Ofrenda de muertos y desayuno huasteco con la familia del Ángel Lemus

Calaveritas de azúcar, panes,
mazorcas, tamales, licor de
manzana, frutas, veladoras y
sahumerios con copal para
ahuyentar a los malos espíritus
Foto:
Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Tempoal, Veracruz. Al volver a la Papelería “Piolín”, aún esperé unos minutos a José Luis, mientras charlábamos con la afable maestra Lore, quien nos hizo ligera la espera. Cuando llegó José Luis, nos dimos un afectuoso abrazo y de inmediato nos llevó a su casa. Volvimos a atravesar el “Paseo de altares” y caminamos hasta salir a la que antes se llamaba la “Carretera Nacional”, que lleva y trae a Tampico, según el punto de traslado. A unas cuantas cuadras se encuentra su casa, en un terreno a desnivel, en el que se puede apreciar desde el terraplén una típica construcción huasteca, ya no de palma, sino de concreto y lámina, pero con la forma tradicional.

Comenzamos a descender hacia el patio en medio de una vegetación abundante –en la que destacaba un horno para zacahuil– y de un caminito de cemento, en el cual se advertía un hilo de pétalos amarillos que conducía directamente al arco o altar. “Es para guiar a nuestros muertos”, explica el ingeniero marino, al tiempo que observo el altar, con la ofrenda, coronas, calaveritas de azúcar, panes, mazorcas, tamales, licor de manzana, frutas, veladoras, sahumerios con copal para ahuyentar a los malos espíritus…

Nos recibe afectuosamente su familia, compuesta por su madre, doña Tavita, y su padre, el profesor Paulino, así como otra hermana, Ninfa, que es profesora en Álamo, su esposa y dos hijas de inteligencia sobresaliente. Al momento, nos ofrecen chocolate caliente, hecho en casa por la prodigiosa señora Tavita, que cocina con excelente sazón y posee en su memoria y en sus manos un recetario tradicional huasteco.

Suculento almuerzo tradicional
de la región, que invita a
visitar esa zona para chuparse
los dedos en serio
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Muy pronto, la mesa frente al altar fue ocupada por platos en los que nos sirvieron carne asada, frijoles negros refritos, unas deliciosas e infaltables enchiladas rojas, acompañadas con rebanadas de aguacate, jitomate y lechuga, además de una pieza de queso ranchero, otra de queso de hebra, una taza con crema y pan. En una palabra: suculento. Ya nomás para la sobremesa una taza de café caliente.

Platicamos de cómo preparan su altar, de sus difuntos, de la lluvia de anoche, de los cambios que se han operado en el modo de vida y en la cultura de la gente huasteca, de las comparsas de los barrios y comunidades de Tempoal, que precisamente resaltan en esta celebración de Xantolo en la Huasteca vereacruzana, tanto así que en la Gaceta Oficial de Veracruz, el 23 de julio de 2007, Fider Herrera Beltrán emitió un decreto en el que eleva a esta fiesta de Xantolo de Tempoal como Patrimonio Cultural del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave. Después de tan reparador almuerzo y amena plática, nos dispusimos a descansar para en la tarde presenciar estas tan ponderadas comparsas, deseando que se disiparan las nubes grises que presagian lluvia en Tempoal…

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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