Cataclismo Lehman Brothers

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Cataclismo Lehman Brothers
-Rescatar o no rescatar, ¿y el laissez faire?
-Debate: crisis similar o peor a la del 29

    En los últimos días, en apariencia se creyó que la crisis internacional comenzaría a menguar en los últimos meses del año, luego de que el precio del petróleo inició un descenso en el mercado internacional y el dólar revalorizó respecto al euro, lo que no contábamos es con un huracán financiero que recobraría mayor fuerza con la quiebra de Lehman Brothers.
    El cuarto mayor banco de inversión en Estados Unidos se declaró oficialmente en quiebra tras solicitar respaldo del gobierno del presidente George W. Bush y no obtener ninguna respuesta como en caso contrario sucedió con Bear Stearns cuando hace unos meses logró la ayuda del Tesoro y del erario  público.
    ¿A quién salvar y a quién no? Esa respuesta en el sector público, solamente la sabe quienes ejercen el poder en la cúspide, desde el presidente hasta sus funcionarios de primera línea, porque cuando las fuerzas del mercado devoran a empresas que tienen más de un siglo de raigambre, raíces diseminadas por todo el mundo y miles de bocas a las que pagar su nómina lo que único que surge como fuerza salvadora es la otra mano no invisible: la de la intervención del Estado que como vemos juega a Dios de la economía salvando a quien quiere y dejando quebrar a quien quiere.
    Lehman Brothers es una víctima más de la crisis subprime, la especulación conjugada con la pérdida de sintonía de la economía y la volatilidad que ha hecho presa a Wall Street y buena parte del parqué bursátil del mundo. Y ni qué decir de los escollos en las regulaciones financieras.
    En cada gran quiebra encabezada por relevantes protagonistas del sistema financiero queda en evidencia la vulnerabilidad nacional e internacional para responder y adecuarse a un mundo globalizado y perfectamente entrelazado e interrelacionado con la tecnología y la velocidad de la información que atraviesa en cuestión de segundos el globo terráqueo para compartir lo bueno y lo malo que nos acontece.
    La economía que en buena medida es racional, tiene  otro lado oscuro absolutamente animal e irracional movilizada por el sentido de una corazonada, de la especulación que hace sudar las manos porque el interés de la ganancia es una motivación primordial.
    Los malos manejos de grandes volúmenes de dinero han formado parte de los escándalos más sonados que llevaron a la quiebra a gigantes financieros que así, como se pensó con el Titanic, se creyeron indestructibles.
    Me viene a la memoria, la quiebra en 1995,  en Gran Bretaña, de Barings Bank detonada por un empleado con mucha ambición que arruinó el presente y el futuro de una institución formada en 1806 con miles de empleados en su nómina, recordemos que ING lo compró por el valor de una libra y absorbió toda la deuda del grupo.
    Otro caso sonado, que no tiene nada que ver directamente con lo financiero, más bien con la energía fue el de Enron a finales del 2001, cuando todo el mundo estaba distraído y deprimido por los hechos del 11 de septiembre, Enron desmoronaba. Precisamente la empresa que por seis años consecutivos fue nombrada como “the most innovative company” por Fortune.
    El punto es que en ciclo de quiebras empresariales, siempre emergen nuevos colosos, se alzan otrora más poderosos en activos volviéndose aspiradoras de enorme concentración de poder en los segmentos de acción que les corresponde. Para mi es muy preocupante que  el capitalismo voraz cause la mortandad de empresas de  raigambre y a cambio surjan titanes poderosísimos que son verdaderos entes de concentración de capital y de dominación de mercados.
    Si el libre mercado debiera tener espacio para todos, evitando las concentraciones de poder y capital, sucede todo lo contrario en cada crisis, como así mismo pasa con el famoso “laissez faire, laissez passe”, donde esa mano invisible de Adam Smith, termina pasándonos factura a la población al convertirnos con recursos del erario en rescatistas de los amigos del gobierno en turno. Porque repito, los gobiernos y sus actuaciones se reservan el derecho de acción actuando por ende de forma discriminatoria en rescatar a unos y a otros no.
A COLACIÓN
    Las consecuencias de la crisis subprime todavía no terminan. Todos los grandes bancos en el mundo han debido realizar más provisiones con lo que ello significa en costos para sus clientes y en efectos negativos para los recortes del personal.
    Muchos entes financieros han decidido actuar con prudencia operando una administración conservadora a sabiendas que después del 2010 podría darse un respiro.
    Administraciones austeras han llevado por ejemplo a Goldman Sachs a realizar un recorte del 5% en su plantilla mundial.
    Otros no pueden más y sucumben como Merril Lynch que fue comprado por el Bank of America  por la cantidad de 50 mil millones de dólares, dándole así una mega presencia y poder al Bank of America.
    Muchos más comienzan a ver con cierto temor la lectura de los estados financieros del tercer trimestre del año, revisando balances donde la acumulación de deudas, impagos, pérdidas por fondos de inversión, pérdidas por la crisis de ladrillo llevan a lo peor.
    Lo que queda entonces es hacer a un lado la mano invisible y pedir al gobierno su pronta intervención que actúe mediante sus brazos de política fiscal y de política monetaria, para poner la casa en orden.
    Por principios pervive la ética en la actuación de las políticas públicas para salvaguardar el interés público y diseminar en lo posible los costos sociales por dejar a cientos de miles de personas en la calle sin empleo y cobertura.
SERPIENTES Y ESCALERAS
    ¿Crisis como la de 1929? Ayer comencé a escuchar dicha versión por algunos analistas que intentan dar una explicación a lo de Lehman Brothers y el lunes negro bursátil en las plazas de Europa y Estados Unidos, muchas inclusive perdieron las ganancias obtenidas en dos años, tan solo en media mañana.
    Yo diría que tenemos causas y consecuencias distintas, en tiempos absolutamente diferentes, pero con una característica: el resultado de una masa social desposeída que dio origen a una serie de movimientos sociales, políticos y antimigrantes como antecedentes de la Segunda Guerra Mundial.
    A la actual crisis financiera viene sumándose aristas que hacen una combinación negativa por cuanto impactan a la economía, a la microeconomía y la macroeconomía; complicaciones a las que el shock petrolero motiva junto con el encarecimiento de los alimentos y el tirón de las fuerzas geopolíticas y geoeconómicas.
    Vamos que tenemos crisis para rato.

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