“Todo nada”, de Brenda Lozano, o el dolor también es una buena novela

 

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

A Rosa Rodríguez Trejo, por las historias comunes compartidas

Ciudad de México. 13 de marzo de 2009. Podría tratarse de una novela de la pérdida, podría tratarse de una novela de la ausencia, podría tratarse de una novela de la identidad y la pertenencia, podría tratarse de una novela del tiempo transcurrido (¿perdido?, o simplemente sobre el tiempo, que en realidad casi nunca es nuestro) como metáfora de lo mejor de nuestra vida en oposición al actual, podría tratarse de una novela sobre la memoria como recurso para descifrar o cifrar la existencia de un ser querido, podría tratarse de una novela del abandono, de la incomunicación, del desamor, de un ser excéntrico, de la educación sentimental, de la lectura, de la actual clase media mexicana, de la inutilidad de las acciones humanas para evitar la muerte o contra las chapuzas de la vida, de un falso suicidio, del ser sólo en relación con el otro –o sea, del no ser o no tener a alguien que te diga te quiero mucho, te abrace, te acompañe al cine, a cenar comida chatarra, te miente la madre, al calor de las disputas, de vez en cuando…–, de una mujer joven que no halla de dónde asirse para no naufragar en un entorno patriarcal, anquilosado, anacrónico y caduco, pero fundamental…

“Todo nada” (Tusquets Editores, México, 2009) es la primera novela de Brenda Lozano en la que se imbrican –la mayoría de las veces afortunadamente– las historias de un anciano médico gastroenterólogo y su nieta consentida –¿o a la única que quiere?–, Emilio y Emilia Nassar, mediante los intentos de respuestas que hace ésta para erradicar la angustia, el dolor, el desasosiego por la pérdida del único ser humano que la atiende y le confiere una importancia que, aparentemente, nadie más le otorga, ni siquiera José, su último novio, quien seguramente no le hubiera hecho ninguna gracia al anciano despotricador.

Pero esta novela de título ambiguo también nos revela a una narradora interesante, puntillosa, que se bate a capa y espada con el lenguaje, con las frases, con las palabras, con la vida, que quiere escribir literatura verdadera –y, creo, lo consigue–; quizás éste sea su mayor mérito. Brenda Lozano (México, D.F., 1981) ha escrito su primera novela sin la pretensión de escribir una gran novela, simplemente movida por el deseo de regurgitar narrativamente, de contar los últimos ¿años, meses, días? de la vida de un ser extraordinario (nada ordinario, pues) a través de la mirada de una mujer joven que, presa de la angustia, no tiene a nadie que le dé sentido a su huera existencia (cuestión que no llenan el cine ni la literatura, y sí, soterradamente, a duras penas, el amor con su disfraz sexual) y, en el fondo, como su respetable y maníaco abuelo, quisiera ser escopeta y tirarle a los patos. Es decir, ontológicamente, ser alguien en la vida. ¿Qué? Quién sabe, pues, a pesar de que Emilia, la narradora, se plantea múltiples preguntas, no se vislumbra ninguna respuesta certera, ningún camino vital por recorrer, excepto contar, hablar, decir, enunciar: ser contando, aunque la vida y sus placeres sólo parecen intimidarla, quedándose únicamente con los demonios, sin afectos, en la soledad de su departamento.

Así, pues, Brenda Lozano ha escrito “Todo nada”, una novela sencilla (es decir, lograda), con ligeros experimentos estructurales (capítulos largos y otros de una sola línea, en una especie de juego de espejos entre el abuelo inmenso y la joven extraviada, entre el desvelar la personalidad de uno y la constante incertidumbre de la otra), pero de una gran honestidad intelectual. Con esta novela, a la que, al parecer, le costó mucho poner el punto final (o dónde ponerlo, si antes o después de esos, para mí prescindibles, breves capítulos finales), inaugura una voz, un tono, un estilo propios en la literatura mexicana actual, que auguran, como creía Emilia Nassar, posible álter ego de la autora, la producción de una futura obra maestra.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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