Un disco para admirar la
habilidad musical y vocal
de sus integrantes, la cualidad
de cantar con falsete,
amén de improvisar
musicalmente y versos
Foto: Cortesía 'Discos Corasón'
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Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21
Ciudad de México. 23 de diciembre de 2008. Una de las escasas satisfacciones espirituales asequibles a casi cualquier ser humano es la que le suscita escuchar música, buena música, la que le llega al corazón y remueve sus entrañas, la que le proporciona identidad y le sirve de espejo: para reconocerse, para recordar o fijar las raíces.
En este sentido, la música tradicional mexicana brinda esa posibilidad y ejerce una intensa fascinación sobre nuestra sensibilidad, y no se diga la regional, como la jarocha, la calentana, la istmeña, la arribeña y, por ejemplo, la huasteca, los sones huastecos.
De esta manera, escuchar “El caimán. Sones huastecos” (Discos Corasón, México, 1996) nos remite a un universo sonoro que poco tiene que ver con las grandes ciudades, las megalópolis, pues su instrumentación es básica (y mínima): violín, guitarra quinta huapanguera y jarana, y su fuerza de atracción reside en la habilidad musical y vocal de sus integrantes, en su destreza para ejecutar su instrumento y en la cualidad de cantar con falsete, amén de improvisar musicalmente y versos. En la facultad creadora y creativa de los tríos radica, por mucho, el encanto de la música huasteca.
Estas características las podemos encontrar representadas en la antología que nos ocupa, ya que nos permite conocer –musicalmente, claro– a tríos y músicos legendarios, así como disfrutar de versiones extraordinarias de sones huastecos, muy alejadas, en más de un sentido, de las que podemos escuchar de los tríos huastecos vigentes, tan enajenados en asimilar estilos y no en descubrir y desarrollar el propio.
Así, el disco compacto inicia con la participación de Los Caporales, integrado por Dionicio “Nicho” Ramos, violín; José Navarro, huapanguera y voz, y Mario Pérez, jarana y voz, quienes fueron grabados en Ciudad Valles, San Luis Potosí, en 1989, tal como lo consigna el útil cuadernillo anejo al disco. Ellos interpretan “El caimán”, “El apasionado”, “El cielito lindo” y “Las flores”. Ramos y Navarro, se anota, fueron parte de otro trío grande, Los Cantores de Valles. Un trío con balance entre sus instrumentistas, con brío en la ejecución, pero sin desbocarse, y muy buenas voces primera y segunda.
En seguida, Los Cantores de la Huasteca, grabados en Tampico, Tamaulipas, en 1980, tocan “Las poblanitas”, “La huasanga” y “El tepetzintleco” liderados por el renombrado violinista Juan Coronel Guerrero, que nos brinda una excelente interpretación de este último son. Juan Balleza Rodríguez, huapanguera y voz, y Martín Godoy Sánchez, jarana y voz, completan el trío.
Sigue el trío Huasteco del Ébano, grabado en El ébano, San Luis Potosí, en 1975. Integrado por Herminio Segura Valdez, violín; Juan Sánchez Juárez, huapanguera y voz, y Encarnación Zúñiga Hernández, jarana y voz, quienes interpretaron “El apasionado” y “La leva”, con un estilo lento, definido, sin aspavientos y unas voces sentidas, concentradas.
Luego viene una rareza o una joya, como se quiera ver: “El fandanguito” interpretado por Los Cantores de la Sierra en Ciudad Valles, San Luis Potosí, en 1971 (también se indica el año de 1972 como año de la grabación), que estaban integrados por Fortino Hernández, violín; Marcos Hernández, huapanguera y voz, y Joel Monroy, jarana y voz. Bueno, Marcos y Joel jóvenes, luciendo el brillo de su falsete (sobre todo el primero) y el poder de su rasgueo; muchos años después, volvieron a tocar juntos en Los Camperos de Valles, aunque Joel ya en el violín.
A continuación, el trío Perla Tamaulipeca, que fue grabado en Ciudad Valles, en 1994, interpreta “La Cecilia” y “El sacamandú”. Emilio Aguilar Coronado, violín; Oswaldo Castillo Castillo, huapanguera y voz, y José Asunción Torres Moreno, jarana y voz. Destaca especialmente el violinista.
Después sigue una voz femenina, Esperanza Zumaya, quien es acompañada por el trío Los Trovadores del Pánuco, formado por Genaro Martínez Alonso, violín, Mario González Ramos, huapanguera y voz, y Genaro Martínez Lacio; ellos grabaron en Pánuco, en 1989, “La llorona” y “La presumida”. Zumaya, sin duda, es una de las cantantes emblemáticas de la Huasteca e incluso hoy continúa cantando y vigente en su Pánuco querido y en toda la huasteca veracruzana.
Los Camalotes, otro trío legendario, interpretan “Las canastas” y “Las flores”. Genaro Martínez Alonso, violín, Lucio Villeda Palacios, huapanguera y voz, y Artemio Villeda Marín, jarana y voz, fueron grabados en Pánuco, en 1974. Un ejemplo claro del estilo pausado o lento de antaño, que muy pocos tríos poseen o ejecutan ahora.
En seguida, una auténtica revelación, por lo menos para mí, se trata de Los Hermanos Pérez Maya (Narciso y Cástulo, voces), quienes fueron grabados en Pueblo Viejo, Veracruz, en 1994, acompañados por Ismael Joel Monroy, violín; Marcos Hernández Rosales, huapanguera, y Gregorio Solano Medrano, jarana (nada menos que Los Camperos de Valles de años posteriores). ¿La revelación? La magnífica interpretación de los Pérez Maya (óigalos nomás y sabrá por qué lo digo).
Dinastía Hidalguense interpreta “El bejuquito” y “La malagueña”, que fueron grabados en México, D.F., en 1996. Integrado entonces por Anatolio Martínez Sánchez, violín; José Gayosso Solís, huapanguera y voz, y Juan Salomé Sánchez Castillo, jarana y voz, quienes lograron en pocos años ganarse un lugar destacado entre los tríos hidalguenses.
Los Caimanes cierran esta selección musical huasteca con “El cielito lindo” y “Las conchitas”, grabados en Tampico, Tamaulipas, en 1986. Agustín Espinosa, violín y voz; Felipe Turrubiate (sic), huapanguera, y Martín Godoy Sánchez, jarana y voz, son los artífices de dos versiones bien logradas, con muy buen acoplamiento de las voces e instrumentos.
Con “El caimán”, Discos Corasón completó una muestra retrospectiva valiosa de la música huasteca, pues sólo repite en éste al trío Los Cantores de la Sierra (pero no el tema interpretado) del disco dedicado a esta expresión musical en su “Antología del Son de México”. Ambas recopilaciones, de lo mejor de nuestra música tradicional, merecen estar en nuestras discotecas.
Comentarios a esta música: gregorio.martinez@azteca21.com
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