Doña Crescenciana Borja, un ángel que vino al mundo a tocar

Doña Crescenciana empieza
a tocar y has de cuenta que
todo lo demás del mundo se
 me olvida porque el
 sonido que emite el violín,
un sonido tan dulce…
Foto: Cortesía Claudio Naranjo

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 12 de febrero de 2009. Durante el II Homenaje a músicos de Tierra Caliente “Juan Reynoso”, celebrado en el Centro Nacional de las Artes (CENART) los días 17 y 18 de enero de 2009, tuve la oportunidad de conocer y platicar con Claudio Naranjo, un promotor cultural michoacano que es todo un personaje y con el que tenemos un encuentro pendiente para charlar de su obra artística (sí, también es un artista).

Pero esta ocasión, Claudio, nacido en Apatzingán y director ahí del Centro Cultural Naranjo, nos habló de su encuentro con un ser humano excepcional, una mujer que tocó su sensibilidad y lo transportó a las esferas a las que sólo el arte tiene la facultad de trasladar: Doña Crescenciana Borja, “Doña Chanita”, como la conocen en El Chocolate, localidad del municipio de Turicato, Michoacán, donde radica la música invidente, quien no pudo asistir al CENART como una de las homenajeadas debido a problemas de salud.

Claudio, cuéntame, ¿quién es Doña Crescenciana Borja?

Bueno, voy a iniciar por decirte que yo, como fotógrafo, me habían pedido de CONACULTA que fuera a buscar a esta señora y darle la noticia de que se le iba a hacer un homenaje e invitarla para que viniera. Entonces, lo que pasaba por mi mente era: “Es una gran oportunidad de fotografías, pues se trata de una señora que es todo un ícono de la música, además mujer, emocionadísimo, yo sí voy”, dije, cómo no, y llevo la cámara y todo listo, ¿no? El trayecto fue difícil, pero llegamos a la casa de la señora, la encontramos, nos atendió muy bien, la veo delicadita, se ve finita de su cuerpo, delgadita, ¿no?, pero, cuando le comentó algo de la música, la señora creció… se puso tan emotiva cuando estuvo hablando de música, como que era su medio, su modo de expresarse, y empecé a verle una especie de luz, de ánimo tremendo. Le pregunto: “Oiga, ¿todavía tiene su violín, aún lo toca?”, “Sí”, “¿Podría tocar algo para que yo lo escuchara”, “Sí”, dice, y se va con trabajos, agarrándose de las paredes para traer su violín. Yo no había escuchado su música, para nada, ni la conocía a ella personalmente; llega con un violín de aproximadamente unos cien años de antigüedad, todo pues… ya maltratado por la edad, parchado por aquí y por allá con pasta. Nosotros siempre tenemos la costumbre de tener pensamientos y adelantarnos a muchas cosas, ése es uno de mis graves errores, bueno, entonces se acomoda el violín, empieza a afinarlo, agarra el arco pues… de una manera muy poco ortodoxa, ¿no?, así de esta manera, y empieza a tocar una melodía, hasta ahí yo ya me quedo… le había pedido permiso y estaba tomando fotos, pero cuando empieza a tocar, estaba a unos dos metros de ella, me quedo totalmente paralizado, has de cuenta que todo lo demás del mundo se me olvida porque el sonido que emite el violín, un sonido tan dulce… Yo creo que tiene mucho que ver con la forma en que lo toca y el tacto de ella, melodías que yo no conocía, que nunca había escuchado, y me quedo un rato ahí como hechizado con la música de ella. Ya no platiqué, ya no tomé fotos, ya nada, ¿no? Le pregunté si sabía cuál era el nombre de esas melodías, y me dijo que no sabía. Me contó que en un tiempo atrás ella perdió su memoria y que junto con ésta se fue todo su repertorio, que ella tenía uno suficiente como para tocar toda la noche sin repetir, y si repetía era porque la gente le pedía escuchar la misma canción otra vez, pero tenía un repertorio grande… se entristeció mucho porque había perdido su memoria. Para mí, eso fue algo increíble, ver la forma en que le sacaba el sonido a ese violín, no le ponía brea, las cuerdas estaban oxidadas, pero el sonido era totalmente fino, dulce, melodioso…

¿Qué tocaba, jarabes, sones…?

Tocaba como sonecitos y canciones, pero ella tenía un repertorio de todo tipo de música. Me comentó que a ella le enseñó un tío, y que ella no quería aprender a tocar ningún tipo de música, no se interesaba por la música, pero me dijo que su tío, que tocaba el violín, hermano de su papá, dejó de existir, y su papá, a quien le gustaba mucho la música, le dijo que tenía que haber música en la familia, y le dijo que tenía que tocar, “¿Qué quieres tocar?”, le preguntó el papá, y decidieron que el violín, “Pero yo no quería”, dice ella, “no quería tocar, no me gustaba la música, además porque era mujer yo no quería tocar, y porque no podía ver, pues tampoco, pero mi papá me hizo que aprendiera a tocar, y estoy muy contenta, amo mucho la música”, son palabras de la señora.

Con la pérdida de su memoria sin duda se perdió gran parte de lo que ella tocaba, ¿no?

