Restauran máscara con que fue ataviado el rey Pakal al ser depositado en su cámara mortuoria

La valiosa pieza erá exhibida en
 2009 junto a la reproducción
 de la cripta del gobernante
 de Palenque en el Museo
 Nacional de Antropología
Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 26 de Diciembre del 2008.- (CONACULTA) Una de las máscaras de jade que forman parte del cinturón ceremonial con que fue ataviado Pakal —uno de los principales gobernantes de la ciudad maya de Palenque, Chiapas—, al ser depositado en su cámara mortuoria, fue restaurada por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como parte del Proyecto Máscaras Funerarias.

Sofía Martínez del Campo Lanz, responsable de esta iniciativa de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones (CNME) del INAH, dio a conocer que el ensamblaje de este rostro de mosaico duró aproximadamente cuatro meses, un lapso corto, en consideración de su menor tamaño y complejidad, respecto de otras piezas del mismo tipo ya intervenidas.

Se trata de un ornamento compuesto por 49 teselas o piezas de jade en lo que corresponde a la careta, ésta mide 12 centímetros de largo por 13.5 de ancho, y 7 de altura. A su vez, en la parte inferior tiene tres hachuelas (artefactos de forma subrectangular tallados toscamente) de pedernal, de 15.5 por 5 centímetros.

La pieza, que pertenece al Periodo Clásico (300-900 d.C.), será exhibida en 2009 —aún no se tiene fecha programada— junto a la reproducción de la cripta del gobernante de Palenque, en la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología, en la ciudad de México.

Con anterioridad —anotó Del Campo Lanz—, se restauró otra de las máscaras que conforman el cinturón ceremonial de K’inich Janaab Pakal, la cual representa un rostro viejo; mientras, el mosaico lateral que se trabajó este 2008, alude al semblante de un joven. Estos objetos proceden del Templo de la Inscripciones, donde el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier descubrió la cámara funeraria del ahaw (señor), en 1952.

“Estos dos rostros de mosaico fueron ‘matados’ (destruidos intencionalmente como parte de un ritual) sobre la lápida, sus teselas estaban mezcladas con otros cientos de piezas de jade, las cuales se colocaron como ofrenda.”

“El registro fotográfico del hallazgo fue muy valioso para darnos los lineamientos en la restauración. Hubo que observar una y otra vez, esos cientos de teselas, con el propósito de seleccionar las que correspondían a la máscara y otorgarle la forma anatómica adecuada, con respeto al patrón de manufactura”, explicó la restauradora.

El Proyecto Máscaras Funerarias, que comenzó en 2001 con la restauración de la máscara mortuoria de Pakal, ha permitido la recuperación de 13 mascarillas procedentes de distintas zonas arqueológicas del área maya. Se trata de una labor interdisciplinaria que ha rescatado, incluso, las variantes faciales de los distintos pueblos que pertenecieron a esta cultura.

Así, han sido recuperados cuatro caretas en jade de Palenque, e igual número provenientes de Calakmul, Campeche. De Dzibanché, Quintana Roo, se intervinieron tres; una más es originaria de Oxkintok, Yucatán; y otro ejemplar es de La Rovirosa, también en Quintana Roo. En todos los casos se cuentan tanto máscaras funerarias, como rostros de mosaico correspondientes a cinturones ceremoniales y pectorales.

Para Sofía Martínez,  los avances del Proyecto Máscaras Funerarias pueden dividirse en dos aspectos. Por una parte, “se encuentra el reconocimiento de las formas y de la fisonomía de la plástica maya, lo que facilita la restauración de los mosaicos cuando no existe un registro arqueológico de contexto o el testimonio del arqueólogo que lo excavó.”

“Otro de los cometidos era comprender el significado las máscaras funerarias; ahora tenemos un conocimiento que antes no existía. Es decir, cuando se descubrió la máscara de Pakal se pensaba que ésta podía representar al personaje enterrado, pero por el color de la piedra, también se consideró que fuera una personificación del dios del maíz.

“A las máscaras localizadas en otros sitios, no se les dio la debida importancia. Los mosaicos faciales, al igual que los estucos o las representaciones de gobernantes en las estelas, están plenos de símbolos que hablan de la relación entre los mayas y los mundos sobrenaturales. El recuperar sus formas originales nos permite leer todo ese significado”, argumentó la experta.

En la actualidad, el Proyecto Máscaras Funerarias trabaja en la reconstrucción del ajuar de concha de caracol, proveniente de la Estructura III de Calakmul. En un montaje previo, este conjunto se exhibió como si estuviera constituido por collares y sarteles, cuando en realidad se trata de una especie de manto, según la descripción de la arqueóloga Sophia Pincemin.

En el marco de lo que será el 70 aniversario del INAH, en 2009, se prevé la edición de una obra a propósito de las máscaras mayas que han sido restauradas. Es necesario citar que tras estos ensamblajes está la realización de estudios mineralógicos, identificación de conchas (cuando es el caso) y seguimientos antropométricos.

“En México se sabe que existen, de manera aproximada, 28 o 30 máscaras de jade, el proyecto ha intervenido 13, casi la mitad de las que se conocen. La intención es continuar la restauración con la metodología aplicada hasta ahora.

“Por ejemplo, si elaboramos el soporte del mosaico en madera y estuco (que eran los materiales originales) puede haber desprendimiento debido al trabajo natural de los elementos, por el contrario, una base de resina sintética es más estable. Además de devolverle su originalidad, debemos garantizar la preservación de la máscara. No podemos correr riesgos“, concluyó Sofía Martínez del Campo.

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