México y Obama: Yes we can

POR LA ESPIRAL
*Claudia Luna Palencia

-México y Obama: Yes we can
-Frontera segura, es prioridad
-El comercio no lo es todo

    Primera visita oficial de Barack Obama, presidente de Estados Unidos, a México, de un día y unas horas, para una agenda repleta de una larga lista de pendientes abandonada desde el sexenio pasado cuando ni el entonces presidente Vicente Fox, ni su homólogo estadounidense, George W. Bush tuvieron el talento, visión e  interés de desahogarla.
    Como están las cosas será el presidente Obama quien imponga los tópicos: seguridad en la frontera y narcotráfico dos puntos que saltan de forma imperiosa dentro de un cúmulo de temas que deben ser rescatados lo más pronto posible en un marco trilateral.
    Lo argumentamos dado que México tiene con Estados Unidos y Canadá un tratado de libre comercio con 15 años de vigor, tiempo en el que ha cumplido buena parte de sus cometidos de liberalización arancelaria. Queda una lista de  productos con una futura desgravación.
Recordemos que desde el primero de  enero de 2008 fueron eliminados los  últimos aranceles en América del Norte para productos que cumplen las reglas de origen del TLCAN.
    Esto quiere decir que antes de 2020, según el texto del NAFTA-TLCAN, los tres países tendrán una frontera de puertas abiertas para todos los productos y servicios incluidos en el texto rubricado por el presidente Carlos Salinas de Gortari,  Manuel Camacho Solís, entonces titular de Relaciones Exteriores y Marcelo Ebrard Casaubón, subsecretario de Relaciones Exteriores. Así como signado por los presidentes y sus equipos de Estados Unidos y Canadá, respectivamente.
    Me parece que debería ser vía el NAFTA-TLCAN que México busque  impulsar cambios trilaterales y darle  un nuevo escalón al tratado que ignora por completo aspectos como los derechos humanos de los inmigrantes, la liberalización del trabajo y la mano de obra, el intercambio tecnológico, la seguridad trilateral y de la región; y la posibilidad de obtener políticas comunes para reaccionar ante eventos que trastoquen el cíclico económico.
    Es necesario guiar al tratado hacia una segunda fase creando organismos supranacionales en los que apoyarse cuando por ejemplo, la economía estadounidense estanca y  provoca en México un efecto  paralizador.
    Resulta paradójico tener un tratado suscrito con la todavía potencia más importante del mundo y estar prácticamente solos en casi todo, discriminados y ubicados en un segundo plano porque un grupo de reacios congresistas no quieren apostar más por México siendo que cada vez México se extiende más en Estados Unidos gracias a su corriente humana.
    Digámoslo en el  siglo XXI: o vecinos distantes o amigos de respeto mutuo para siempre. Lo que no se puede permitir por más tiempo es seguir siendo un traspatio donde los mexicanos sufren largas filas y pagan por obtener un visado para viajar a Estados Unidos, pasando por revisiones denigrantes y en cambio un ciudadano estadounidense entra y sale de territorio mexicano de la forma más cómoda y sencilla.
    Por supuesto no se trata  de provocar enconos, es una cuestión de seguridad. Seguridad ante el narcotráfico, seguridad ante el enorme contrabando de armas y porque en Tijuana, Ensenada, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Matamoros y muchas otras ciudades cerca de la frontera ingresan ciudadanos estadounidense, algunos peligrosos, ex presidiarios, otros con fuertes adicciones y muchos como camellos que llevan dinero o droga de un sitio a otro para comerciar al menudeo.
    La diferencia es que en la frontera para cruzar hacia Estados Unidos revisan a los mexicanos, del otro lado los estadounidenses entran al país nada más con enseñar su pasaporte.
    Por ende, si el presidente Felipe Calderón, los legisladores y todos los mexicanos queremos una frontera segura primero requerimos establecer el visado para los estadounidenses y segundo, reforzar también la frontera hacia el sur de nuestro territorio, una verdadera coladera para todo lo que llega desde América del Sur y Centroamérica.
A COLACIÓN
    Control de armas y narcotráfico han desquiciado la franja fronteriza de México con Estados Unidos. Hasta los minuteman han extendido su “cacería” además de inmigrantes, a los Zetas,  Latín King y  narcos.
    El problema es que con grupos armados de uno y otro lado de la frontera, hay caldo de cultivo para estallar un polvorín.
    Estados Unidos tiene que controlar la venta de armamento en las ciudades cercanas a la frontera con México, recientemente el PRI en la Cámara de Diputados advirtió que en el primer trimestre del año aumentó 10% la venta de armas recordando que el año pasado, de las 20 mil armas que tanto el Ejército como la Policía decomisó a grupos de narcos, el 90% de éstas fueron fabricadas en Estados Unidos.
    Dichas armas, asevera Edmundo Ramírez, diputado priísta salieron por aduanas estadounidenses e ingresaron por aduanas mexicanas en vehículos particulares. Y nadie se dio cuenta. Es más fácil que el traslado suceda en vehículos estadounidenses conducidos por  gente de la Unión Americana sujeta a una mínima o nula revisión.
    Para todas aquellas personas que hemos cruzado varias veces por carretera la frontera de México hacia Estados Unidos conocemos de sobra las inspecciones a la que somos sujetos, comenzando por la revisión exhaustiva del  visado.
    También hay otro aspecto por el cual debe valorarse la implantación de tal medida: Ciudad Juárez.
    Tras varios meses de ubicarse en la zona, en la investigación realizada por el escritor Rafael Loret de Mola plasmada en  el libro “Ciudad Juárez”, en la página 306 la comisionada Guadalupe Morfín señaló al maestro Loret de Mola: “Sí es cierto. Tenemos informes precisos de que, en 2001, había 756 agresores sexuales viviendo en El Paso, trasladados desde distintas prisiones de Estados Unidos. Luego, en 2004, en el Departamento de Policía de El Paso, me dijeron que  la cifra había disminuido situándose entre 600 y 700 los agresores con residencia allí”.
    De El Paso a Ciudad Juárez, sólo hay que cruzar un puente, se puede ir y venir perfectamente en un día, en una noche de juerga, tomarse unas cervezas del otro lado y regresar a casa en territorio americano. Así de simple.
    Quizá por ello la razón de la seguridad interna no debe verse más con lisonja ni con concesiones que tanto daño han ocasionado a la sociedad mexicana.
*Economista y columnista especializada. Es candidato a doctor por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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