“La Santa Muerte. Protectora de los hombres” intenta romper recelos sobre un culto netamente mexican

El culto tal y como lo
conocemos actualmente
en la Ciudad de México,
es del siglo XX, no existen
referencias más allá
de 1950,
al menos documentales
Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 7 de Julio del 2008.- (CONACULTA)  La muerte iguala, ronda e incluye a todos, tal vez por ello su fervor va en aumento sin que las notas amarillistas o el rechazo abierto de la Iglesia católica hagan menoscabo; en este contexto, la antropóloga Katia Perdigón intenta romper prejuicios e ideas preconcebidas sobre este culto netamente mexicano mediante el libro La Santa Muerte. Protectora de los hombres.

 

Fue a solicitud expresa de algunos devotos que requerían un estudio serio sobre este fervor, que Katia Perdigón, pionera de las investigaciones sobre el tema, comenzó a perfilar la publicación que ahora aparece bajo el sello del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que es resultado de 10 años de indagaciones.

 

Para su realización, se aplicaron diferentes conceptos y teorías antropológicas a distintos sectores socioculturales, mediante una metodología cualitativa y respondiendo a entrevistas dirigidas e historias de vida de más 500 personas, a fin de ofrecer un panorama integral, rescatando tanto la voz de adeptos como la posición de la Iglesia católica apostólica romana.

 

Cuando en 1994, Katia Perdigón Castañeda, quien también es restauradora, se dirigió a la población de Yanhuitlán, en la Mixteca Alta oaxaqueña, para estudiar una escultura que representa a un esqueleto de cuerpo entero de tamaño natural, sentado sobre un trono de color negro, se percató que la talla colonial era motivo de una adoración particular.

 

Dentro de la sala de profundis del ex convento del lugar, convertida en un museo de sitio, “el espacio se ve transgredido de manera intermitente, sin fecha establecida, cuando en lugar de turistas llegan otro tipo de visitantes con el afán de ver una sola pieza: la Santa Muerte”. Así comenzó, sin saber, su “iniciación” en torno a la hoy afamada devoción.              

 

El culto a la Santa Muerte, “tal como lo conocemos actualmente en la ciudad de México, es del siglo XX, no existen referencias más allá de 1950, al menos documentales, aunque en una película de 1976, El miedo no anda en burro, que protagoniza la India María (María Elena Velasco), destaca una escena en la que entona una canción frente a una imagen de la Santa Muerte.”

 

Cabe aclarar que “la historia del concepto actual de muerte y su iconografía, reflejada en la Santa Muerte del presente siglo, se relaciona más con la religión judeocristiana que con la desconocida voz del pueblo prehispánico. Fue como parte de los elementos fundamentales del dogma católico, que en la Colonia se introdujo el icono del Triunfo de la Muerte”.

 

Varias de estas representaciones salían en procesión durante la Semana Mayor, acompañando al Santo Entierro, sin embargo, de ser un símbolo fundamental para el catolicismo, la imagen de la muerte cayó en desuso quizás por el temor de los sacerdotes al ver que comenzaba a estar en oratorios domésticos indígenas.

 

De los reportes del virreinato de la Nueva España sobre la religiosidad popular que rinde culto a la muerte, Perdigón Castañeda pudo localizar cuatro de ellos del siglo XVIII, y que demuestran que es un culto que la Iglesia nunca ha logrado extirpar.  

 

“¿A qué responde el rito contemporáneo?, pues, a mi consideración, a que la fórmula conocida ya no les sirve a muchos, la protección que conocían en las distintas religiones, ya no surte efecto para sus necesidades. En muchos lugares del país la inseguridad es tanta que necesitan de algo más fuerte y porqué no la misma muerte, que se lleva a todos por igual.”

 

“De alguna manera y sin querer, la gente está reflexionando sobre un elemento que proviene de las Danzas de la Muerte. Tal como sucedía en la Edad Media, la muerte está recordando lo efímero de la vida humana, antes era por pandemias, hoy por ‘ajustes de cuentas’, asaltos, negligencia policíaca, corrupción, etcétera.  Sólo que ahora, a la reflexión se suma el rezo”.

 

¿Cómo devino en santa?, la investigadora del INAH comentó que el concepto de la buena muerte, en el Virreinato, era esencial para los devotos e implicaba la preparación y sujeción a los siete sacramentos, a lo largo de la vida. Posiblemente una tergiversación de la palabra, en cuanto a su connotación, derivó en el anuncio de la santa muerte.

 

“Hablamos de una devoción que aparece en México, no obstante, es un fenómeno que va de adentro a fuera y viceversa. Migrantes centroamericanos se toparon con ella en su paso hacia Estados Unidos y a su regreso los extendieron también en el centro y sur del continente, de esta manera existe un circuito marcado por los propios feligreses, desde sus lugares de origen o de dónde quieren habitar”.

 

Es imposible cuantificar los fieles de la Santa Muerte, aunque algunos se afilian a la Iglesia Católica Tradicional México-Estados Unidos, el número de los mismos ha bajado “porque ésta ya no guarda relación con el culto primigenio, ahora tiene una influencia yoruba”. Caso contrario, por ejemplo, sucede en el altar de la calle de Panaderos, en Tepito, donde el auge del rosario representa una aglomeración que puede extenderse dos o tres cuadras a la redonda.

 

“También es ridículo creer que todos los ahí reunidos son ‘lo peor de la sociedad’, se trata de una percepción muy influenciada por el sensacionalismo mediático. Es tan simple como me contestó una yerbera que trabaja en el Mercado de Sonora: Para hacer el mal, la persona no necesita ni a la Santa Muerte ni al demonio.”

 

“Católicos, santeros, la Nueva Mexicanidad… todos están sumando elementos a este culto del siglo XXI que, como todo proceso de religiosidad popular, es dinámico; ahora inclusive la Santa Muerte está ‘matrimoniada’ con Jesús Malverde y también se ha convertido en ayudante del Niño Fidencio, ambos santones mexicanos”.

 

La Santa Muerte. Protectora de los hombres “abre camino a una serie de investigaciones sobre este tema del que nadie tiene la verdad absoluta y que no se puede entender si nos restringimos a lo que sucede en la ciudad de México, allí también esta la veneración a los túmulos y devociones procesionales de origen colonial, en Chiapas, Hidalgo, Oaxaca.”

 

“Esta publicación pretende demostrar, en todos los sentidos, que hay santa para todos”. 

Leave a Reply