“Ameneyro”, un grupo de jazz mexicano de gira por Argentina y Chile

El trío está integrado por
Ciro Liberato Ameneyro, bajista,
Patricia Reyes Ángeles,
pianista y Julio Flores
Bermúdez, guitarrista
Foto:
Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 29 de julio de 2008. El miércoles 16, dentro de las actividades del Centro Cultural de España en México (CCEMX), que se localiza atrás de la Catedral Metropolitana, se presentó el grupo de jazz “Ameneyro”, que tiene como ciudad de residencia San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y está integrado por Ciro Liberato Ameneyro, bajista, Patricia Reyes Ángeles, pianista, y Julio Flores Bermúdez, guitarrista.

Esa noche, para solaz de algunas decenas de asistentes, el trío ofreció un concierto un tanto mucho electrónico, con temas como “Libertango”, de Piazzolla, “Milestones”, de Miles Davis, “Triste”, de Julio Flores, “Manteca”, de Dizzie Gillespie, “Obsesión”, de Pedro Flores, con un arreglo de “Los Ameneyro”, entre otros. Incluso, hay que decirlo, se aventaron dos rolas más a petición del auditorio.

Para mi suerte, descubrí que los integrantes del trío son a todas emes, pues se prestaron amablemente a charlar conmigo, para conocerlos y hablar de su más reciente producción, “Doncella” (DaDa Records, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, 2008). En primer lugar, hablé con Paty o Pilla, la pianista del grupo. “La banda siempre se ha llamado “Ameneyro” y básicamente la fundamos Ciro Liberato Ameneyro, el bajista, y yo, que soy pianista, esto fue en 1993, 1994. Realmente era una orquesta de merengue, nada que ver con el jazz, lo que nos conduce a éste es la cuestión del jazz latino, la cuestión de Papo Lucca, más esta influencia caribeña, y ahí vemos que se escuchaba salsa, pero sonaba otra cosa ahí atrás. Entonces decidimos disolver la orquesta e ingresar a la Escuela Superior de Música, con el maestro Francisco Téllez; en ese momento los dos estudiábamos en el Conservatorio Nacional de Música.

“Actualmente, trabajamos con Julio, que es originario de San Cristóbal de Las Casas; Ciro es de Tlalpan, Distrito Federal, y yo soy de Texcoco, Estado de México. Creo que lo mejor que nos ha pasado en la vida es que haya llegado Julio al grupo, porque primero, lo más importante, yo siento, es que está en San Cristóbal, y eso nos da chance de poder trabajar con él, pues nosotros también vivimos en San Cristóbal desde el año 2000. Julio se regresó a San Cristóbal después de terminar la licenciatura también en la Escuela Superior de Música, lo invitamos al proyecto, le latió la onda y participa como compositor y guitarrista. Aparte de la amistad que nos une, tenemos proyectos docentes, por iniciativa de él, hicimos una escuela que se llama Academia Real de Música, en San Cristóbal, digamos que es la primera academia que enfoca básicamente su educación en el jazz. Después de la orquesta hubo un proceso de aprendizaje en la Superior, luego surgió la oportunidad de irnos a San Cristóbal, nos vamos y ahí, un pueblito muy lindo, hay muchos músicos, pero pocos se quedan, pues la mayoría va de paso. Ahora ya tenemos tres discos, pero el primero es totalmente jazz latino, por la influencia que traíamos de la orquesta; el segundo es el primero en el que nos arriesgamos a hacer música original, y ésta hecho con marimba, el guitarrista Demián Gálvez, de “Los Dorados”, en la batería Yuriana Sobrino, Ciro y yo, básicamente con composiciones de Ciro y una de Demián. El tercero, digamos que es lo que yo considero que andábamos buscando como sonido, fue ya con Julio, esto a partir de 2007”.

En seguida, charlo con Julio, el sonriente y afable guitarrista del trío, quien me cuenta cómo se integró a éste. “Vaya, pues realmente no ha costado trabajo, ha sido como si casi todo ya hubiera estado hecho y sólo fuera cosa de embonarlo. Tenemos mucho en común e, irónicamente, también tenemos mucho de diferencia, pero a la hora de hacer música todo cuadra perfectamente, entonces todo ha sido muy satisfactorio, tanto musicalmente como emocionalmente, estamos muy a gusto los tres”.

A partir de esas afinidades y divergencias, ¿cómo te has sentido para componer?

No, increíble, porque yo la verdad es que luego tenía mis composiciones ahí guardadas porque pensaba “Chale, qué tal y no les gusta”, y no, con ellos hay la libertad de eso, de proponer lo que uno trae, lo que sale, aunque sean rarezas o lo que sea, y siempre son bien recibidas, ¿no?

