Rufino Tamayo, una vida dedicada a reinventar el color

 Rufino Tamayo, una vida dedicada a reinventar el color
Nadie ha plasmado mejor el
colorido de las sandías
que el pincel mágico
del maestro Tamayo
Foto: Internet

Ciudad de México.- 28 de Agosto del 2008.- (CONACULTA) Rufino Tamayo nació el 26 de agosto de 1899, en la ciudad de Oaxaca. Tras pasar su infancia en su ciudad natal, en 1917 se inscribió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

Durante su trayectoria el artista plástico cultivó una técnica que logra transmitir símbolos, expresados con novedosos valores plásticos. Aunque no fue pintor de anécdotas, sí lo fue de sentidos.

Sus naturalezas muertas, sus personajes interrogando las constelaciones, las fuerzas destructivas y agresivas, las interferencias en la comunicación humana, los avances tecnológicos y el erotismo, son los temas que con insistencia se encuentran en su pintura y que lo llevaron a consolidarse como uno de los pintores clásicos de este siglo.

Desde sus primeras obras revela afinidad con la pintura de la época, aunque opone un estilo personal al estilo nacional, y pronto comenzó a destacar.

Cuando Vasconcelos, también originario de Oaxaca, quedó al frente de la Secretaría de Educación en 1921, invitó a Rufino Tamayo a trabajar en el Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Arqueología de México.

En 1926 presentó su primera exposición de pinturas. Ese mismo año se trasladó junto con el músico Carlos Chávez a Nueva York, con la intención de enriquecer su perspectiva pictórica.

Entre sus experiencias más ricas durante su estadía en Nueva York están haber expuesto sus obras en el Art Center y asistir a las muestras De Ingres a Picasso y Arte francés de los últimos 50 años, que lo pusieron en contacto con movimientos artísticos, tales como el impresionismo y el cubismo.

Dos años después regresó a México y se incorporó como profesor en la Escuela de Bellas Artes. En 1932 fue designado Jefe de la Sección de Artes Plásticas del Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública.

Durante la década de los 30 su obra se centró en naturalezas muertas y paisajes urbanos que lo sitúan en la línea de los descendientes de Cézanne. Por ese camino llegará después a Braque. Otras telas aparecen con una inspiración más libre y lírica, definida por la exaltación del color.

En 1933 realizó un mural en la Escuela Nacional de Música. En los años siguientes expuso en San Francisco, México, Nueva York, Chicago y Cincinnati, radicando desde 1936 en Estados Unidos, tras aceptar la cátedra de pintura en la Escuela Dalton de Nueva York.

Por esos años viaja por primera vez a Europa y expone en París, Londres y Roma. Con sus contemporáneos Dubuffet, Fautrier, Bacon, Balthus y De Kooning comparte más afinidades que con Matta y Lam. En una serie de telas violentas descubre la facultad metafórica de los colores y las formas.

Consolida su fama en México y en el extranjero. Concluye 8 murales, entre ellos: Nacimiento de la nacionalidad, México de hoy y Homenaje a la raza india. La litografía se convierte en un campo de innovación.

En 1962 vuelve definitivamente a México. Finaliza seis murales más y en gráfica, sus últimas creaciones revelan refinamiento y una gran cualidad en relación con la terrosidad lograda en sus pinturas.

La abundante creación pictórica del artista corre paralela a su producción gráfica. En la primera, hay sabias composiciones junto a eficientes reducciones; en la segunda, utiliza diferentes materiales y el collage para conseguir texturas y calidades ilimitadas.

Rufino Tamayo es uno de los artistas mexicanos que ha recibido numerosas condecoraciones y premios internacionales, e incluso su vida fue retratada en filmes.

En 1970 Max Pol produjo la película Tamayo y en 1973 H. Cokin el film La vida artística de Rufino Tamayo. En 1974 se inauguró en la ciudad de Oaxaca el Museo de Arte Prehispánico Rufino Tamayo, con 1300 piezas coleccionadas y donadas por el artista; y el 29 de mayo de 1981 se abrió al público el Museo Rufino Tamayo en el Bosque de Chapultepec.

Con formas sintéticas surgidas de un largo diálogo con las vanguardias y elementos que sintetizó de la poderosa estética prehispánica y de lo popular mexicano, del arte precolombino y a las vanguardias del siglo XX, Tamayo se consolidó como uno de los pintores clásicos de ese siglo.

Rufino Tamayo murió a los 92 años de edad, el 24 de junio de 1991, dejando un legado invaluable.

Redacción Azteca 21

Leave a Reply