Pedirán que ceremonia de “Los Voladores de Papantla” sea patrimonio cultural inmaterial

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La ceremonia promueve el
trabajo por el bien común y
la convivencia armónica con
la naturaleza, a quien se
le brinda respeto con
viandas y reflexión
Foto: Cortesía
nativewiki.org/Totonacs
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Ciudad de México.- 27 de Septiembre del 2008.- (CONACULTA) La ceremonia del rito de Los Voladores de Papantla será presentada por el Gobierno Mexicano ante la UNESCO, para que sea considerada patrimonio cultural inmaterial.
En conferencia de prensa para dar a conocer los detalles del expediente técnico, el antropólogo José Luis Perea, director de la Zona Arqueológica de El Tajín, anunció que el documento se entregará el próximo 30 de septiembre.
El documento de nominación, explicó, fue coordinado por un consejo académico y constituido por diversas instancias como la Asociación de Voladores de Papantla, el Centro de las Artes Indígenas de Tajín, y el Consejo Supremo Totonaca.
La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Zona Arqueológica de El Tajín, la Cumbre Tajín y el Parque Takilhsukut.
La ceremonia de Los Voladores de Papantla, consideró Perea, merece ser nombrada patrimonio de la humanidad porque es una muestra más de un valor intangible mexicano, espejo de mil imágenes, invisible y presente en todas las formas de vida: mitos, leyendas, ritos, forma de ser, danzas, música, sentido de decoro y creatividad, así como de actitud ante el destino humano.
Acompañado por Cruz Ramírez Vega, director de la Escuela de Niños Voladores, ubicada en el Centro de las Artes Indígenas de Ají Ne, y Salomón Bazbaz, director ejecutivo de Cumbre Tajín; el antropólogo del INAH, sostuvo que como patrimonio vivo, los voladores no han quedado estáticos.
Lo anterior debido a su constante recreación y a la incorporación de nuevos contextos y generaciones, el rito se ha modificado y adaptado, de manera que hoy expresa la cosmogonía, los valores y la identidad de las comunidades.
La ceremonia de los voladores tiene como distinciones universales, la promoción del trabajo por el bien común, y la convivencia armónica con la naturaleza, a quien se le brinda respeto, una ofrenda comunitaria material (viandas) y otra espiritual (reflexión) para merecer sus bondades.
Entre las principales amenazas para la conservación de este patrimonio, consideró el director de la Zona Arqueológica de Tajín, destaca la pérdida de principios espirituales y de preparación; la deforestación de la región provocada por la ganadería extensiva practicada por la población no indígena, que ha ocasionado la desaparición del tsakáe kiwi o palo volador (árbol de chicozapote).
Asimismo, la competencia laboral ya que no hay suficientes plazas que garanticen el desempeño de los diferentes grupos de voladores de cada región y desde luego, la pobreza, marginación y discriminación, abundó el antropólogo.
El expediente que se entregará a la UNESCO, en español, inglés, francés y totonaco, será revisado en los próximos meses. Los visitadores del organismo acudirán a las comunidades para ratificar la ceremonia, conocer el ritual y el plan de salvaguarda. Se prevé que en agosto de 2009 se conozca el veredicto.
Salomón Bazbaz detalló que el expediente es un proyecto resultado de un proceso interinstitucional y comunitario, y que independientemente de que se logre o no la nominación, los voladores ya están inscritos en el inventario de patrimonio nacional.
Es decir que se hizo un bando municipal para la protección del rito de los voladores, y se han hecho esfuerzos que hoy se conjuntan para hacer un frente común en el desarrollo y salvaguarda.
Se tiene evidencia de que existe esta danza desde el año 600 a.C., y son ceremonias que expresan principios y valores fundamentales de la cosmovisión indígena, precisó.
De acuerdo con las investigaciones históricas, hay diversos grupos étnicos que realizan la danza del volador, aunque con variaciones (totonacas, nahuas, y mayas quichés, entre otros).
En la región del Totonacapan se observa el ritual con mayor arraigo en el municipio de Papantla, Veracruz, reforzado por su cercanía con El Tajín, donde hay evidencias de palos de voladores, desde los años 30.
A la fecha, se han identificado alrededor de 33 grupos de voladores registrados, un número indeterminado de voladores no registrados y tres escuelas de niños.
En muchos casos los voladores han sido los embajadores de los pueblos indígenas americanos al resto del mundo y, es definitivamente la ceremonia de la danza una de las expresiones del patrimonio inmaterial más importantes.
El vuelo es la parte final de la ceremonia, que se inicia desde la vestimenta (muchas veces elaborada por los mismos voladores), y una preparación espiritual previa, que requiere de alguien que se juega la vida.
El proceso incluye la búsqueda del palo sagrado, el corte, el arrastre el levantamiento, la danza previa, la petición de perdón al bosque y el montaje de un altar.
Sucedió en un ritual. El ritmo del tambor y la flauta marcaron el ascenso al palo sagrado; ya en lo alto, los danzantes invocaron a los cuatro puntos cardinales, y mientras giraban, el cuadro y los mecates se separaron y ellos se perdieron en el cielo.
Según la tradición totonaca, en tiempos lejanos, en una época de sequía y hambruna, los ancianos enviaron a mensajeros-sacerdotes (los voladores) para brindar ofrendas a los dioses y pedirles la lluvia que fertilizara la tierra.
Cuatro días después los habitantes del pueblo escucharon la flauta y el tambor. Los voladores aparecieron de nuevo en el horizonte y como no tenían forma de bajar porque el palo fue derribado, se perdieron de nuevo entre las nubes para no aparecer nunca más. (Notimex)