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Ciencia y Tecnología - November 19, 2008

Diálogo en el ciberespacio con el arqueólogo Eduardo Matos


Mediante una charla, el
especialista explicó a los
cibernautas su conocimiento
de las culturas antiguas
Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 19 de Noviembre del 2008.- (INAH) Los nuevos recursos tecnológicos como los chats (charlas virtuales) o blogs se han convertido en una nueva opción de difusión del patrimonio cultural, de ahí que especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como el investigador emérito Eduardo Matos Moctezuma, participen en este tipo de espacios para propagar el conocimiento de las culturas antiguas.

En días pasados, el arqueólogo sostuvo un chat en el que resolvió las dudas de más de 70 personas que se interesaron en conocer más sobre los temas de la muerte y el sacrificio humano, en especial entre los aztecas.

Durante esta ciberconversación Matos Moctezuma dijo a sus interlocutores que la muerte, en todas las culturas, es algo que el hombre se niega a enfrentar y por eso crea lugares a donde ir después de fallecer. Los aztecas no eran ajenos a esto; en su cosmogonía establecieron tres sitios a los que llegaban “las esencias” de las personas muertas: el Sol, el Tlalocan y el Mictlan.

El Sol, de acuerdo con el investigador emérito, era la última morada de los guerreros muertos en combate o tomados prisioneros para el sacrificio.

El arqueólogo explicó que la sangre de los guerreros representaba para los aztecas el alimento del Sol, pues al ofrendarle “el sagrado líquido” evitaban que el astro rey detuviera su andar por el firmamento. Mediante estos rituales, los aztecas querían asegurar la continuación de la vida en la tierra.

El alimento (sangre) —explicó el antropólogo— provenía de los guerreros muertos en combate, pero también de aquellos que eran sacrificados con el filo de la obsidiana, por lo tanto para los aztecas y otras culturas, el sacrificio era una manera de ofrendar al Dios (en este caso el Sol) lo más preciado por el hombre antiguo: el hombre mismo. Después de muertos, los guerreros eran incinerados y enterrados mirando al Sol.

El investigador reconoció durante la plática virtual que el sacrificio no es parte de un acto de barbarie, sino una concepción del mundo diferente a la que existe actualmente. “El sacrificio humano es una práctica muy antigua que se dio en muchos pueblos agrarios, como los romanos, griegos y chinos, entre otros.

“Y no fue un castigo para los guerreros, porque al morir, éstos podían acompañar al Sol en su recorrido desde que sale en el oriente hasta el medio día.”

Sin embargo, apuntó el especialista, el morir sacrificado tampoco fue considerado un honor; el ser capturado en la guerra para ser sacrificado revestía un deshonor, “si no fuera así, todos (los guerreros) se hubieran dejado capturar sin pelear”.

De los otros lugares a donde llegaban “las esencias”, Eduardo Matos Moctezuma señaló que el Tlalocan, lugar del dios Tláloc, era el espacio destinado como la última morada de todas las personas que tenían una muerte relacionada con el agua, mientras que al Mictlan llegaban aquellos que perecían de cualquier otra manera.

Este tipo de charlas además de acercar el conocimiento de las culturas prehispánicas a los cibernautas, permite a los especialistas aclarar algunos de los mitos en torno a las prácticas o tradiciones sociales y culturales de las antiguas sociedades, por ejemplo durante el chat, Eduardo Matos Moctezuma recibió muchas preguntas sobre si el sacrificio era considerado como un acto de barbarie, a lo cual el investigador contesto:

“Cuando me preguntan acerca del sacrificio humano, les hago ver que éste existió en muchas culturas, como la griega y la romana, pero además les hago ver que más bárbaros somos nosotros que en plenos siglos XX y XXI, con una sola bomba matamos a cien mil personas, como ocurrió e Hiroshima, o con el holocausto que mató a seis millones de judíos”, finalizó el especialista.

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