Vuelve Darío Parga con “Real mente un ju ego” y opone la poesía a la decadencia

El autor nos conduce por un
mundo alterno al decadente
que a diario vivimos y nos
propone con su música y letras
no sucumbir oponiendo
un optimismo poético
Foto: Cortesía Darío Parga

Por Darío González
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 27 de octubre de 2008. Decir que Darío Parga vuelve con su segundo disco es una mera formalidad, ya que si bien “Ausencia del mar” apareció primero en el mercado, no fue por haber sido creado antes del que ahora tratamos, sino por “haber representado menores dificultades y retos”, pues en esas mismas fechas (2004) muchas de las canciones que aparecen en “Realmente un juego” ya habían sido escritas.

Producido gracias a los apoyos de la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, CONACULTA y Ediciones Pentagrama, y grabado en Piedra de Río Estudio y el Estudio Azul de Parga Producciones, “real mente un ju ego…” (sic) es, según nos advierte su autor, un álbum confeccionado a fin de soliviantar el persistente ámbito de decadencia que impera en el mundo.

¿Y qué hace un músico de la familia Parga para enfrentar lo decadente del mundo? La respuesta que nos da Darío aparece, etérea, a lo largo de la letra de las trece canciones de esta obra, e impresa en la tipografía marrón (que simula el color de la sangre seca) y apretada (a manera de hilera de hormigas que se enfilan hacia su hormiguero) del cuadernillo que contiene al disco: difundir un optimismo encaminado a superar la desesperanza por medio de poesía de calidad y lo que define como multiplicidad étnica sonora.

Imágenes e historias, ironía, juegos de palabras, sonidos (todos alegres, pero no festivos), reflexiones, aseveraciones y, al reverso del cartón donde se inscriben las letras de las músicas en esa peculiar tipografía como pequeños ríos de sangre, un póster de su retrato en obra plástica al óleo pintado por Melvina Orozco complementarían la respuesta a la pregunta principal.

En el mundo decadente contra el que lucha Parga abundan los caníbales terrenales que se comen a los etéreos, caníbales muertos de hambre de los cuales hay que correr y ante quienes siempre se debe atentar, ¿cómo? siendo uno mismo. (“Caníbales”.)

Un mundo donde, pese a su decadencia lo importante es vivir, pues aun cuando se pretenda terminarlo de tajo por mano propia aún queda la posibilidad de que se presente la ironía de perecer, no se muera y se entienda la lección: “vuelva por favor luego/ que seguir vivo es realmente un juego”. (“Real mente un ju ego”)

Al igual que en el mundo real en que todos vivimos, el tedio, la indolencia y la falta de inspiración no están ausentes en el universo parguiano: “Hoy es uno de esos días/ en que amanezco muerto/ en que no quiero decir nada,/ ni decir palabra/ en que la muerte lenta/ es agonía callada. (“Un día en la vida”); al contrario, tan presentes están que espolean al artista para denunciarlos: “La tierra me pesa, me hunde, me cansa,/ penetra en mi cuerpo: mi tibia esperanza./ (“No hay más que decir”).

La fórmula para enfrentar este mundo decadente es no sucumbir, no dejar ser atrapado por el caníbal-villano terrenal o etéreo que acecha por doquier. La misión no es fácil, pero si de algo está seguro este poeta es de que en su sed de ser, en ese afán loco por ser, no puede dudar, no debe cejar, aun a sabiendas de que se trata de una tarea enloquecedora: “Estoy dispuesto en lo que seré/ estoy atento en lo que seré/ estoy seguro en lo que seré./ No estoy atado en lo que seré./ No estoy callado en lo que seré,/ no estoy dudando en lo que seré” (“Lo que seré”).

Darío Parga nos conduce, pues, por un mundo alterno al decadente que a diario vivimos y nos propone con su música y letras no sucumbir oponiendo un optimismo poético que (al menos, diría nuestro cantautor) permita la superación de la desesperanza.

Comentarios a esta nota: dario.gonzalez@azteca21.com

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