San Miguel de Allende podría ingresar en pocas semanas a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO

De obtenerse un veredicto
favorable, México tendrá
diez ciudades históricas inscritas
Foto: Cortesía Mauricio Marat/INAH

Ciudad de México.- 19 de Junio del 2008.- (CONACULTA) Considerado como uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura barroca generada en la Nueva España, a partir del siglo XVI, así como ser uno de los sitios donde se forjó la Independencia de México, San Miguel de Allende, Guanajuato, podría ingresar en pocas semanas a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

 

Lo anterior será determinado del 2 al 10 de julio, en el seno de la 32ª Reunión del Comité de Patrimonio Mundial, que se efectuará en Québec, Canadá, donde se examinarán las solicitudes de inscripción de nuevos sitios en este listado internacional.

 

“Después de más tres años de trabajo, esperamos que esta candidatura sea aprobada y reciba tal reconocimiento, porque se han cubierto satisfactoriamente los criterios de autenticidad e integridad, que son indispensables para cualquier bien que se busca inscribir en la Lista”, señala Francisco López Morales, director de Patrimonio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

 

Bajo el título de la Villa Protectora de San Miguel el Grande y el Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco, la candidatura mexicana que se plantea para la categoría de Bien Cultural, en el rubro de Ciudades Históricas, forma parte de las 47 solicitudes que analizará el Comité de Patrimonio Mundial, en julio próximo.

 

De contar con un veredicto positivo para San Miguel de Allende, México contaría ya con 10 ciudades históricas, refiere el especialista, tras comentar que a principios de 2008, se obtuvo el fallo favorable del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) —por sus siglas en inglés—, órgano consultivo del Comité de Patrimonio Mundial, en asuntos relativos a los criterios II y VI para la inscripción de un bien cultural.

 

El par de puntos son los referentes a que la candidatura debe ser una manifestación de intercambio cultural considerable, así como un ejemplo sobresaliente desde el punto de vista arquitectónico, respectivamente.

 

López Morales indicó que además de la autenticidad e integridad de esta ciudad fundada en 1555, el grado de conservación que presenta será también uno de los elementos claves que contribuirán a su aprobación y enriquecimiento de la Lista de Patrimonio Mundial.

 

“En este sentido, San Miguel de Allende constituye uno de los ejemplos más notables de conservación del patrimonio edificado, donde los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil han sumado esfuerzos y se han involucrado en todo este proceso”, refiere.

 

La formulación del expediente técnico de este bien ubicado en la región del Bajío, estuvo basado en fuentes documentales de archivos históricos de México y España, donde se planteó precisamente la especificidad y carácter original de San Miguel de Allende, antes llamado San Miguel el Grande, que se erigió a partir de una villa protectora del Camino Real de Tierra Adentro, primera ruta cultural trazada por los españoles en América.

 

La candidatura incluye un total de 64 manzanas que conforman el centro histórico de esta ciudad colonial, y el emblemático Templo de San Miguel Arcángel, inmueble del siglo XVII característico por su portada estilo neogótico y de tonalidad rojo óxido, misma que está rematada con pináculos adornados con motivos geométricos.

 

Este inmueble fue sometido en años anteriores, a labores de restauración a cargo de los tres niveles de gobierno, bajo la supervisión del INAH, conjuntamente con otros templos de la misma época como el de San Francisco que destaca por su fachada estilo churrigueresco, de la Salud y de San Antonio, así como El Calvario y La Ermita.

 

La nominación de la posible declaratoria para el rubro de Bien Cultural, incluye el Santuario de Jesús de Nazareno de Atotonilco, construcción del siglo XVIII también conocido como la Capilla Sixtina de América, por los frescos que alberga en su interior del pintor sanmiguelense, Antonio Martínez Pocasangre.
      

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