Alrededor de 57 mil personas acuden a 14 zonas arqueológicas del país, para ver los astros

La 'Noche de las Estrellas' congregó
 a 8 mil 500 personas
 en Tzintzuntzan, Michoacán
 Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 1º de Febrero del 2009.- (CONACULTA) Eran las cuatro de la tarde del sábado 31 de enero. Cientos de personas esperaban ingresar a las 14 zonas arqueológicas del país en las que se desarrolló el programa de divulgación científica Noche de las estrellas. El recuento final indica que se reunieron alrededor de 57 mil personas, lo que supera por mucho el pronóstico de las instituciones organizadoras.

 

Esto es muestra de que a la gente le agrada disfrutar de los sitios prehispánicos por la noche y que la arqueología, junto con la astronomía, generan pasión, reflexionó Laura Pescador, titular de la Coordinación Nacional de Arqueología.

 

Organizada conjuntamente entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Embajada de Francia en México, la actividad forma parte de la conmemoración del Año Internacional de la Astronomía y se enmarca en las actividades por el 70 aniversario del INAH.

 

La Noche de las estrellas congregó a 8 mil 500 personas en Tzintzuntzan, Michoacán; 2 mil 500, en  Dzibilchaltún, Yucatán; 5 mil 500 en El Cerrito, Querétaro; 9 mil 200, en Teotihuacan y 5 mil en Calixtlahuaca, Estado de México; 3 mil 800 en Xochicalco, Morelos; 600 en La Pintada, Sonora; 3 mil en Monte Albán, Oaxaca;  3 mil, en Cholula, Puebla; 2 mil en Edzná, Campeche; 5 mil en Xochitécalt, Tlaxcala; 3 mil 500 en Plazuelas, Guanajuato; y 2 mil 300 en La Quemada, Zacatecas.

 

En tanto que en Boca de Potrerillos, Nuevo León, entraron 100 personas; debido a las características del sitio las actividades fueron por la mañana; el público puedo observar las manchas solares. La jornada de horario extraordinario tuvo saldo blanco.

 

Así lo informa la arqueóloga Pescador Cantón, coordinadora nacional de Arqueología, quien ofreció un balance de este programa desde la Zona Arqueológica de Tzintzuntzan, en Michoacán.

 

Pescador dijo que si bien entre el público hay una noción del conocimiento de los astros, los estudios de arqueoastronomía (especialidad de la arqueología que se dedica a observar los fenómenos astronómicos reflejados en los monumentos prehispánicos) necesitan mayor difusión, incluso incentivar el intercambio de análisis entre astrónomos y arqueólogos.

 

Hay avances en este sentido; por ejemplo, en el Seminario de Pintura Mural Prehispánica en México, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, participan arqueólogos del INAH, y en el último volumen de la obra La Pintura mural prehispánica en México, dedicado a Oaxaca, el Seminario ya incorporó estudios arqueastronómicos.

 

Por otro lado, señaló Pescador, es de relevancia para el Instituto que en su aniversario número 70 por primera vez realice junto con la UNAM una difusión seria pero no formal, es decir, no técnica, sino a través de actividades lúdicas del conocimiento astronómico que tenían los antiguos mexicanos, paralelamente al conocimiento de los cuerpos celestes derivado del avance tecnológico, a partir del invento de Galileo Galilei; por eso el programa se nombró Noche de las estrellas. El cielo de nuestros antepasados.

 

Recordó que en todas las sociedades antiguas de nuestro país hubo una cosmogonía relacionada con los astros, representados en objetos de cerámica, hachas, pectorales y códices. Los antiguos mexicanos tenían un conocimiento preciso del funcionamiento de la bóveda celeste, a partir de la cual hicieron los calendarios con los que regían sus ciclos agrícolas, la guerra y el comercio.

 

Así mismo, en todos los sitios prehispánicos normalmente hay una referencia de los astros, la más evidente es la relacionada con el Sol y muchas veces con los ciclos de la Luna; otro de los astros importantes es Venus, incluso una de las deidades más conocidas del México antiguo tiene esta advocación: Quetzalcóatl, como Estrella de la mañana.

 

La Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) también cuenta con un seminario permanente de arqueoastronomía, en el que participan astrónomos como Jesús Galindo, de la UNAM,  además de antropólogos y arqueólogos, quienes estudian este reflejo de los astros en las culturas del México antiguo.

 

A partir de sus estudios han encontrado que éstos están vinculados con ciertos edificios; o bien que hay estructuras dedicadas a la observación de los astros, como la cámara astronómica de Xochicalco, en Morelos, o El Caracol, en Chichén Itzá, Yucatán; también que dentro de los factores para la orientación de muchos edificios, y en algunos casos de la ciudad completa, está el movimiento de algún astro.

 

Pescador explicó que el criterio para elegir a las zonas donde se llevó a cabo el programa no fue arbitrario, sino en función de tres aspectos: primero, que se contara con estudios arqueoastronómicos en la región, para que dichos conocimientos formaran parte del programa de actividades didácticas.

 

En segundo lugar, que se contara con telescopios y con el personal capacitado en términos de astronomía, a cargo de la UNAM, del IPN o de universidades estatales, para ofrecer las explicaciones al público; y en tercero, que el estado contara con una sede de la Alianza Francesa; es decir, que participaran las instituciones organizadoras.

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