Exposición “Alma Reed, fragmentos de un retrato”, rinde un homenaje a la periodista estadounidense

Peregrina de ojos claros y
divinos y mejillas encendidas
de arrebol…dice la letra de
 la famosa melodía que
 en su momento le
 fue dedicada a Reed
Foto: Internet

Ciudad de México.- 15 de Diciembre del 2008.- (CONACULTA) Incansable periodista estadounidense, Alma Reed fue aguerrida defensora de los más desprotegidos y una de las principales difusoras del renacimiento del arte mexicano que surgió a partir de los años 20, luego de la Revolución Mexicana; su máquina de escribir era su arma favorita, la letra y su alto sentido de la filantropía, sus municiones.

 

Sus vínculos profesionales y sentimentales estuvieron siempre ligados a México, por lo que en esta ocasión el Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, rinde un homenaje a la periodista mediante la exposición Alma Reed, fragmentos de un retrato, que estará abierta hasta febrero de 2009.

 

El recinto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) exhibe cerca de 190 piezas entre artículos personales y textos de Reed, así como otros objetos que si bien no fueron de su propiedad, tuvieron que ver con su vida y labor periodística. Destacan vestimentas mestizas, aretes, sombreros, reportajes escritos, tipografías y publicaciones de la época, entre otras.

 

Salvador Rueda, director del MNH, mencionó que la exposición ofrece un panorama más amplio de la historia a partir de personajes que él mismo cataloga como de “articulación”, es decir, aquellos que no fueron protagonistas directos de los acontecimientos pero que desde sus trincheras ayudaron a difundir los sucesos, como fue el caso de Alma Reed.

 

“Fue una mujer que sirvió de articulación entre las ideas y los hechos, en un periodo de la historia de nuestro país en el que los mexicanos se descubrían a sí mismos y que ella proyectó al exterior, tal fue el caso de José Clemente Orozco y Diego Rivera con su pintura mural”, agregó.

 

La muestra forma parte de los festejos previos del Centenario de la Revolución Mexicana, que el MNH organiza como parte de sus actividades permanentes. “A pesar de que Reed no fue una mártir de la guerra, si fue una pieza fundamental para la proyección cultural de México al mundo”.

 

Los que la conocieron y otros que investigan y recuperan su trabajo, se refieren a ella como la principal difusora del arte mexicano postrevolucionario, además de la causante de que esta vertiente se volviera parte de la actividad artística universal, siempre caracterizada por su toque cosmopolita.

 

Nacida en San Francisco, California, Estados Unidos, en 1889, Alma Reed se distinguió por sus esfuerzos a favor de los débiles y necesitados. Uno de los acontecimientos más sonados fue la defensa que hizo en 1921 de un joven mexicano sentenciado a muerte a los 17 años de edad, en la nación norteamericana. Ganó el caso y motivó la implementación de reglamentos que ayudarían en la futura defensa de los migrantes.  

 

El caso fue recuperado por la prensa mexicana, por lo que el entonces presidente Álvaro Obregón, la invitó a visitar México. En su estancia, Reed se encuentra con Orozco y Rivera en plena creación de algunos de sus murales más conocidos y, días después, se traslada a Mérida para ser testigo de las primeras excavaciones arqueológicas en Chichén Itzá, a cargo del arqueólogo Edward Thompson.

    
Tanto las expresiones artísticas muralistas como los descubrimientos arqueológicos, fueron abordados por la periodista en una serie de reportajes que se publicaron en el New York Times. A su regreso a Estados Unidos, el tabloide neoyorquino le encomendó una nueva visita a México, específicamente a Yucatán, donde conoció al que se convertiría en el amor de su vida, Felipe Carrillo Puerto.

 

“Reed estaba convencida que la responsabilidad del siglo XX era enlazar y ajustar cuentas con la historia; ella hacía justicia al ligar acontecimientos con el mundo, proyectaba a los creadores de la época como herederos de un pasado a partir del cual realizaron sus obras”, destacó Rueda.

 

Su ideología encontró eco en la de Carrillo Puerto, hombre de tendencias socialistas que formó parte de las filas de Emiliano Zapata durante la Revolución Mexicana. Ambos se enamoraron al grado que el entonces gobernador de Yucatán (1922) se divorció de su esposa para poder casarse con Alma Reed.

 

Él fue, en cierta manera, el principal responsable de que a la periodista se le conociera también como “La Peregrina”, luego de que encargara un poema a Luis de la Vega, musicalizado por Ricardo Palmerín, hecho que inmortalizó la canción que lleva el mismo nombre.

 

“La peregrina de la humanidad”, Alma Reed, murió en la Ciudad de México, el 20 de noviembre de 1966. Su legado se extiende a diferentes áreas de la actividad artística y filantrópica.

 

Alma Reed, fragmentos de un retrato se exhibirá hasta febrero del próximo año en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. La entrada es gratuita y el horario de visitas es de las 9:00 a las 17:00 horas.
 

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