¿Cómo se integraron sus diferentes influencias?

Fue muy chistoso, porque cuando yo vine acá [D.F.] primero pensé que iba a estudiar rock, ya que conocía a un tío, Guillermo Flores Méndez, maestro de música, que daba clases en el Conservatorio; él me influyó mucho en el aspecto de la música clásica. “Bueno”, dije, “voy para guitarrista clásico”, de repente veo una escuelita que se llamaba Escuela Autónoma de Música, ahí había un taller de jazz que tenía el maestro Valadez, Enrique Valadez, y a lo lejos se escuchaba el jazz, y me dije “Qué es ese sonsonete, me voy a meter para adquirir más cultura general, ¿no?, para aprender un poquito de jazz”, y cuál, a la mera hora me gustó tanto que dejé lo clásico y me metí a la Superior de Música, después de eso, ya cuando terminé e hice mi tesis y toda la cuestión esa, me metí dos años de oyente a la carrera de Composición, claro, como oyente, ahí me encantó toda la onda y luego, terminado eso, me regreso a San Cristóbal y ya comenzamos a trabajar juntos…

Ciro Liberato Ameneyro, el bajista, parece chiapaneco, me cae. Supongo que en Chiapas nadie lo ha de considerar fuereño. Y no sólo por su complexión, sino también por su amabilidad y calma. El músico tlalpense, cuyo apellido materno es de origen portugués, inicia contándome de sus actividades docentes en Chiapas. “Bueno, ahí en la UNICACH, Paty y yo damos contrapunto, armonía, entrenamiento auditivo, instrumento… es de clásico, es la Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas, no es en San Cristóbal, tenemos que bajar a Tuxtla para dar estas clases”.

Háblame de “Ameneyro” en retrospectiva, desde que era orquesta hasta ahora.

Es una historia chistosa porque mis padres eran bailarines de música folclórica, yo crecí en un ambiente totalmente dancístico, mi papá era maestro de danza y mi mamá también bailaba. Ellos se conocieron por medio de la danza, todas mis hermanas y mis tíos bailan; yo crecí en ese ambiente, escuchando música mexicana de todas las regiones del país. Después tomé la decisión de convertirme en músico y entré al Conservatorio, entonces ahí empecé a estudiar música clásica, pero, como a todo joven, comenzó a llamarme la atención el rock, digamos que cuando estaba estudiando música clásica también escuchaba mucho rock, salgo del Conservatorio y me entra la fiebre de la música antillana, la salsa, el merengue y todo esto, como ya te contó Paty, tuvimos una orquesta durante cinco años, terminamos con la orquesta, y después llegó otra etapa en que me llamó muchísimo la atención toda la onda jamaiquina, ritmos como el reggae, el raga, todos esos ritmos. Luego, cuando ingresé al taller de jazz hay una materia que es composición, entonces, cuando empecé a hacer mis pininos de composición de jazz, me di cuenta de que a la hora de componer me sonaban como a sones, por todo esto que había tenido desde chico y todas las influencias de música que había estado escuchando, rock, clásica… y es como si hubiera hecho un círculo, estudiar jazz me regresa nuevamente a mis raíces, me doy cuenta de que eso me salía de manera un poco natural, entonces solamente dejé que fluyera, nunca pensamos en hacer una fusión de jazz con la música mexicana, sino simplemente salió porque eran las influencias que teníamos… Cuando empecé en el Conservatorio, estudié guitarra clásica ocho años, originalmente yo era guitarrista clásico, pero, pues por cosas del destino, por ejemplo, mi primer trabajo fue de bajista, uno se va adaptando a lo que sale, no? Julio toca la guitarra, pero también el bajo eléctrico. Paty estudió fagot en el Conservatorio, era fagotista, pero igual, le salió su primera chamba de pianista. En la orquesta había trece personas, toda una bandota, tres percusionistas, cinco metales (dos trompetas, dos saxofones y un trombón), dos cantantes, piano y bajo, en aquel entonces sí era el director, por tanta gente tiene que haber alguien que ponga orden, porque sino es un caos, ahora no, todo lo hacemos en conjunto, todos traemos ideas, trabajamos juntos…

¿Cómo es la vida musical en San Cristóbal?

