Las pastorelas fueron utilizadas para la evangelización de los indígenas

Estas representaciones tuvieron
su origen en la Italia del siglo XVI,
 gracias a los frailes franciscanos
 Foto: Cortesía CONACULTA

Ciudad de México.- 23 de Diciembre del 2008.- (CONACULTA) A decir del dramaturgo Armando de María y Campos, las pastorelas son una representación teatral del nacimiento de Jesús, la llegada de los Reyes Magos y la lucha constante entre el bien y el mal, representada por ángeles y demonios.
 
 
El nombre de pastorelas lo adquieren porque los principales actores son unos pastores que luchan contra las tentaciones que les presenta el demonio mientras buscan a Jesús, que ha nacido en un portal de Belén.
 
 
El teatro pastoral tuvo su origen en Italia en el siglo XVI, gracias a los frailes franciscanos, quienes también lo trajeron a México durante la conquista espiritual después de la llegada de los españoles.
 
 
Las pastorelas fueron utilizadas para la evangelización de los indígenas, ya que de forma graciosa, los frailes enseñaban el catecismo y daban a conocer a los indios la vida de Jesús. A los indios les gustaban mucho las pastorelas porque estaban acostumbrados a los bailes, mitotes o pantomimas de sus celebraciones y así sentían que podían conservar sus tradiciones.
 
 
Las primeras pastorelas en México fueron promovidas por Fray Juan de Zumárraga, quien ordenó en 1530 la escenificación de la "Natividad Gozosa de Nuestro Salvador", o sea del nacimiento de Jesucristo.
 
 
Después en 1550, se representó por primera vez la "Adoración de los Reyes Magos", que fue escrita en náhuatl por Fray Andrés de Olmos y se presentó en las capillas abiertas de los conventos que sirvieron de escenario.
 
 
Muchas pastorelas fueron escritas, algunas de autores desconocidos y otras de escritores famosos como Joaquín Fernández de Lizardi o Mariano Sarmiento, pero todas se caracterizan por ser de tipo religioso, sencillas, alegres y frescas. Están escritas en verso y con bromas que hacen reír a los asistentes.
 
 
Los personajes en todas las pastorelas son los mismos: María, José, el Niño Dios, los Reyes Magos, los ángeles, el diablo y los pastores como Gila, Bato, Blas y Bartolo.
 
 
Después de muchos alegatos entre los pastores y de las luchas entre el bien y el mal, en donde el triunfador, por supuesto es el bien, la pastorela termina con el nacimiento de Niño Dios y la alegría de todos los asistentes, quienes después comparten tamales, atole calientito, ponche y otros platillos tradicionales.
 
 
San Francisco de Asís fue el primero que tuvo la idea de representar el nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén; llegó a la gruta de Greccio la víspera de la Navidad de 1223, y fue entonces que, con ayuda de su amigo Giovanni Velita, construyó una cuna y agrupó a su alrededor las imágenes de María, José, el asno, el buey y los pastores que adoraron al Salvador recién nacido.
 
 
Esta costumbre, que se ha extendido por todo el mundo, en México tuvo una particular variación: en el siglo XVI se le comenzó a representar teatralmente con el nombre de “Pastorela”.
 
 
Las pastorelas, creadas a partir de la evangelización, representan pasajes del nacimiento de Jesús y la forma más acabada del teatro popular religioso que heredamos de España.
 
 
El dramaturgo Armando de María y Campos, en su obra Pastorelas mexicanas: su origen, historia y tradición, afirma que la tradición de las pastorelas se remonta a la cuna misma de la lengua, a diferencia de las posadas, que son de origen exclusivamente mexicano.
 
 
"El teatro pastoral, el de la pastorela, nace en Italia (al igual que siglos más tarde en México) gracias a los franciscanos. Los religiosos se sirven de ella para adoctrinar y propagar la religión cristiana”, aseveró el dramaturgo.
 
 
De María y Campos ilustró que la primera de las representaciones de que se tienen noticias en territorio mexicano aconteció en 1533 en Santiago de Tlatelolco, con la pastorela "El fin del mundo".
 
 
Concluyó que a los evangelizadores no les fue difícil implantar el drama litúrgico, ya que los indígenas estaban acostumbrados a representar en forma plástica lo concerniente a los ritos de la deidad que honraban, además tenían un repertorio de verdaderas obras dramáticas.
 
 
(ACO)

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