocí a Servando, ya que lo vi tocar, muy diestro en su música, incluso a Paco Bautista, otro de los hermanos Bautista, que incluso hicieron un cuarteto ese día, como se puede ver en la fotografía que está ahí. Entonces ahí fue cuando yo lo conocí y empecé a platicar con él, digamos, yo interesado en saber más, pues siempre he visto en las personas grandes, veteranas, que son un cúmulo de saber y con ellos uno puede aprender muchas cosas.

Finalmente, ya lo conocí, lo abordé, platicamos, supe que era del estado de Hidalgo; después me comentó que era pariente del Trío Armonía Huasteca, y aparte coincidimos en algunas ocasiones en Radio Educación, porque, bueno, teníamos en común a Eugenio [Sánchez Aldana] como amigo, y a veces nos encontramos tocando Amanecer Huasteco y Trío Aguacero. Nos hicimos muy amigos, sobre todo platicando algunas cuestiones de la música, yo le preguntaba mucho a él de algunas piezas, pero me acuerdo que el acercamiento clave fue cuando él me llevó unas cintas de carrete, donde me decía que él quería vender esas cintas, pues… aunque sea para que salga para el chivo del día, ¿no? Y recuerdo que esa vez me puso un huapango que se llamaba “El triste”, muy bonito huapango, de Prócuro Rubio, lo puso y en él me pude dar cuenta de aquel sentimiento que había por los músicos que ya se habían ido, porque de eso habla el huapango, de los músicos que ya no existen, que ya no tocan el violín; después el maestro Tomás Gómez hizo algo parecido con “Huasteca triste”.

Pero, finalmente, a Servando yo lo conocí así, en ese plan, de que él me decía: “Es que esta música vale y estos huapangos ya no los conocen”, él entonces me comenzó a platicar que tocó con Sergio Hernández y yo a Sergio Hernández lo escuché muchísimo tiempo en Chicontepec en los discos aquellos de acetato, con un disco que tiene en la portada una sirena, y lo que menos me imaginé fue que yo iba a conocer al guitarrero que tocaba, que en este caso era Servando. También me platicó de cuando los grabaron para la “Antología del Son de México”, que fue la que grabó Eduardo Llerenas hace muchísimos años… Continuará.

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