Capitalismo en crisis, ¿qué viene?

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Capitalismo en crisis, ¿qué viene?
-Buscando culpables conjugados
-Conjugación de factores, efectos

    Capitalismo y democracia han sido binomios conjugados desde la caída del socialismo enarbolado por la URSS y el bloque del Este,  así sin contrapesos existentes fue desechado el totalitarismo de izquierda y la economía centralizada.
    El socialismo entró en una  profunda crisis ideológica y de posicionamiento político mientras que los impulsores del capitalismo en su fase liberalizadora y global lo posicionaron en casi todos los rincones del planeta.
    Algunos años después diversos mentores ingeniaron una especie de “hoja de ruta” para preservar el binomio de amenazas letales como la creciente pobreza mundial.
Fue así como en  2000,  bajo el sino del capitalismo dominante, los gobernantes de 191 países  se comprometieron a instrumentar una serie de acciones con el objetivo de repartir más los beneficios del capitalismo, hacerlo de forma cuantitativa y cualitativa a través de  sacar de la pobreza a la mitad de la población mundial; eliminar el analfabetismo; la explotación infantil; cubrir con  servicios de electricidad, vacunas, agua potable y erradicar la mendicidad;  y hacer más efectivas las políticas de género, contribuir al empoderamiento y eliminar la discriminación.
    Bajo el capitalismo los gobiernos de los países más avanzados del planeta aceptaron destinar anualmente más dinero para los países emergentes y las políticas distributivas, un 0.7% del PIB para la Ayuda Oficial al Desarrollo.
    Todavía hace cinco años había esperanzas de arribar al 2015 con menos seres humanos sobreviviendo con apenas un dólar al día,  entonces la ONU y el PNUD observaron con cierto beneplácito que distintas economías de América Latina reportaban cifras de reducción de la pobreza, en gran medida como contribución de dos factores: las remesas y los nuevos métodos para medir la pobreza que dieron una reclasificación de la misma.
    Entonces apareció el espejismo, incluso se toleró el arribo de una nueva corriente ideológica, un neosocialismo populista, en la región comprometido a dar resultados contra la pobreza a fuerza de fustigar los estragos del neoliberalismo y exaltar  de vez en cuando a los globalifóbicos. No importaba siempre y cuando se trabajara por cumplir con los preceptos de menos pobres.
A COLACIÓN
    A finales del 2006, la ONU y la FAO, alertaron de que era necesario un mayor esfuerzo por parte de los países avanzados para incrementar las aportaciones anuales para el desarrollo (por lo menos cumplir con el 0.7%),   eliminar las trabas al comercio que afectan a los países emergentes y mejorar los términos de Intercambio. Aunque el posterior fracaso de la Ronda de Doha sólo sirvió para confirmar la falta de compromiso real al respecto.
    Aún así el  capitalismo no contaba con una serie de factores que harían los desequilibrios más agudos en la medida en que el precio del petróleo fue hacia una carrera alcista incontenible, y empezaron a fallar diversos mecanismos de control en la supervisión financiera aunado a las maniobras de política monetaria y cambiaria aplicadas por la economía de mayor peso en los mercados como lo es Estados Unidos.
    El festín del capitalismo en dicha fase globalizadora ha contado además con diversos actores protagónicos como son las empresas multinacionales y transnacionales con presuntuoso poder económico y desde luego político, muchas  más fuertes en términos de riqueza que  todo el PIB junto de los países africanos, caribeños y latinoamericanos.
    Las multinacionales y transnacionales han sido actores de presión para reducir el poder del Estado y para avanzar a prácticamente todos los renglones.

    El capitalismo de la mano de las  multinacionales y transnacionales impone moda, cala en la cultura, expresa su ideología, mueve a las masas al consumismo a su máxima expresión y nos hace sujetos de poseer para ser felices a pesar de que los desequilibrios de este sistema son evidentes porque no es suficiente para dar empleo a todos los hombres y mujeres en edad de producir, ni los ingresos pagados  alcanzan ni  las prestaciones concedidas son dignas porque además el sistema dominante no quiere saber de  sindicatos ni de prestaciones.
    Y así sin ingresos, ni prestaciones, ni empleo fijo, ni certeza en el futuro,  a la población mundial le queda  vivir hipotecada al capitalismo realizarse gracias a los créditos que las multinacionales y transnacionales conceden porque si tuviéramos que pagarlo todo con efectivo, a constante y sonante, entonces los inventarios de las empresas aumentarían exponencialmente y ningún paro técnico daría respiro.
    Vivimos un capitalismo a crédito con empresas multinacionales y transnacionales sostenidas por las mensualidades para realizar sus ganancias, mientras que del otro lado, el gobierno maniobra con la política económica y fiscal y los bancos centrales lo hacen con la política monetaria.
GALIMATÍAS
    Después de la fiesta se buscan culpables por el desastre, se aduce que faltan regulaciones, mayor supervisión en el sistema financiero no sólo de Estados Unidos sino del sistema financiero global.
No saben bien cuál ficha de todas tiró a cual, si comenzó con el petróleo, las hipotecas riesgosas, las altas tasas de interés, la especulación bursátil, etc. Hasta el boom inmobiliario está en la sospecha en Estados Unidos y en distintas economías avanzadas con créditos concedidos a un  buen puñado de población no calificada en materia de ingreso, ni con empleos fijos, pero al fin y al cabo un mercado dispuesto para el segmento  hipotecario que  detona la industria de la construcción, tan medular para toda economía, con beneficios para la iniciativa privada  y el sector público.
    Por ello es que esta crisis intenta ser explicada de diversas maneras porque no hay un solo factor sino una combinación de éstos que han hecho una hidra de proporciones desconocidas.  Este monstruo viene de las propias entrañas del capitalismo.

    Lo más lamentable son los costos para los más de un mil 400 millones de seres humanos que viven con menos de un dólar y 25 centavos al día, para los cerca de tres mil millones de seres humanos que lo hacen con dos dólares diarios y los otros que vivimos hipotecados al capitalismo.
    Las lecciones de esta crisis faltan desmenuzarse una por  una, analizar las válvulas que fallaron y primordialmente anticipar lo que vendrá de la mano de más pobreza,  aumento del desempleo y desigualdad.
Desde luego esta gran crisis tendrá efectos en  materia política e ideológica, impactos en la democracia y en el desmedido ritmo del capitalismo neoliberal y globalizador.
   

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