San Diego Buenavista y Uitziná, sitios protegidos y registrados en el Atlas Arqueológico de Yucatán

San Diego Buenavista,
cuenta con 5 plazas monumentales,
altares monolíticos y más de
13 estelas, destacando
la de un personaje descarnado
en alto relieve
Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 29 de Junio del 2008.- (CONACULTA) Tanto el sitio arqueológico ubicado en la localidad de San Diego Buenavista, Ayuntamiento de Tekax, Yucatán; como la zona de Uitziná, localizada en el municipio de Peto —los dos al sur de ese estado— fueron registrados desde 1980 en el Atlas Arqueológico de Yucatán.

 

Los arqueólogos Thelma Noemí Sierra Sosa y Agustín Peña Castillo, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),  abundaron en que los riesgos en que se podrían haber encontrado los sitios referidos han sido minimizados desde hace siete años por la coordinación existente entre las autoridades del Centro INAH Yucatán y la Dirección de Vías Terrestres del gobierno de dicha entidad.

 

Lo anterior supone que el trazo de carreteras e infraestructura siempre ha sido precedido por un estudio tendente a evitar cualquier afectación a un bien de tipo cultural. Para estos casos las prospecciones arqueológicas se llevaron a cabo para la conexión entre las poblaciones de San Diego Buenavista-Pocoboch y Catmis-Tigre Grande.

 

Fue a mediados de 2007, explicó la doctora Thelma Sierra,  cuando se inició el trabajo de prospección arqueológica a lo largo del trazo San Diego Buenavista-Pocoboch (en la región conocida como “Cono Sur”), para determinar los vestigios que pudieran ser dañados, encontrándose un núcleo importante de edificios.

 

“Nuestra visita fue superficial; sin embargo, desde entonces supimos de su importancia para la investigación regional, por su monumentalidad y las 4 estelas que pudimos registrar. Posteriormente en enero de 2008 iniciamos los trabajos de excavación y registro del trazo de la carretera y durante el mes de mayo y junio se comenzó el plano del núcleo del sitio”.

 

Los resultados de estos meses de exploración dan un amplio panorama de lo que fue San Diego Buenavista, el cual cuenta con 5 plazas monumentales, altares monolíticos y más de 13 estelas (entre las cuales está la representación de un personaje descarnado en alto relieve).

 

El apogeo del sitio se dio durante el periodo Clásico Tardío (550-750 d.C.), manifestándose tanto arquitectónicamente como en los materiales cerámicos, a la tradición Chenes. Lo anterior sugiere una nueva perspectiva acerca de la  influencia que tuvo el estilo Chenes, en el sur de Yucatán, desde el Norte de Campeche.

 

Sierra consideró como prioritario proteger y documentar las estelas, además de realizar trabajos más exhaustivos, esto es, ampliar el plano y analizar los elementos arquitectónicos definiendo los periodos constructivos y/o de ocupación.

 

“No pretendemos que el sitio de San Diego Buenavista sea mayor o más importante que las metrópolis de Chichén Itzá, Uxmal o Dzibilchaltún, su valor radica, en haberse constituido durante el Clásico Tardío como la cabeza de un territorio importante en el sur del Estado.”

 

“La presencia de 13 estelas nos indica su poderío, ya que estas últimas constituyen un marcador que define la importancia de los sitios”, comentó.

 

Uitziná

 

Por su parte, el maestro Agustín Peña Castillo dio a conocer que el sitio arqueológico de Uitziná, ubicado entre los km. 11.500 y 14.300 de la carretera Catmis-Tigre Grande, cerca de los límites con Quintana Roo, está integrado por dos grupos de carácter monumental: el grupo Uitziná y el grupo El Ramonal con 250 y 350 metros de diámetro, respectivamente.

 

Alrededor de los mismos –dijo– se encuentran numerosos patios de tipo residencial y, más allá, las unidades habitacionales de la gente común, lo que lleva a considerar un diámetro aproximado total del sitio de 3 kilómetros.

 

El grupo Uitziná tiene 5 plazas, en las que se registraron 16 estructuras abovedadas, teniendo la más alta 13 metros de altura.

 

Mientras, el grupo El Ramonal está integrado por 22 plazas públicas y alrededor patios residenciales. Entre las plazas se registraron 3 estructuras piramidales de 13 a 10 metros de altura y 35 edificios abovedados. La plaza central, la marcada como la número 1 de tipo cívico-ceremonial y administrativo, está integrada por estructuras piramidales, abovedadas y altar central. Tiene una extensión de 105  metros de largo por 99 de ancho.

 

“El sitio, en general, se erigió en una zona de planicies, rodeada por rejolladas y A’ak alchés (ciénega o laguna), lo que probablemente les proveyó de agua para su sustento, además de los chultunes (depósitos artificiales, excavados en la roca madre) para almacenar el agua u otro tipo de productos (semillas, comestibles, etc.). Cronológicamente podemos ubicarlo en la parte temprana del Clásico Tardío hacia el 500-700 d.C.”

 

“El aspecto más sobresaliente del sitio, además de su extensión es la existencia de arquitectura en sí, es decir edificios, los cuales por su decoración se los considera estilo Chenes. Este último se desarrolló en el norte de Campeche durante el periodo Clásico Tardío”, detalló el arqueólogo.

 

El estilo Chenes se caracteriza por las fachadas zoomorfas cuya boca es la entrada al edificio, también son comunes los adornos a base de volutas. Los muros laterales y posteriores de los edificios de este estilo mantenían la abundante decoración en la parte superior del paramento, mientras que la inferior es totalmente lisa.

 

Desde el punto de vista estructural la decoración Chenes utiliza abundante estuco para el acabado, contrastando por ejemplo con el estilo Puuc  en donde el fino acabado de la piedra hace innecesarias gruesas capas de estuco.

           

Agustín Peña concluyó que “la presencia de edificios con las características señaladas en el sur de Yucatán sólo se conocen hasta ahora en Uitziná, lo cual le da especial importancia desde el punto de vista arqueológico y hace necesaria su consolidación estructural, a la brevedad”. Estas acciones deberán ser autorizadas por el Consejo de Arqueología, después de la evaluación de la propuesta del mismo arqueólogo, tal y como lo marca la normatividad del INAH.

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