Crisis alimentaria, medidas
POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
-Crisis alimentaria, medidas
-La calidad de los alimentos
-Por atender el mercado externo
Muchas veces hemos escuchado en el argot popular aquello de que “no te den gato por liebre” para hacer referencia a la exposición al engaño al que recurrentemente estamos expuestos los consumidores.
En un mundo cada vez más abierto y la tecnología y la ciencia dominando los avances del ser humano, los mercados de consumo se han trastocado, ya no importa cómo se produce sino para beneficio de qué o de quién se produce.
La tónica es producir para aquél canal que pague lo más alto posible y eso hace que aunque existan asociaciones de consumidores y ONG´s, los compradores estamos al descubierto porque es muy baja la efectividad para verdaderamente ganarle la batalla al productor, para exigir una mayor calidad o llamar la atención sobre del precio.
En la teoría económica, la demanda juega un papel importantísimo en el rol de los mercados, en la práctica como no somos esos consumidores racionales con perfecto conocimiento del mercado caemos en casi todas las trampas: ofertas, compras con abonos chiquitos, compras del 2×1, adquisición de marca libre, temporadas estacionales, campañas de promoción, etc.
El consumidor siempre lleva las de perder. Cuando se trata de comprar bienes suntuarios, ropa o calzado, prescindir de ello no pasa nada sobre todo en momentos en que mengua el poder adquisitivo, reduce el ingreso por falta de trabajo, se agota el ahorro o se pierde la inversión.
No pasa nada si dejamos de cambiar el par de zapatos, sino compramos el abrigo de moda, la corbata con el color del momento o el celular de última generación, en cambio sí pasa si dejamos de comer.
La actual crisis alimentaria agravada por la utilización de granos para la producción de biocombustibles, más el alza de los precios del petróleo que afecta a los productores del campo, aunado a los años de desabasto de la producción del campo en general más la interrelación con el mercado internacional que trae vía la importación una serie de alimentos a precios muy bajos en comparación con la producción nacional ha metido a la producción de insumos alimenticios en un verdadero embudo.
Precios más altos de los alimentos implican una mayor inflación y esto sucede precisamente en el entorno internacional y también nacional más complicado justo cuando México depende de la importación de granos, cuando con el TLCAN se hipotecó la soberanía alimenticia del país y cuando a los productores del campo sean campesinos, ganaderos o productores pesqueros se les dejó solos en el camino sin los programas y planes gubernamentales necesarios para lograr rentabilidad frente a la competencia externa.
¿De qué sirve que los limones mexicanos se sirvan en la mesa de las familias estadounidenses? ¿O las naranjas veracruzanas sean el jugo de los niños de Texas? De nada sirve si en el mercado natural hacen faltan y si además los que hay son de mala calidad porque al exterior sale lo mejor.
Ridículamente por no descuidar el mercado foráneo han dejado el retazo y la segunda categoría para el mercado nacional.
Los costos de esas alteraciones son para nosotros los consumidores que hemos dejado de tomar leche con nata, para comprar agua con leche en polvo o leche producida por vacas vitaminadas y engordadas con esteroides.
Las tortillas ya no son blancas sino durezas amarillentas extrañas a los dos días, cada vez más llenas de colorantes artificiales.
A su vez el pollo ha dejado de saber a pollo y la carne de vacuno es más cara pero no más buena y la de cerdo da miedo por la cantidad de toxinas.
A COLACIÓN
Me pregunto si esa liberalización de facto concedida por el gobierno de México a todos los granos y alimentos para evitar la especulación, combatir la carestía y no afectar al consumidor mexicano ante la crisis mundial no provocará una invasión masiva de productos alimenticios de mala calidad.
En los alimentos sí hay una relación precio-calidad que debe sostenerse. Más barato no siempre implica mantener la calidad, el problema es el etiquetado.
Si el gobierno mexicano garantiza que en esta libre importación de granos y alimentos se pondrá especial atención para evitar que ingresen al país productos contaminados o que no cumplan con los estándares de calidad entonces no me preocuparía, pero lo hago porque conozco como funcionan las cosas.
En Europa, por ejemplo, se detectó que Ucrania vende aceite de girasol contaminado y se dieron cuenta días después cuando sucedieron varias afectaciones.
Lo mismo aconteció con las pastas dentales con sustancias dañinas que ocasionaron estragos en distintos países de América Latina y que por su bajo precio fueron adquiridos por los consumidores de menos ingresos. Hubo muertos.
En el caso de la libre importación de granos “para evitar que los más pobres padezcan” habrá que cuidar las garantías de haber sido producidos con los menores fertilizantes y plaguicidas; revisar las trazas; suciedades o infecciones por plagas y gorgojos. Me pregunto, ¿quién irá a certificar todo esto?
GALIMATÍAS
Con las marcas libres hay que tener cuidado. Si bien hay una diferencia razonable en el precio entre comprar el súper de la semana en una tienda de autoservicio con marcas de reconocido prestigio y otras de marca libre y la gente puede optar por la marca libre para ahorrarse hasta un 35%, le sugiero leer las etiquetas antes de comprar.
Cuando se usan demasiados conservadores, saborizantes y harinas en la producción de los alimentos se corren riesgos para la salud, lo mismo léase las etiquetas de las botellas de agua purificada y encontrará que las aguas envasadas, generalmente marca libre, son las que mayor contenido de sodio presentan y éste es muy malo para la salud de la persona que bebe el agua porque se trata de sal y afecta a las personas con hipertensión.
La cantidad de sodio que un agua pura envasada debe contener es menor al 5%. Lea la etiqueta.
Por otro lado, si opta por ahorrarse un poco de dinero buscando las marcas libres hágalo adquiriendo productos para la limpieza del hogar y el aseo de la ropa más que para la adquisición de alimentos conservados, quesos, yogures y lácteos.
También le sugiero obtener el mayor provecho de los productos de limpieza e higiene del hogar rebajándolos con agua incluso le protege a usted porque las sustancias de elaboración son cancerígenas, así es que evite ponerle muchos jabones con olores a sus ropas y ropas de cama.
Y si puede compre mejor productos frescos que enlatados, igual en esta crisis alimentaria mundial trate de probar otros productos comestibles. ¿Nos volvemos vegetarianos?