Recital en memoria de la soprano y maestra mexicana Irma González

Silvia Rizo se lució en el concierto
homenaje a la que fue su
maestra de toda la vida
Foto: Cortesía Prensa/INBA

Por Gregorio Martínez Moctezuma

Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 3 de marzo de 2009. El viernes de la semana pasada , la soprano Silvia Rizo y el pianista Ángel Rodríguez realizaron un homenaje póstumo en honor de Irma González, excelente soprano y maestra de varias generaciones de cantantes en México, en la Sala “Manuel M. Ponce”, del Palacio de Bellas Artes.

De acuerdo con un comunicado de prensa del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el recital fue organizado por su Coordinación Nacional de Música y Ópera dentro del “Ciclo Vocal” y sirvió para recordar a una artista que, luego de triunfar en los escenarios y salas de grabación, consagró medio siglo de su vida para formar a varias generaciones de las mejores voces nacionales.

Las obras que integraron el programa fueron “Seis poemas arcaicos” y “Serenata”, de Manuel M. Ponce (1882-1948); “Marinero en tierra”, opus 27, de Rodolfo Halffter (1900-1987); “Canción desesperada”, de “Tres poemas” de Jorge González Durán, número 3, de Carlos Jiménez Mabarak (1916-1994), y “Ofrenda”, de Diego García de Paredes (Chile-México, S. XX).

Con estas piezas, Silvia Rizo, alumna de González en el Conservatorio Nacional de Música (CNM), y Ángel Rodríguez, pianista acompañante de cantantes como Rolando Villazón y Ramón Vargas, recordaron a quien fue un auténtico pilar de la cultura mexicana.

“Fue mi maestra desde que yo tenía 17 años. Recuerdo la manera en que nos corregía, me regañó cantidad de veces, era fuerte de carácter, pero tenía una profunda sensibilidad. Una mujer que había que conquistar, una guerrera en todos los sentidos”, apuntó Rizo.

Irma González

Falleció en diciembre de 2008, a la edad de 92 años, y formó parte de la llamada época de oro de la ópera en México, en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX; además, dejó un gran legado pedagógico. Fue alumna de piano de Manuel M. Ponce y discípula de canto de la legendaria María Bonilla. Inició su carrera en 1935 y, cuatro años después, con Carlos Chávez como director de la Sinfónica de México (hoy Sinfónica Nacional), realizó el estreno en México de la suite de la ópera “Lulú”, del compositor austriaco Alban Berg. Su debut operístico tuvo lugar en 1941 en “La flauta mágica”, de W.A. Mozart, y aún se recuerdan sus interpretaciones de “Madame Butterfly”, de Puccini.

Por más de 60 años se dedicó a la docencia en el CNM, donde conoció a figuras como Manuel M. Ponce, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Blas Galindo y Pablo Moncayo, entre otros. En 2004, el INBA le entregó la Medalla por la Excelencia Académica en Docencia, como reconocimiento a su trabajo en la formación de nuevas generaciones de cantantes.

Comentario a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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