Rescatan y restauran molinos construídos en el Siglo XVIII por jesuitas en Tepotzotlán

En el siglo XVIII, el crujir del
trigo era ensordecedor en
los 'Molinos de Xuchimangas',
en los que todas las
mañanas se molían grandes
cantidades del cereal
Foto: Cortesía INAH/ H.M.

Ciudad de México.- 26 de Agosto del 2008.- (CONACULTA) "Un religioso jesuita pidió permiso a su superior para fumar mientras rezaba, y le fue negado; al otro día regresó y preguntó si podía rezar mientras fumaba, y le dijeron que sí".

 

Esto es sólo un ejemplo de la habilidad de los jesuitas para lograr lo que se proponían, sin desobedecer jamás las órdenes de sus superiores, relató Mónica Martí, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien asegura que con esta misma filosofía los religiosos construyeron grandes obras, como los Molinos de Xuchimangas.

 

En el siglo XVIII, en Tepotzotlán, Estado de México, el crujir del trigo era ensordecedor en los Molinos de Xuchimangas, en los que una máquina movida por agua molía todas las mañanas grandes cantidades de cereal, para abastecer y financiar el funcionamiento del colegio de humanidades (juniorado) de la Compañía de Jesús en la Nueva España, anexo a lo que hoy conocemos como Museo Nacional del Virreinato (MNV).

 

Más que ruido, la molienda generaba un gran concierto, con el sonido del agua, las piedras y los granos. La melodía de estos tres elementos quedó atrapada en la construcción de 4,700 metros cuadrados, ubicada en un anexo del huerto del MNV, que se rescatará mediante un proyecto integral que supera los 44 millones de pesos y que concluirá a finales de 2012.

 

La intervención contempla tres etapas: liberación, consolidación, reintegración e integración de todo el terreno donde se localizaban los molinos, complejo formado por dos conjuntos (altos y bajos), una zona intermedia, conocida como la administración, habitaciones, patios, almacén de granos, y un importante sistema hidráulico constituido por "aguas rodadas" que aportaban la energía y fuerza para realizar la molienda del trigo.

 

Como era su costumbre, la orden jesuita procuraba que todas sus obras y colegios fueran autosustentables: "Moler trigo fue la forma más práctica para asegurar la manutención de los colegios, debido a la gran cantidad de agua que había en Tepotzotlán", revela Martí.

 

No obstante estas condiciones favorables, la instalación del molino estaba sujeta al permiso de la Corona española y del Vaticano, que desaprobaron su establecimiento dentro del colegio, pero nada dijeron sobre su construcción afuera del mismo.

 

Los jesuitas construyeron los molinos en un terreno anexo a la huerta y los registraron como "Molinos de Xuchimangas", nombre heredado de una hacienda cercana.

A la fecha, sólo ha concluido una de las tres etapas del proyecto de restauración, que consistió en el rescate de la crujía, ubicada en el área de la administración, pues ésta, de acuerdo con el arquitecto Ricardo Sánchez Ramírez, presentaba un alto grado de deterioro, ocasionado por el paso del tiempo.

 

La crujía formó parte importante del sistema de molinos, pues en ella comenzaba y terminaba el proceso de molienda industrial que realizaban los religiosos en el siglo XVIII. En ese lugar –de 200 metros cuadrados– los encargados de la administración de los molinos recibían la semilla y entregaban los pedidos.

 

El rescate de este recinto –que albergará una sala de usos múltiples y exposiciones temporales– comenzó en septiembre de 2007  y concluyó en diciembre del mismo año.

 

Los  trabajos incluyeron consolidación y reconstrucción de muros, techos, pisos y puertas, con los mismos materiales y procesos de construcción que se usaron en el siglo XVII. Los muros fueron levantados con adobes, como los de la edificación original, para luego ser aplanados con una mezcla de cal, arena y baba de nopal, esta última para darle adherencia al aplanado  y evitar su caída.

 

En la parte alta del terreno, donde entraba el agua de la presa La Concepción –ubicada a 10 kilómetros del MNV– que servía para el funcionamiento de las piedras de molienda, se encuentra el conjunto conocido como “el molino de arriba”, que será restaurado en la segunda etapa del proyecto.

 

En esta zona, construida en el terreno natural, con pisos y muros de piedra,  el INAH y el MNV instalarán un museo de sitio con tecnología multimedia para recrear el trabajo de los jesuitas, y que el público pueda entender y apreciar la importancia de los molinos de Xuchimangas, como una industria avanzada para su tiempo.

 

La última etapa consistirá en el rescate del “molino de abajo”.  En su parte superior, donde permanecen los vestigios de una bodega y una serie de arcos, se construirán cubículos para investigadores, además del área secretarial y una sala de juntas. En lo que fue la bóveda del molino se instalará una sala de usos múltiples para conferencias y presentaciones de libros.

Leave a Reply