
Contraste de esplendor y de poesía fue la vida de Pita Amor, mujer-mito de la cultura mexicana
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Pita Amor, poetisa,
rebelde, audaz y bella
mujer que conmocionó
a la gente de su época
con su lenguaje
altivo e irreverente
Foto: Internet
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Por: Pedro González Olvera*
gonzalezo52@gmail.com
Ciudad de México.- 29 de Mayo del 2008.- (Fuente: nacion.com) El 9 de mayo del 2000 dejó de existir una de las últimas mujeres-mito mexicanas del siglo XX: la escritora Pita Amor. Puede decirse que con su muerte terminó definitivamente una época de la cultura y la literatura en México. En ella brillaron figuras de la talla de Octavio Paz, Alfonso Reyes, Salvador Novo, Gerardo Murillo (más conocido como el “Dr. Atl”), Carlos Pellicer, Carlos Chávez, Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Elena Garro, Rufino Tamayo, Silvestre Revueltas y muchos otros.
Pita Amor era de esa clase de mujeres que superan todas las barreras que nuestras sociedades les imponen. Esas mujeres se ubican como una referencia obligada para hablar del ambiente o de un periodo en la vida de sus sociedades. Por ello, a Pita Amor se la considera una mujer-mito.
¿Cómo llegó ella a esa categoría? Podría mencionarse un sinfín de cualidades, pero nos limitaremos sólo a algunas de las más sobresalientes: la fuerza de su exuberante personalidad, que la hacía distinguirse en cualquier ambiente; sus actitudes de fiera independencia frente a las convenciones sociales; su falta de respeto a los límites impuestos por la dominación masculina (es decir, su avanzado feminismo); su desafío abierto a cualquier regla que pudiera menoscabar su libertad; pero, por sobre todas las cosas, Pita Amor se singulariza por la calidad de la poesía que escribió; poesía que, además de su perfección formal, métrica y rítmica, posee, por decirlo de alguna manera, alma propia:
“Es mejor la locura, / la angustia, o el dolor, o la ansiedad / que la gris amargura / de saber con frialdad / que una misma fabrica su verdad”.
La obra de Pita Amor tuvo también algunos arrebatos místicos, de búsqueda de Dios, a pesar de su supuesto rechazo a los motivos religiosos:
“Dios, invención admirable / hecha de ansiedad humana / y de esencia tan arcana / que se vuelve impenetrable. / ¿Por qué no eres tú palpable / para el soberbio que vio? / ¿Por qué me dices que no / cuando te pido que vengas? / Dios mío, no te detengas / ¿o quieres que vaya yo?”
La vida de la poeta estuvo siempre llena de escándalos, provocados de manera consciente, para reafirmar, con toda su voluntad, la parte muy narcisista de su forma de ser:
“Soy vanidosa, déspota, blasfema; / soberbia, altiva, ingrata, / desdeñosa; / pero conservo aún la tez de rosa. / La lumbre del infierno a mí me quema / es de cristal cortado mi sistema. / Soy ególatra, fría, tumultuosa. / Me quiebro como frágil mariposa. / Yo misma he construido mi anatema. / Soy perversa, malvada, vengativa. / Es prestada mi sangre y fugitiva. / Mis pensamientos son muy taciturnos. / Mis sueños de pecado son nocturnos. / Soy histérica, loca, / desquiciada; / pero a la eternidad ya sentenciada”.
No faltó, en un tono de poco disfrazado machismo, quien afirmara que alguien –Alfonso Reyes según esas malas lenguas– le fabricaba sus poemas a Pita Amor. Sin mayores preámbulos, respondió con ironía de mujer:
“Como dicen que soy una ignorante / todo el mundo comenta sin respeto / que sin duda ha de haber algún sujeto / que pone mi pensar en consonante. / Debe de ser un tipo desbordante / ya que todo produce hasta el soneto; / por eso, con mis libros lanzo un reto, / burla burlando van trece adelante. / Yo sólo pido que él siga cantando / para mi fama y personal provecho, / en tanto que yo vivo disfrutando / de su talento sin ningún derecho, / y ojalá y no se canse sino cuando / toda una biblioteca me haya / hecho”.
A Pita Amor le encantaba ser el centro de las reuniones y llamar la atención a como diera lugar, pero en medio del torbellino que fue su vida, se dio el tiempo necesario para escribir los suficientes poemas para dar vida a varios libros, entre ellosYo soy mi casa, Polvo, Otro libro de amor, Décimas a Dios ySirviéndole a Dios de Hoguera.
En 1991, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México publicó en un solo volumen sus primeros libros. A partir de su desaparición física, este volumen es imprescindible para conocer a fondo la poesía de Pita Amor.
Tal vez la mejor referencia que exista de Pita Amor fue la ofrecida por el propio Reyes: “Nada de comparaciones odiosas. Aquí se trata de un caso mitológico”.
Desde luego, Pita Amor tuvo muchos enemigos, que fabricó sin cesar hasta el declive de su vida con sus desplantes y declaraciones injuriosas, pero a Pita Amor, a esta mujer-mito, la redime, y la eleva a las grandes alturas, su poesía; no “poesía femenina”, término al que seguro veía con indiferencia olímpica, sino poesía a secas, que se refleja hasta en el epitafio que se escribió a si misma: “Mi cuarto es de cuatro metros, / mi cuerpo mide uno y medio / y la caja que me espera / será el final de mi tedio”.
Es una lástima que la vida y obra de Pita Amor no haya trascendido los estrechos límites culturales y artísticos de México, pues su presencia, como mujer-mito, como poeta, con toda seguridad, pudo haber sido muy gratificante para quienes en el mundo aún creen en el placer de la poesía.
*EL AUTOR ES DIPLOMÁTICO MEXICANO Y DIRECTOR DEL INSTITUTO CULTURAL DE MÉXICO EN COSTA RICA.