Cristina Ortiz, una de las más respetadas pianistas del mundo, ofrecerá concierto en el CENART

La maestra brasileña
interpretará suites y
estampas de Debussy,
así como nocturnos
y estudios de Chopin
Foto: Cortesía CONACULTA

Ciudad de México.- 10 de Junio del 2008.- (CONACULTA) Cristina Ortiz, considerada una de las más respetadas pianistas del mundo, aseveró que ciertamente “el piano es el instrumento rey, pero hay que saber darle la armonía musical que fascine, porque muchos piensan que sólo hay que afinarlo y cualquiera puede tocarlo, y no es así”.

 

En entrevista previa a su concierto que ofrecerá el miércoles por la noche en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, en el marco del XII Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro. Con Acento en Chopin, Liszt y Debussy, la maestra, que tomó estudios en Francia e Inglaterra, subrayó que a la música hay que darle el timbre y armonía que cada composición necesita. “No hay que tocar más rápido o más fuerte, sino con calidad. Hay que dirigir al piano como se hace con una orquesta, o sea, con sensibilidad y talento”.

 

En ese sentido, precisó que hay que estar atentos no sólo a las notas musicales, sino también tomar en cuenta elementos que rodean el lugar del concierto, porque, aunque parezca simple, sí influyen aspectos como el frío o el calor, sobre todo el humano.

 

“La música es comunicación y como tal debe transmitir emoción, tristeza, alegría. El piano es el más bello instrumento para hacer vibrar la pasión, sentir la belleza de la música en el pecho y provocar que el corazón estalle de gusto. Hay que hacer vivir esa emoción en todas sus expresiones”, enfatizó.

 

La pianista, cuya natural musicalidad, el artesanado estilo en su técnica que raya en la maestría y su compromiso con una forma de interpretar honesta que la han llevado a presentarse con las orquestas más famosas del orbe, insistió que tocar un piano con talento y sensibilidad “es la experiencia más hermosa que he vivido; hay que vivir y transmitir la emoción y sonoridad musical de los compositores que uno interpreta”.

 

A lo largo de su ya extensa carrera lo mismo ha pisado grandes escenarios con agrupaciones de renombre como las Filarmónicas de Viena y Berlín, la Sinfónica de Chicago, la Filarmónica de Londres y la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, bajo célebres batutas como las de Neeme Järvi, Mariss Jansons, Kurt Masur, André Previn y David Zinman.

 

La crítica se ha expresado con elogio de la maestra brasileña en recientes conciertos con la Sinfónica de Sidney, las Orquestas de Cleveland y Filadelfia, la Filarmónica Checa, la WDR de Colonia, la Sinfónica Alemana de Berlín y las Orquestas de Valencia, Islandia y la NHK de Japón.

 

Su carrera en el campo de las grabaciones incluye más de treinta álbumes en sellos como EMI Classics, Decca, Collins Classics y más recientemente en la firma Intada;  hoy día continúan gozando de la preferencia del público gracias a su muy ecléctico repertorio, que va de Beethoven y Brahms hasta Rajmáninov, su compatriota Heitor Villa-Lobos.

 

Cristina Ortiz aseveró que si bien parte de su educación musical la realizó en Europa, lo cierto es que los colores y timbres musicales ya los llevaba desde su natal Brasil. El amor por su tierra querida y su música quedó de manifiesto en su reciente disco llamado Alma brasileña, que incluye piezas de sus músicos compatriotas favoritos. Un ejemplo es la grabación completa que hiciera de los Conciertos de Villa-Lobos y al estrenar en Estados Unidos, en 1996, el Choro de Mario Camargo-Guarnieri en Carnegie Hall.

 

“Hay que tener amor y respeto por los grandes compositores; yo he recorrido el mundo, pero nunca olvido mis raíces. Ya conocí otras culturas, algunas muy similares a la mía, por más que conozca uno, de vez en cuando, o más bien siempre, hay que voltear a nuestras raíces; hay que absorber todo tipo de cultura, pero sin olvidar el origen”, redondeó la reconocida pianista.

 

Al ser cuestionada sobre los talleres que impartirá con estudiantes de música, puntualizó que están basados en el respeto por el punto de partida de la enseñanza. “Hay que sentir amor por la música y transmitirlo; ponerle sabor con la pimienta y tener los poros abiertos para que se grabe todo el bagaje musical como un tatuaje en la piel”.

 

Concluyó  que “hay que comenzar esa enseñanza mostrando cómo es la partitura, nota por nota ir leyendo las hojas pautadas para que no haya confusiones; hay que ir descubriendo el valor de cada nota. Yo aprendo mucho enseñando a los jóvenes. Hay que hacerles ver que tocar es un arte tanto como la pintura, porque las composiciones son como un cuadro de un gran pintor”.

 

Cristina Ortiz interpretará suites y estampas de Debussy, así como nocturnos y estudios de Chopin. “Será un bello canto con libertad total”.  

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