
“Nebbia”, fino espectáculo que va del embeleso al asombro y de lo poético a la fascinación
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Gritos, risas y festejos se
dejan escuchar, mientras
siluetas van y vienen entre
la niebla acompañados
de un violín, tambores,
trompetas y flautas
Foto: Cortesía CONACULTA
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Ciudad de México.- 30 de Mayo del 2008.- Apenas se abre el telón y la niebla se convierte en el elemento central para explorar el mundo de los sueños y el imaginario.
Nebbia (palabra italiana que significa niebla) es un fino espectáculo que va del embeleso al asombro y de lo poético a la fascinación. Se trata de la tercera parte de la trilogía El cielo, dirigida por el maestro Daniele Finzi Pasca.
En la neblina los hombres y mujeres se pierden y se encuentran con otros, y más allá de esto, es un espacio donde se confrontan con lo inesperado.
La obra sumerge al público en un universo poético y sensitivo, que mezcla la acrobacia y el teatro de manera sutil. Más que un circo, este montaje es una explosión de imágenes poéticas que resultan de la niebla, elemento que baja de la bóveda celeste para proteger los sueños y convertirse en la materia prima de un fascinante mundo onírico.
Once actores en escena combinan teatro, ritmo, canto, habilidad acrobática y circo moderno. La música, compuesta especialmente para el montaje, tiene un carácter etéreo y parece dialogar con los acróbatas, actores y payasos.
Es sin duda un teatro dentro de otro teatro, donde convergen misteriosos encuentros que la bruma hace posibles, historias del barrio en el que creció el autor; todo en su conjunto fusionado desde una perspectiva surrealista del tiempo, relacionada con la naturaleza cambiante y difusa de la neblina.
La puesta en escena no es otra cosa que el imaginario ancestral del mundo de los sueños reflejado mediante deslumbrantes cuadros cargados de sensibilidad y sensualidad.
La neblina primero sólo deja ver vagas siluetas en el escenario, pero conforme se esparce aparece el arte creativo en sus diversas manifestaciones.
Una guapa y rubia mujer aparece en un columpio sosteniendo una varita de madera en cada una de sus manos con las que toca un grupo de botellas de cristal que producen un dulce sonido.
En seguida un trapecista sube y baja por listones de tela naranja. En un costado, al fondo del escenario, entre la bruma, otra rubia hace sonar un caracol para remitir a tiempos idos, a nuestros ancestros, a las primeras culturas que poblaron el mundo. Pero también a percibir o escuchar el sonido del mar.
Siluetas van y vienen entre la niebla y acompañados con un violín, tambores, trompetas y flautas la fiesta campirana da principio. Gritos, risas y festejos se dejan escuchar. Los ritmos son singulares y contagiosos.
Pelotas de esponja acondicionadas con largas colas de trapo atraviesan el escenario de un lado a otro. A ritmo de tambor aparecen en el escenario, primero las mujeres y luego los hombres con cuerdas en mano y bolitas en el extremo con las que danzan y brincan al ritmo que les toquen.
Y la fiesta sube de tono al aparecer acordeones, guitarras, aros con los que realizan acrobacias. Los artistas todos juntos brincan sobre un colchón hasta alcanzar los trapecios, hacen piruetas y triples saltos mortales.
Con cañas de pescar y bolas de cristal en lugar de carnada ofrecen un poético pasaje que se fusiona con el Himno a la alegría tocado en marimba. Luego danzan en torno a un joven parapléjico, para dar cuenta de los valores que se pierden de manera lamentable entre la humanidad.
En fin, Niebba es un espectáculo maravilloso que no hay que perderse. Hoy a las 20:00 horas en el Teatro de las Artes ofrecen la segunda de dos funciones previas a su gira por la República Mexicana.