
Los restos de los habitantes más antiguos de México sobrepasan los 10 mil años
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En esta muestra se presentan
algunas piezas craneales de
edades cronológicas que
van de 12500 a 4500 años,
encontradas en el Estado
de México, DF y Puebla
Foto: Cortesía sma.df.gob.mx
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Ciudad de México.- 8 de Agosto del 2008.- (CONACULTA) Algunos estudios indican que fue hace más de 20 mil años cuando llegaron los primeros hombres al territorio del continente Americano. Se cree que fueron tres oleadas de migrantes, provenientes de otras latitudes, las que se asentaron en lugares que poseían abundantes fuentes de recursos naturales como la Cuenca de México. Precisamente fue en esta región donde se localizaron los restos de 54 personas, considerados los habitantes más antiguos de México.
Son la referencia más antigua de la historia antropológica del país y forman la Colección de Hombres Precerámicos, llamados así por pertenecer a un periodo en que la elaboración de la cerámica no existía. También se les conoce como prehistóricos. Esta serie de esqueletos son parte de la gran colección osteológica que resguarda el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en las instalaciones del Museo Nacional de Antropología (MNA).
En entrevista, el antropólogo Concepción Jiménez mencionó que esta serie de esqueletos es de gran importancia por su antigüedad, la cual va de los 12 mil 700 a los 4 mil años. A partir de los estudios aplicados, se ha podido obtener información que permite definir las actividades desarrolladas por estas personas así como sus costumbres, hábitos alimenticios y estilo de vida, entre otros aspectos.
Esta colección se ha conformado con el paso del tiempo, por los restos óseos localizados, la mayoría de manera fortuita, en diferentes lugares de la cuenca. El primer hallazgo se remonta a 1884 cuando, al realizar excavaciones en la zona que ocupa la colonia Peñón de los Baños, fueron identificados los restos de un hombre que sería llamado el Hombre del Peñón I. Se encontró fragmentado e incrustado en roca con un proceso de mineralización muy avanzado.
Sin embargo, no se ha podido definir su antigüedad debido a la ausencia de colágeno en los huesos —sustancia que permite definir la temporalidad por medio del Carbono 14— por lo que se buscaron otras alternativas como la técnica con uranio, que brinda resultados satisfactorios. Actualmente una muestra de esos restos se encuentra en los laboratorios de la Universidad de Brixton, Inglaterra.
Lo mismo sucede con los restos del Hombre del Peñón II, encontrados en junio de 1957. Este esqueleto de sexo femenino se encuentra fragmentado y con un alto grado de mineralización; se cree que tuvo de 25 a 30 años en vida.
En 1959 se recuperan los restos más antiguos localizados hasta la fecha. A la Mujer del Peñón III —la habitante más antigua de México—se le atribuye una antigüedad de 12 mil 700 años. A diferencia de los anteriores, este esqueleto contiene un ligero proceso de mineralización, era del sexo femenino y tenía una edad, al momento de morir, de entre 24 y 26 años.
Posteriormente, el 22 de febrero de 1947, se localizan los restos óseos de otro hombre en Tepexpan, Estado de México. El esqueleto se recuperó casi en su totalidad y aunque presenta un avanzado estado de fosilización, se encuentra conservado. Se le atribuye una antigüedad de 2 mil 200 años y una edad en vida que oscila entre los 30 y 35 años.
Para 1953, en la colonia Santa María Aztahuacán, fueron hallados los restos de una pareja, un hombre de 25 a 30 años y una mujer de 25 a 35 años de edad. A través del método de Hidratación de obsidiana, se les concedió una antigüedad de 9 mil 400 años y los esqueletos están casi completos; se encuentran en buen estado y presentan un proceso de mineralización avanzado.
Durante la década de los sesenta se realizaron dos hallazgos de suma importancia: el Hombre de Tlapacoya, en 1968, de 30 a 35 años de edad con una antigüedad de 9 mil años; y el Hombre del Metro Balderas, en 1967, de 35 a 40 años en vida y con 10 mil 500 años de antigüedad.
Si bien todos los anteriores son los hallazgos más representativos de la colección, existen otros como el Hombre de Chimalhuacán y el Hombre de Texcoco —el más reciente, localizado en marzo de 2000— que completan la serie. Con los estudios realizados se han podido obtener una serie de datos que están relacionados con sus estilos de vida.
Por ejemplo, el estado que presentan los dientes se relaciona con cuestiones de alimentación. Los especialistas consideran que su dieta estaba compuesta por una serie de alimentos duros que provocaban el desgaste dental. Se infiere también que la dentadura fue una de sus principales herramientas al momento de confeccionar sus ropas o fabricar armas o utensilios.
Se ha llegado a la conclusión de que fueron personas que disfrutaban de buena salud. Los restos de estos hombres no presentan evidencias de haber padecido enfermedades que con el tiempo surgieron; sin embargo, la constante en la edad al momento de morir (30-40 años) muestra que su expectativa de vida era corta, en comparación con la actual. Esto se relaciona con algunos padecimientos como calenturas o gripas, que no pudieron contrarrestar en su momento.
Otra de las principales características es que los esqueletos presentan un cráneo alargado, rasgo que permite a los investigadores determinar, a primera vista, que se trata de restos precerámicos. Cabe mencionar que estas dimensiones craneales, desaparecieron con el paso del tiempo.