“La despedida”, de Milan Kundera, una novela con matiz autobiográfico en “MaxiTusquets”

Una novela que replantea
en su trama las eternas
preguntas. Quién soy,
para qué vivo…
Foto: Cortesía 'Tusquets Editores'

Por Osvaldo Frías Chávez
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 21 de marzo de 2009. Con una profundidad ética y filosófica, Milan Kundera nos plantea la posibilidad de cuestionarnos si vale la pena vivir en este mundo, donde la monotonía y la frivolidad del hombre lo vacían, como si pudiera resultar la existencia a partir de todas las vicisitudes entre la vida y la muerte.

Encarnados por un pequeño grupo de personas muy distintas entre sí, tienen lugar estos acontecimientos en un balneario para mujeres infértiles, ubicado en un hermoso valle, como perdido en el mundo, donde todo puede pasar en un instante, o donde simplemente la vida sigue sin grandes cambios.

Es posible notar un matiz autobiográfico en “La despedida” (Tusquets Editores, México, 2009), incluida en la colección “MaxiTusquets”, ya que el protagonista, Klima, guarda ciertas características propias del autor,  recordemos que Kundera fue pianista de jazz, además de la formación como músico inculcada por su padre, estudió literatura y cine, esto aunado a otras actividades que de alguna manera se reflejarían en su novela, que lleva un título bastante apropiado para un relato donde los personajes atraviesan una serie de situaciones que anuncian un final y un desenlace que cambiará sus vidas por completo, pero que pareciera que vienen esperando desde hacía mucho tiempo.

Kundera va tejiendo un complicado juego, donde personas que se conocen de toda la vida terminan interactuando con desconocidos que irónicamente cambian su destino a veces sin proponérselo. Los temores hacen acto de presencia, temores de no pocos con respecto a su misma existencia, temores que a veces nos perjudican más de lo que podemos imaginar, cosas tan simples y banales, pero que no nos atrevemos a enfrentar.

El autor desnuda todos estos miedos y sentimientos escondidos, la joven enfermera, dispuesta a escapar de este terrible destino en el apacible balneario, el trompetista al que la vida le jugó mal las cartas y vive la peor angustia que jamás imaginó. Las mujeres son las protagonistas de esta historia, es la mujer la que mueve al hombre, la que lo empuja a hacer cosas impulsivas y estúpidas, el amor, que no puede explicarse con palabras, necesita justificarse con acciones banales y sin sentido, es el motor de la mayoría de los involucrados en este relato, ya sea un amor hacia la pareja, unos celos insoportables o simplemente delirios de grandeza evolutiva.

Los hombres tampoco tienen un papel sumiso en esta trama, con ideas propias de dictador, un doctor planea cambiar el mundo, mientras que su amigo el farmacéutico no tiene mayor esperanza y piensa que la vida es una tortura; por el contrario, el trompetista Klima parece no tener una postura clara ante la vida, su cobardía y su indecisión logran que no pueda más que vivir en la incertidumbre de no saber a quién amar, o de tal vez negarse a resignarse de que su vida es vacía y sin sentido a pesar de la fama y de la vida que pudiera tener una estrella de su categoría.

El escritor checo logra atrapar al lector, haciéndolo parte del juego, con una extraña sensación de familiaridad, como si estuviera hospedado en el hotel, tomando una copa de vino con el doctor, presenciando el concierto del trompetista, o por qué no, tomando lugar en la piscina junto a Ruzena y Olga, o tal vez en las charlas tan profundas y a la vez cotidianas que realizan los personajes.

Se tocan unas fibras muy sensibles cuando se preguntan cosas como la importancia de la vida y su correcto aprovechamiento, sentimientos a flor de piel, la sensación de tener el control, de tener por lo menos por un momento, la impresión de escapar, de empezar de nuevo hacia una nueva vida, de recuperar esa juventud perdida, esperando ser reclamada nuevamente.

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