La fiesta grande de Patamban, Michoacán, en honor a Cristo Rey

En el cruce de las calles con
arcos adornados con artesanías
 en miniatura, se trabajan
magníficos tapetes de aserrín
 y pétalos de flores
Foto:
Azteca 21/Ramón Sánchez Reyna

Por Ramón Sánchez Reyna
Especial para Azteca 21

Ciudad de México. 2 de noviembre de 2008. Patamban en lengua tarasca significa “lugar del señor o dios de la guerra”. De patamu, carrizo o caña, que viene a significar flecha, y la terminación an (ga). Anga significa “estar erigido” en el templo, por lo que tiene el significado de señor o dios (José Corona Núñez, “Diccionario geográfico tarasco-náhuatl”).

Es un pueblo cercano a Zamora y Zacapu, enclavado en donde comienza, por la parte norponiente, la meseta tarasca; conserva en buena medida su lengua y la arquitectura vernáculas, destacando algunas construcciones de madera denominadas “trojes”.

En las últimas décadas ha cobrado importancia la religiosidad en torno a la fiesta de Cristo Rey, que celebran los lugareños durante los últimos días del mes de octubre.

Al amanecer del último domingo de octubre, sus habitantes comienzan a colocar en las calles coloridos cordeles o corredizos de brillantes papeles, complementando al inicio o cruce de calles con arcos adornados con artesanías en miniatura, para posteriormente proceder a formar magníficos tapetes de aserrín y pétalos de flores.

Los tapetes, por lo general, consisten en una cama de aserrín, la que se cubre de pétalos, principalmente de flores silvestres de temporada; diseños previamente pensados o salidos de la espontaneidad.

Sobre las banquetas –muchas veces inexistentes–, aunque cada vez en menos cantidad, los artesanos ofrecen sus mercancías: platos, ollas, canastos, molinillos para el chocolate, además de pujantes canastos de pan de sal, de piloncillo, etcétera.

Al mediodía, para cuando se celebra la misa en honor a Cristo Rey, prácticamente se ha concluido la elaboración de los bellos tapetes de formas geométricas y de mil una formas.
A las tres de la tarde la gente sale del templo, acompañada de una buena banda de viento, de las que abundan en el purepecheo. Unas mujeres de edad avanzada encabezan la procesión, les sigue el cura llevando devocionalmente el Santísimo Sacramento y, tras del prelado, el común del pueblo; casi todos los que conforman la procesión portan velas encendidas.

Con tristeza, cada que asistimos a esta fiesta grande de Patamban comprobamos que las mercancías chatarra invaden el pueblo y desplazan a las tradicionales. Hoy abundan los productos de fabricación china. A esto hay que agregar la cantidad de público joven que asiste, más que al disfrute de la fiesta, a hacer su propia fiesta bajo el efecto del alcohol. Así, sobrevive esta fiesta popular michoacana.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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