Pues fíjate que cuando nosotros llegamos ahí prácticamente se oía rock, trova y reggae, el jazz era prácticamente desconocido, sí había gente que conocía de jazz, pero no había grupos ni nadie que tocara esta música. Entonces nos pusimos a dar clínicas y talleres de introducción al jazz, hicimos unos pequeños grupos, hacíamos pequeños combos con los músicos que estaban ahí. Creo que, a base de dar esos talleres, tanto en Tuxtla como en San Cristóbal, los chavos empezaron a interesarse mucho en esta cuestión de la improvisación y de las armonías del jazz. Actualmente, no te miento, hay como diez grupos en San Cristóbal que tocan jazz, ya hay un club que se llama “Dada Club Jazz” y ahora todo mundo dice que San Cristóbal se está convirtiendo en algo así como la capital del jazz en Chiapas, bueno no es precisamente así porque queramos adjudicarnos esa labor, pero sí creo que fue mucho por los talleres que dimos, por el trabajo que hemos hecho…

Cuéntame de su último disco, “Doncella”.

Pues, mira, este disco en realidad nos dio muchísimas sorpresas, porque los otros dos, “Hecho en San Cris…” y “Tele-Visión”, y “Doncella”, como se llama así, decimos que fue niña, y pues sí, parece que traía torta bajo el brazo porque nos han salido muchísimas cosas con este disco. La verdad nosotros estamos muy contentos de estar colaborando con Julio, él dice que se incorporó a nosotros, pero en realidad en este sonido de ahora él tiene mucho que ver, sentimos que en este disco como que se concretó un poco más el sonido de “Ameneyro”, pero no estamos casados con los sonidos ni con los estilos, puede ser que el próximo disco sea de otra onda, medio electrónico o a dos bajos, porque Julio también toca el bajo, no sé, no tenemos algo así como un sonido determinado que siempre va a ser el mismo, siempre estamos experimentando, suena chistoso, pero tenemos cuatro repertorios, esto que tocamos ahorita es como electrónico, tenemos el repertorio de “Doncella”, otro de estándares de jazz y otro de versatilidad, pues viste que tocamos “Libertango”, por ejemplo, tenemos cosas así, como más tradicionales, de “Doncella” hoy no tocamos nada, tocamos algo diferente, pero esto nada que ver con lo que tocamos en el Festival Nacional de Jazz [el 16 de febrero en el Centro Cultural Universitario], ahí tocamos lo de “Doncella”, de hecho, en el festival fue como una pre-presentación del disco, porque la presentación oficial fue en San Cristóbal y en Tuxtla Gutiérrez, el 18 y el 19 de abril, respectivamente.

¿Cómo surgió la gira a Sudamérica?

Fue por una amiga que conocimos en San Cristóbal, es argentina, musicoterapeuta, se llama Araceli, la conocimos por ahí de 2003, ella vive allá, pero va con frecuencia a San Cristóbal porque hace trabajos de comunidad con eso de la musicoterapia. Ya desde hace mucho tiempo nos había dicho que estaba muy interesada en que nosotros fuéramos allá, pero hasta este año fue que cuajó ese asunto.

¿Dónde van a tocar?

En el Congreso de Musicoterapia en Buenos Aires… las fechas están en nuestro MySpace… [http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=52352408), pero primero vamos a Argentina como 15 o 20 días, luego estaremos en Chile, ahí llegaremos como el 3 de agosto,  vamos a estar como un mes, tocaremos en un Encuentro de Jazz, en Santiago, y regresamos a México hasta el 1 de septiembre.

¿Todos los temas de “Doncella” son de ustedes?

Solamente hay un tema que es de los “Hermanos Domínguez”, hay dos temas de Julio, uno de Paty y los demás son míos… Lo que pasa es que en el segundo disco tocaba con nosotros un marimbista que se llama Alexis Díaz, que es de San Cristóbal… Nosotros estamos abiertos a todo, el hecho de que seamos ahora un trío es porque en San Cristóbal no hay bateristas, sí hay, pero no de nuestro concepto, no estamos cerrados, a lo mejor en el próximo disco hay hasta dos baterías, es como vayan surgiendo las cosas, no estamos cerrados a que vamos a ser trío siempre o cuarteto, o con marimba. Por ejemplo, en este último disco mucha gente pensaba que era con marimba, porque “Tele-Visión” era con marimba, pero pues no, más bien es como vayan surgiendo las cosas. Sí, tenemos discos de las dos producciones anteriores y las vamos a llevar a Argentina y a Chile.

¿Qué representó para “Ameneyro” participar en el Festival Nacional de Jazz, cómo ven el movimiento del jazz en México desde San Cristóbal de Las Casas…?