Pues dice que últimamente está empezando a recobrar su memoria y poco a poco le van llegando melodías, aunque dice que la letra ya no la ha podido recordar para cantar. Por cierto, me comentó: “A mí me gustaría poder escuchar algunas de las entrevistas que me hicieron en televisión o cuando me grabaron para volver a escuchar esas canciones, escuchar cómo cantaba”, muy emocionada la mujer. Además, bueno, esto no es propio de toda la gente que no puede ver, pero cuando se emocionaba incluso aplaudía de gusto, de que estaba siendo partícipe o regalándome algo de su memoria, con mucha emotividad, hacía sus manitas así, bien padre.

Por cierto, van a hacerle un homenaje en Turicato, ¿no?

Fíjate que sí, ya se decidieron las fechas para hacerle un homenaje en su casa. Este homenaje no va a ser un homenaje con programa, no va a ser con conducción, no va a haber un grupo específico para amenizar. Lo que se trata de hacer es que va a ir gente de CONACULTA, de la Secretaría de Cultura de Michoacán (SECUM) y gente que toca música y que ama estar en este tipo de eventos y que cree que hay que hacerle un homenaje para ella, que se sienta el centro, que ella pueda estar tocando y disfrutando…

En su casa…

Sí, en su casa.

¿La fecha?

Pues la fecha es el día 13 de febrero.

Es viernes, ¿no?, lo hubieran hecho el 14, que es sábado y así más gente podría estar con ella, gente del pueblo, que la conoce y aprecia, pues en viernes están trabajando en sus labores…

Porque, bueno, por ajustar entre CONACULTA y la SECUM se decidió que el 13 era más propio para el homenaje.

Temprano, me imagino…

Sí, hay que salir a las siete más o menos de Morelia, para llegar a las once a la casa de ella.

¿Entonces es una persona con una magia especial para tocar y transmitir la música?

Yo siento que más que todo… bueno, sí tiene un tesoro guardado ahí y ojalá que se pueda de alguna manera rescatar, si no para recordar, siquiera para que los músicos jóvenes la disfruten y puedan emular en parte o tratar de descifrar lo que ella hace porque a menos de que te enseñen didácticamente, pues lo demás tú lo tienes que hacer descifrando las piezas, la forma en que ella toca. Lo que sí me pareció increíble, increíble, fue el resultado de su ejecución, a pesar de las vicisitudes, su instrumento, ya oxidadas las cuerdas, viejísimo, quebradito y todo eso, pero maravilloso. Yo creo que ella aún nos puede enseñar mucho, espero que su memoria se vaya recuperando poco a poco, y pues estar al tanto para poder documentar esa parte.

¿No sabes la fecha de su nacimiento?

Pues ella me dijo que tiene 79 años, su tío murió en los treinta, ella tenía aproximadamente 11 años, aunque yo creo que ella sí recuerda cuándo es su cumpleaños, porque, y eso nomás lo estoy especulando, tenía en mente una fecha y sabía cuándo iba a caer, y yo supongo que era en su fecha de nacimiento.

¿Deseas agregar algo de la señora?

No, más bien acerca de mi encuentro con ella, pues más que una encomienda fue todo un regalo para mí, tener la oportunidad de estar frente a la historia, incluso poder traer con mis palabras lo que ella me regaló, una experiencia que difícilmente se puede encontrar, no es algo que te encuentras a la vuelta de la esquina. Ojalá que yo pudiera tener la oportunidad de ir conociendo poco a poco a este tipo de personas, más bien personajes, porque creo que de alguna manera también nosotros podemos relegar pues estos conocimientos, cuando menos estas memorias, que son tan importantes. Como platicábamos antes tú y yo, nos da identidad la música que nosotros tocamos, nos da identidad no solamente en las ciudades o en el pueblo, en nuestro país, sino fuera de éste, en el extranjero. Hablando de eso, fíjate que nuestra música es tan aceptada en otros países, yo que realmente no toco gran cosa, cuando estaba en Estados Unidos, con mis amigos, agarraba una guitarra y tocaba una que otra piececita, la cantaba ahí, ¿no?, a mi forma, y ellos creían que era algo tradicional y se emocionaban muchísimo porque estaban escuchando algo, según ellos, de lo nuestro, de mi tierra, y esto te lo digo porque ellos aprecian mucho nuestras tradiciones y nuestra cultura; lamentablemente no es lo mismo en nuestras tierras, pero debería serlo.

Ojalá que así sea pronto.

Ojalá que sí.

Muchas gracias, Claudio.

Gracias a ti.

Mañana, viernes 13, una comisión encabezada por Ana Zarina Palafox, coordinadora del Programa de Desarrollo Cultural de Tierra Caliente del CONACULTA, y Martín Godoy, titular de la Dirección de Vinculación e Integración Cultural de la Secretaría de Cultura de Michoacán (SECUM), arribará a El Chocolate a darle una satisfacción (y, supongo, una beca vitalicia o un dinerito) a doña Crescenciana Borja, un ángel que vino al mundo a tocar, a pesar de que su mundo se reduce a esta alejada comunidad michoacana donde sólo de vez en cuando, muy de vez en cuando, Dios se acuerda de sus ángeles.

Comentarios a esta nota: gregorio.martínez@azteca21.com

 

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