Corridón: Ponce y Macías cortan rabo, el de “El Cejas” protestado; Adame, 1 oreja que debieron ser 2

 Corridón: Ponce y Macías cortan rabo, el de “El Cejas” protestado; Adame, 1 oreja que debieron ser 2
Ponce hizo un faenón de
antología y la plaza se
 le entregó por completo
Foto: Cortesía lamexico.com

Por: Paco Prieto
Cronista taurino Azteca 21

Ciudad de México.- 8 de Febrero del 2009.- El regreso de Enrique Ponce a la plaza de toros México, luego de dos años de ausencia, fue para confirmar la alternativa española de un joven torero de Aguascalientes, Joselito Adame, y actuó como testigo Arturo Macías, “El Cejas”, otro torero de Aguascalientes. Si añadimos que de Aguascalientes viene también Mario Aguilar, que dio varias tardes novilleriles excepcionales en España el pasado año, pues no cabe duda de que la escuela taurina de esa ciudad y los numerosos festejos que en la plaza de San Marcos se celebran están dando resultados óptimos.

Pero también el regreso de Ponce coincidió con que se lidiase un encierro de San José, ganadería que se formó con empadres de Buendía y de Paco Camino, que es puro Santa Coloma, algunos, sin embargo, con mezcla de Moreno de la Cova, que es puro Marqués de Saltillo. Santa Coloma es de procedencia Vista Hermosa, al igual que el Marqués de Saltillo y las de Domecq. Habría que añadir que algunos de esos toros tienen una mezcla de Saltillo mexicano vía Llaguno y San Martín. Sucede que aunque hay un tronco común, a través de los años, debido a empadres y modos de crianza, Vista Hermosa conoció animales con diferencias morfológicas importantes.

El encierro ha sido el mejor de la temporada y de los seis toros que se lidiaron, cinco tenían trapío, cuatro fueron bravos, nobles, tuvieron recorrido y no fueron toros bobos; los dos primeros merecieron el arrastre lento que el juez no concedió al más bravo, enrazado y por ello mismo complicado de la tarde, que fue al que Macías cortó el rabo, o sea, el quinto de la tarde.

El primero de la tarde se llamó “Sueño” y fue un toro hecho y derecho. En él, Joselito Adame se mostró como un capotero grácil y elegante. Tanto en el lance a la verónica como en sus lances cambiados y sus recortes muestra seguridad y no deja caer el ritmo. Como banderillero, aunque falló un par, lo hizo con soltura y precisión clavando los pares en todo lo alto. Muleta en mano, torea como muchos españoles al uso (no hay que olvidar que su carrera novilleril transcurrió en España y que fue en Francia donde recibió la alternativa), es decir, cita por el pitón contrario para luego atraer el toro hacia sí y pasárselo en torno a la cintura. Fue una faena aseada con momentos de inspiración y de emoción que, coronada con un estoconazo, le valió una oreja pedida mayoritariamente.

Con el que cerró plaza, mostró, aparte de lo que ya había hecho ante su primer enemigo, que puede ser un banderillero soberbio y uno de los pares, de adentro hacia fuera, fue de antología. Con la muleta enceló a un toro que se resistía y andaba a la defensiva hasta prenderlo en su muleta para no dejarlo ir. Otro estoconazo y petición mayoritaria que el juez no atiende. 

Enrique Ponce ha hecho una de sus mejores faenas en la plaza México ante “Notario” y sin lugar a dudas la más elegante. Con el capote, su verónica señorial rematadas las series con recortes de alta orfebrería y con la muleta una faena con pases de todas marcas que, según avanzaba, era mayor el dominio sobre el toro hasta pasárselo en las últimas series sin que le rozase siquiera el vestido en pases que no podían ser más ceñidos.

Uno redondos ligeramente arqueado el cuerpo como si se tratase de doblones de rodillas que nunca le habíamos visto enloquecieron a los tendidos y ni se diga los cambios de mano magistrales. Faena larga terminada con una estocada que hizo caer y rodar al toro, un juez que da dos orejas y un público que pide el rabo que aquél, merecidamente, otorga. Su segundo fue un toro difícil, abanto, con genio, donde Ponce sacó muletazos hondos que fueron un magisterio de cómo hacer arte con un animal con el que la mayoría no hubiese hecho sino una faena de aliño. 

Arturo Macías, “El Cejas”, ha demostrado que no tiene complejos, que se crece en situaciones de desafío y que evoluciona para bien. En el primero, el malo de la tarde, estuvo, como siempre, valiente y aun temerario, pero ya sin efectismos ni gestos teatrales de dudoso gusto. En su segundo, el más bravo de la tarde, un animal noble y con recorrido, pero al que hay que cambiarle la lidia porque aprende pronto, Macías mostró el oficio que ha adquirido, confirmó su valor y logró series en redondo magníficas. Mató de un estoconazo y el juez concedió dos orejas que era lo justo, pero el público exigió el rabo y la autoridad, sea por debilidad frente al público o por miedo al empresario Herrerías, acabó por otorgarlo.

Como resultado,  las protestas de más de un cuarto del aforo no se hicieron esperar. Fue una excelente faena, sí, pero un rabo en la México debe tener excepcionalidad, como fue la faena de Enrique Ponce. Un aficionado de sol, cuando salió el último de la tarde, manifestó el sentir general: “Córtale el rabo, Joselito, que en esta plaza es fácil”. En realidad, en la plaza México no fue, por cerca de cincuenta años, nada fácil cortar un rabo. Qué pena que el rabo se haya abaratado en la plaza más grande del mundo. 

Una excelente entrada, sólo superada y no por mucho, la tarde en que toreó José Tomás. Casi se llenó el numerado y casi se registró un cuarto de entrada en generales. 

Comentarios a esta nota: paco.prieto@azteca21.com

Redacción Azteca 21

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