Siento que está como surgiendo algo en nuestro país, como el coloquio que hizo Malacara, “Viaje al fondo del jazz”, creo que es una actividad bastante importante, como dice él, hay mucha gente que está dentro del jazz en México, pero nunca se habían puesto de acuerdo o juntado para platicar, intercambiar experiencias, qué es lo que se está haciendo, quiénes están trayendo grupos a México, cuántos grupos hay en México… No sé si conoces a “Los Dorados”, por ejemplo, hace poquito me dieron el disco más reciente de ellos, uno que es como una caja de cerillos, a mí me sorprendió muchísimo escucharlo, me parece que es de lo mejor que he escuchado últimamente dentro del jazz nacional, no precisamente por la cuestión de la ejecución, sino por el concepto. Hay muchísimas bandas, francamente, desde que nos fuimos a San Cristóbal, yo ya perdí el control, ya no sé cuántas hay, están surgiendo muchísimas, pero creo que sí está pasando algo en el ambiente jazzístico en México, algo bueno… Creo que la música te va llevando, por ejemplo, también en el caso de “Los Dorados”, de este último disco al primero hay una gran diferencia, creo que la misma música te va llevando y uno ni se da cuenta, en realidad uno conoce lo que hace por lo que le dice la gente. Una vez vi una película en la que un pintor decía que cuando pintaba un cuadro era tan nuevo como para cualquier persona, es como tener un hijo, es decir, la madre lo tiene en el vientre, pero cuando nace es en ese momento en el que lo conoce, de repente uno funciona más como médium de no sé qué… Por ejemplo, me ha sucedido con “Doncella”, de repente la gente dice “¿Cómo trabajaste el concepto?”, y yo me quedo pensando “Mmm, es que nunca lo trabajé…”. Se va dando, de pronto es tan desconocido para mí como para cualquier gente… Sí, de repente alguien llega, no con una rola hecha, sino nada más un motivo, una idea, y ahí la vamos armando, a ver cámbiale, ponle, no, ya no me gustó, o sí me gustó, o quítale, o al día siguiente, qué hicimos ayer, cámbialo o esto va padrísimo, no sé, es un trabajo entre los tres… Por cierto, fíjate que esto de “Ameneyro” de repente pareciera que yo soy el dueño del balón; cuando teníamos la orquesta de salsa, el chavo con el que yo empecé el grupo le puso el nombre, y me decía “Como es de salsa y merengue, “Ameneyro” suena como ameno, meneo”, pero yo no fui el que le puso el nombre…

¿Es su primera gira fuera de nuestras fronteras?

El año pasado fuimos a Bélgica, a un festival de marimba, también estuvimos en Alemania, donde hicimos unas presentaciones en bares, como aquí [en “La terraza” del CCEMX]; el año pasado nos fue bastante bien. Ahora tenemos una invitación, aún está por cuajarse, para regresar a Berlín, en noviembre, a un festival del bolero.

¿Quieres agregar algo?

Me gustaría agregar que, pensando precisamente en esto que está surgiendo como una especie de movimiento, me gustaría invitar a mis colegas músicos a que nos echemos la mano, porque de repente hay mucho la cuestión de la competencia, entonces nosotros, por ejemplo, ahora que nos vamos a Argentina nos llevamos discos de “Muna Zul”, “Los Dorados”, Iraida Noriega, de Magos Herrera, de varias gentes, para precisamente mostrar lo que se está haciendo aquí en México, creo que deberíamos echarnos la mano en ese sentido, que si uno va de gira, que se lleve discos de otro, para promocionarlos. Por ejemplo, al encuentro en Chile van a ir muchos músicos, muchísima gente, y creo que es importante que sepan qué está pasando en el jazz de México, y en ese sentido creo que nos podemos echar la mano de esa manera, promoviendo no sólo lo que está sucediendo como artistas individuales o grupos aislados, sino todo lo que está sucediendo en nuestro país en el jazz. Bueno, esto fue porque en Argentina saben de los músicos de los que llevamos sus discos y quieren saber lo que están haciendo actualmente, pero igual, estamos dispuestos a llevarnos los discos de otros grupos, aunque sea en otra gira… Para nosotros, mientras más se hable de México, mejor, pues nos conviene a todos, ¿no?

Así, no queda más que desearle suerte a este trío mexicano de jazz en su gira por tierras australes, y, cuando se presenten en nuestro país adquirir sus discos (además de “Doncella”, “Hecho en San Cris…”, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, 2002, y “Tele-Visión”, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, s.f.). Mientras, puede escuchar una probadita de “Ameneyro” en la siguiente dirección: http://es.youtube.com/watch?v=HMMGu5TrQnk.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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