Celebrarán 50 aniversario luctuoso del pianista, compositor y director de orquesta José Pablo Moncay

 Celebrarán 50 aniversario luctuoso del pianista, compositor y director de orquesta José Pablo Moncay
De Moncayo podría
decirse, como de
Ravel, que fue por la
perfección y finura
de sus obras
un auténtico
'relojero suizo'
Foto: Cortesía Raúl Izaguirre
/classical-composers.org

Ciudad de México.- 23 de Junio del 2008.- (CONACULTA) Para conmemorar el 50 aniversario luctuoso del pianista, compositor, director de orquesta y pedagogo José Pablo Moncayo, el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical “Carlos Chávez” (CENIDIM), del INBA, llevará a cabo una mesa redonda con especialistas que hablarán sobre la vida y obra del maestro, el jueves 26 de junio a las 19:00 horas en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes.

 

En la mesa redonda José Pablo Moncayo (1912-1958) 50 aniversario luctuoso, participarán la doctora Thusnelda Nieto, el coreógrafo Guillermo Arriaga, el poeta Roberto López Moreno, el compositor Joaquín Gutiérrez Heras y el investigador Luis Jaime Cortez, quien fungirá como moderador.

 

La parte musical estará a cargo de Erika Cano Magdaleno al violín y Rodrigo de la Sierra Moncayo quienes interpretarán la Sonata para violín y piano, por su parte el maestro Aurelio León tendrá a su cargo la ejecución de Muros Verdes en el piano, ambas obras de Moncayo.

 

Semblanza de José Pablo Moncayo

 

Moncayo nació en Guadalajara el 29 de junio de 1912 y falleció el 16 de junio de 1958 en su domicilio en la calle de Ámsterdam 295, ciudad de México. Estudió con Hernández Moncada, Huízar y Chávez en el Conservatorio Nacional. Vinculado con la Sinfónica de México, actúa en ella como pianista, percusionista, subdirector y director artístico. Con la misma institución dio a conocer varias de sus obras orquestales que le confirieron notoriedad.

 

En 1942, junto con Blas Galindo fue invitado por Aarón Copland para estudiar en el Berkshire Music Center, donde Serge Kussevistki le estrenó Llano Grande para pequeña orquesta. De 1949 a 1952 fue director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, llamada también Orquesta Sinfónica Nacional. Ejerció la docencia en el Conservatorio, entre otras escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

 

Moncayo destaca entre la notable segunda generación de compositores mexicanos del siglo XX, pródiga en figuras de primer orden: Sandi, Ayala, Bernal Jiménez, Galindo, Salvador Contreras, Jiménez Mabarak,

 

Salvador Moreno, Montiel Olvera, Herrera de la Fuente y Raúl Lavista. Su empeño fue, dicho en palabras sencillas, “hacer obra nacionalista en un lenguaje contemporáneo”.

 

"Huapango", brillante pieza de recreación folklorística es su obra más célebre por su calidad emblemática: simboliza el modo de ser de la música criolla de México; con todo, "Huapango" no es una obra representativa del estilo del autor. Su breve pero significativo catálogo muestra a un compositor “de la más alta distinción” (como escribió su colega Blas Galindo), preocupado por una expresión propia y perfecta.

 

Los elementos de su estilo podrían enlistarse de esta manera: un lirismo contenido sin exabruptos, libertad armónica sin anarquía, generosa inventiva melódica y rítmica en el marco de un mexicanismo más intimista que exultante. Su sentido de la forma es sumamente certero y muy personal.

 

Entre sus obras principales deben mencionarse "Sinfonieta" (1945), "Tierra de temporal" (1949), "Cumbres" (1953) y "Bosques" (1954), todas ellas para orquesta.  Su música de cámara incluye, además de la conocida "Amatzinac" (1935, versión original para flauta y cuarteto de arcos), cuatro sonatas para diversos instrumentos que enriquecen el repertorio mexicano camerístico.

 

Asimismo, su "Homenaje a Cervantes" (1947, para dos oboes y orquesta de cuerdas) debe ser considerado una obra arquetípica, como lo es su único trabajo teatral, "La mulata de Córdoba" (1948), ópera en un acto con libreto de Agustín Lazo y Xavier Villaurrutia.

 

De Moncayo podría decirse, como de Ravel, que fue -por la perfección y finura de sus obras-­­ un auténtico “relojero suizo”.

Redacción Azteca 21

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