Presentan el libro “Retrato literario de un artista: Raúl Anguiano mi vida”, de Luz García Martínez

La reproducción del óleo
'Autorretrato', pintado en 1947,
 ilustra una de las páginas
 del texto autobiográfico
 del ínclito artista azteca
 Foto: Cortesía Brigita Anguiano

Ciudad de México.- 17 de Diciembre del 2008.- (CONACULTA) “Hablar de Raúl Anguiano es hablar de muralismo”, aseguró Guillermo Ceniceros para resaltar la importancia de este género en la obra del pintor jalisciense durante la presentación del libro Retrato literario de un artista: Raúl Anguiano mi vida.

 

Ceniceros insistió en esta particularidad de Anguiano –quien cultivó también grabado, caballete y escultura– en coincidencia con René Avilés Fabila, César Morales Hernández, Juan Luis Díaz de León, Jorge Arturo Maciel y Luz García Martínez, los otros participantes en la mesa de presentación del libro.

 

Todos ellos y la historiadora Bertha Taracena confluyeron asimismo en que la obra plástica de Anguiano (1915-2006) es un reflejo fiel y amoroso de lo que fue México en el siglo XX.

 

En todo lo que pintó “siempre enfatizó el ser mexicano”, mencionó César Morales Hernández, rector del Tecnológico de Monterrey en el Distrito Federal, quien aseveró que el creador plástico homenajeado “es uno de los artistas más perdurables de la cultura mexicana”.

 

Retrato literario de un artista: Raúl Anguiano mi vida fue presentado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Es un volumen de formato grande, en color e ilustrado con fotografías del pintor y su obra plástica.

 

El texto autobiográfico es resultado de una década de pláticas sobre su vida y obra con la periodista Luz García. Las entrevistas se realizaron en sesiones de dos horas cada fin de semana en la casa del autor en Coyoacán entre 1994 y 2004.

 

Una vez complementada la versión oral con notas de investigación documental en el archivo de Anguiano (cuadernos de apuntes, ensayos críticos sobre su obra, fotografías, etc), el borrador fue revisado exhaustivamente por el pintor y Luz García en 2005.

 

La viuda del artista jalisciense, Brigitte Anguiano, presente en la ceremonia, dijo en breve alocución de agradecimientos que Retrato literario de un artista puede ser considerado como un libro de memorias del muralista mexicano.

 

“Raúl Anguiano tuvo dos grandes sueños al final de su trayectoria vital. Uno de ellos fue dejar al pueblo de México su obra plástica en un museo. El otro fue dejar la historia de su vida plasmada en un libro. Ese libro es Retrato literario de un artista…”, añadió Luz García.

 

El texto está integrado con seis capítulos y un epílogo. Los temas desarrollados son: Anguiano en el Museo de Louvre, Los primeros trazos de vida, La Ciudad de México, Las etnias indígenas en la obra de Raúl Anguiano, El muralismo en la obra de Anguiano, Hojas sueltas y El fin de la jornada.

 

El escritor René Avilés Fabila dijo que la autobiografía de Anguiano está llena de secretos y revelaciones de toda índole porque el creador jalisciense fue un hombre que pudo haber destacado lo mismo en la literatura que en la política.

 

Avilés Fabila, autor del prólogo, recordó a Anguiano como “conversador envidiable”, memorialista extraordinario y narrador fascinante con cuya charla, al igual que con sus trazos de pintor y grabador, siguió en detalle los hechos más sobresalientes de la historia de México en el siglo XX.

 

Guillermo Ceniceros, muralista como el homenajeado, ubicó a Anguiano en la segunda generación del movimiento de la plástica mexicana junto con Rufino Tamayo, Chávez Morado, O’ Gorman y González Camarena, apenas unos años después de los fundadores de dicha escuela pictórica: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.

 

“Cuando Anguiano pintaba al mural usaba pinceles largos, de casi un metro, para tener mejor perspectiva”, reveló Ceniceros, autor de uno de los frescos de la estación Copilco del Metro de la Ciudad de México.

 

César Morales Hernández afirmó que cuando Anguiano pintó los murales del Tec de Monterrey Campus México “no lo hizo solo”, porque lo trazó en contacto permanente con alumnos, maestros, empleados y padres de familia, con quienes siempre conversó e intercambió puntos de vista.

 

Cuando terminó el mural La creación, al cabo de 80 días, dedicó el fresco a aquéllos en agradecimiento a la compañía y el afecto que le brindaron mientras realizaba su tarea. “Anguiano fue un mexicano de vida eterna”, finalizó Morales.
(ATR) 

Leave a Reply