Al maestro, con cariño: “Octavio Paz, las palabras del árbol”, de Elena Poniatowska

Un libro legible, ameno,
interesante, que, a pesar de
que su aportación es
mínima para el estudio
de la vida y la obra de Paz,
se deja leer con facilidad
Foto: Cortesía
'Random House Mondadori'

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 28 de octubre de 2008. La memoria es la herramienta de la que echa mano Elena Poniatowska para brindarnos una relación de su amistad con el único escritor mexicano que ha obtenido el premio Nobel, esa enorme higuera que sigue incendiando la cultura nacional a diez años de su desaparición física, en “Octavio Paz, las palabras del árbol” (Debolsillo, México, 2004).

La autora de “Hasta no verte, Jesús mío” también echa mano de su oficio periodístico, de su archivo y de otras herramientas para ofrecer una especie de anecdotario y muestra retrospectiva del poeta nacido en Mixcoac en 1914, pues lo mismo cita frases de su diario personal que fragmentos de poemas pacianos, reproduce entrevistas o intercala comentarios de conversaciones, reproduce cartas o se atreve, tímidamente, a verter alguna opinión personal.

Siempre en un tono memorioso y conversacional, “¿Te acuerdas, Octavio…?”, Poniatowska reconstruye una parte de su amistad y menciona sólo de pasadita su enemistad con el autor de “Libertad bajo palabra” –lo equitativo hubiera sido ahondar en la segunda–, sin ocultar su admiración (muy próxima a la veneración) por Paz, sin alcanzar nunca las alturas del ensayo de a de veras ni la investigación acuciosa. En última instancia, bien podría ser un texto apologético escrito con autoridad, aunque sin imparcialidad, lo cual tampoco es reprobable, dadas las circunstancias y los personajes en cuestión –los dos protagonistas de la literatura mexicana contemporánea, con las debidas y obligadas distancias–.

Así, sin mucho orden ni concierto, aunque sí con razón –la de la amistad y la admiración–, Poniatowska arma en “Octavio Paz, las palabras del árbol” un libro que desvela algunos aspectos del creador de “Ladera Este” y trata de justificar, en parte, los últimos años de la vida del poeta, rodeado de polémica y enemistad gratuita por sus posiciones políticas.

En suma, éste es un libro legible, ameno, interesante, que, a pesar de que su aportación es mínima para el estudio de la vida y la obra de Octavio Paz, se deja leer con facilidad y nos permite otear nuevamente la frondosidad de una obra que aun ahora nos sigue cobijando y brindando su sombra bienhechora. Además de ser, para los millones de hispanohablantes que aún no se aproximan a este árbol venerable, una invitación a penetrar en la savia de uno de los hombres más sabios que ha dado el continente americano y que mejor han sabido transmitir su sabiduría mediante la palabra escrita. Aunque no se especifican el crédito ni la fecha y el lugar de la foto de portada ni hay una semblanza cronológica del autor rememorado, sí cuenta con una útil lista de sus obras publicadas y una de los premios y distinciones obtenidos. En este sentido, el libro de Poniatowska es encomiable, altamente recomendable, y por eso vale la pena.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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