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Por la Espiral - August 29, 2008

Las graves diferencias

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Las graves diferencias
-EPR: rencor social
-Corrupción mal mayor

    En estos momentos, alentar la amargura y recurrir a los rencores sociales, no ayudan precisamente para apaciguar  todo lo contrario para alzar una bandera de odio en el campo minado de la inseguridad.
    Ha caído como balde de agua fría el desplegado del Ejército Popular Revolucionario (EPR) advirtiendo que de nada servirá la pasada reunión de seguridad convocada por el presidente Felipe Calderón, como tampoco indica lo hará la marcha ciudadana del día 30 de agosto para clamar por la pacificación de país, porque la inseguridad al nivel que se vive en México es un terrorismo de bajo fondo, que lacera, mutila, nos hace presas inseguras, apáticas y sobre todo temerosas.
    En Europa ha dado vuelta la noticia del secuestro y asesinato del joven Martí, sucede lo mismo con el caso de la hija de la familia Nelson Vargas y la gente no entiende qué le pasó a México para desplazar a Colombia y a Irak en inseguridad para tener un país tomado casi por los militares dueños  de las autovías con garitas por doquier y patrullaje extremo.
    El punto en cuestión es que ni con la militarización del país emergen resultados positivos para amainar la inseguridad  y con el pasado histórico reciente donde los generales gobernaban hace menos de cien años, la población debería mirar con demasiados tientos y recelos el denodado poder adquirido por el Ejército.
    ¿Qué le ha pasado a México? –Preguntan en el extranjero. Muchos no comprenden cómo una “democracia” y una economía en donde subsisten tantos intereses estadounidenses  y españoles esté infiltrada por la delincuencia.
    Otros exclaman que leen y escuchan noticias de México como si tratara de un país africano, algo así como Uganda o Ruanda. Los editoriales no hacen más que inquietar y provocar sorpresa, incredulidad por creer que en México estén secuestrando jóvenes de 19 años, hijos de familias pudientes, aunque la sorpresa se hace mayúscula cuando se les explica que  en medio de la pena esos hijos desaparecidos intentan movilizar a una sociedad golpeada en todos los niveles porque la delincuencia y la inseguridad en el país no respeta clases sociales.
    Hace un par de días hablé vía telefónica con mi familia en Morelia, y me dijeron textualmente que el temor en la entidad era “lo no visto”. Mi tío Antonio remató diciendo: “A tu prima Nayeli le pusieron una navaja en el cuello, ella regresaba de la universidad, estaba en la puerta de la casa, cuando unos tipos se bajaron de una moto y la despojaron de sus aretes de oro, sus cadenas y anillos, le quitaron el celular y el bolso”.
    Hasta por menos de dos mil pesos la gente está siendo víctima de los delincuentes y hay secuestros express de 3 mil pesos  y otros secuestros mayúsculos contra padres, madres, hijos, hijas, tíos, tías, que no son precisamente de la gente pudiente que puede pagarse un entierro decente como justificó el EPR en su comunicado surrealista.
A COLACIÓN
    En México son victimas los que tienen y los que no tienen, no es una cuestión de rencor social sino de impunidad y corrupción anidada en las altas esferas del poder, aunque el EPR intenta poner sobre de la mesa la amargura y el rencor social para sembrar aún más la división.
    Es cierto que en el país se tienen históricos pendientes sociales pero intentar hacer de ellos el estandarte para alentar el secuestro, la inseguridad, como si con el odio como ejercicio se rompieran las barreras sociales, me parece muy peligroso.
    El EPR se equivoca: no es secuestrando, ni matando, ni llamando al caos, a la anarquía como se avanza, todo lo contrario se retrocede a etapas donde se vulnera al Estado de Derecho y con ello a la propia ciudadanía y a sus garantías individuales y universales.
    ¿Soluciones? No hay fórmulas mágicas. Hemos hablado muchas veces de fronteras cerradas y seguras al Norte y al Sur del territorio. También de fortalecer al Estado de Derecho, de aquel que delinca pague en la cárcel, del violador y el pederasta al que se le aplican penas máximas, lo mismo que al secuestrador.
    Hemos insistido en cuerpos de seguridad honestos y bien capacitados, en políticos anticorruptibles y en gobernantes de mano dura que no brindan privilegios a sus amigos ni a sus compadres, que no roban de la cuenta pública ni sacan tajada de las obras públicas supuestamente licitadas.
    Desafortunadamente estamos en la parte más oscura en un tránsito donde las soluciones parecen imposibles de aplicarse y dar frutos, donde el hilo de la madeja no aparece y todos los problemas llevan a los mismos dos canales: corrupción e impunidad.
SERPIENTES Y ESCALERAS
    Cuando la administración pública tiene una corrupción emanada de atavismos históricos (léase a Octavio Paz, con el Laberinto de la Soledad) es fácil de comprender que la esfera de lo político y por ende de lo económico esté contaminada.
    La corrupción funciona como una red que atrapa toda posibilidad de avanzar se convierte en un pesado lastre, incluso impidiendo que la democracia prolifere de forma asertiva porque una democracia donde el pueblo tiene el poder ciudadano en lo político, desde luego que, tendrá consecuencias positivas en lo económico.
    Aquella democracia que no llega al bolsillo no es más que un espejismo. Al país le ha pasado que vive del cuento de la inclusión política y de la inclusión económica, ni uno ni otro se aplican a cabalidad. ¿Cuántas veces se ha dicho en las mesas de restaurantes o en las tertulias familiares para qué queremos que en México sucedan plebiscitos o referéndum como si se negara toda posibilidad de pensamiento y de opinión a otros millones de personas?.
    Muchas veces me han cuestionado porqué les quiero preguntar a los campesinos mediante  plebiscito si están o no favor del TLCAN o de una dolarización, como si simplemente no contarán.
    Y ese no contar pasa en lo político y en lo económico, el culpable es la corrupción que le quita la oportunidad a mucha gente y se la da a otros que van formando su pequeña elite, su pequeña familia que va ocupando diversos puestos políticos y con ellos van ordeñando la ubre pública, enriqueciéndose del erario, del campesinado, de los obreros, de la clase media. Haciendo de municipios y de entidades sus tierras fértiles, sus cotos de poder.
    Más corrupción más desigualdad. Más corrupción menos fe le tiene la población al Estado de Derecho. Más corrupción más inseguridad con leyes que pueden ser fácilmente manipulables. Más corrupción más desafíos como los lanzados por el EPR como sombra negra sobre de la sociedad que solo quiere vivir en paz y ser incluida cualitativa y cuantitativamente.
    

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