“Los Salmerón” cerraron gran tarde musical en Tlalpan

El grupo de la 'Tierra Caliente' de
Guerrero, cerró con broche
de oro con una selección
de sones, gustos y foxtrots
Foto:
Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 19 de mayo de 2008. El sábado 26 de abril se realizó una más de las numerosas y espectaculares actividades del Quinto Festival Internacional Ollin Kan de las Culturas en Resistencia Tlalpan 2008. Este festival, no obstante las dificultades de toda índole que ha enfrentado en esta quinta edición y en las anteriores, se ha consolidado como uno de los más importantes de música y disciplinas afines que se realizan en el país.

Lo menos que se le puede agradecer es la oportunidad que brinda a todos los interesados para escuchar grupos de otros países y de calidad en vivo, que de otro modo serían inalcanzables. Y gratis. Vaya, un festival que ha crecido tanto que tendría que replantearse su ulterior desarrollo, pues esta ciudad y su público se merecen más calidad de audio y de foros, cumplimiento de horarios y de programación, mejor logística, más apoyo y coordinación en general… Un festival que, por su visión y misión, merece estar entre los mejores del mundo en su tipo, eso sí, cuidando todos los aspectos, es decir, México, creo, ya está a la altura para ofrecer dignamente este mosaico de la diversidad cultural del planeta.

Bueno, basta de rollo, y hablemos de lo nuestro, de nuestra propia diversidad. Decía que el sábado 26 de abril acudí al Centro de Tlalpan, donde por la tarde, a partir de las 17 horas, se presentó la Danza del Pochó, interpretada por jóvenes de Tenosique, Tabasco, la cual se caracteriza por las reminiscencias de culturas prehispánicas, la animosidad de los danzantes, la vistosidad de los atuendos y pieles y la música de tambor, que me recordó a los grupos de tamborileros de ese estado. Además, se dijo durante la presentación, representa la lucha del bien y el mal.

Luego siguió el grupo de danza folclórica Los Arturos, de Brasil, que, dijo una joven en portuñol, está integrado por 60 personas, pero esta ocasión sólo vinieron 19, por lo que los jóvenes tenían que danzar una coreografía y correr a cambiarse para la siguiente, lo cual hizo que el programa se alargara. Ellos bailan danzas con una clara y poderosa raíz africana, de gran belleza y colorido, así como de un sentido ritual. Como dijo Joao, uno de los miembros, “ser negro en Brasil ya es un acto de resistencia”.

Posteriormente, subió al escenario Akasán, un grupo de Haití, que traía varios músicos percusionistas, un bajista, un extraordinario danzante –en cuya espalda se leía la palabra “Vudú”– y cuatro cantantes, quienes cantaron varias canciones densas y de notoria profundidad; actuaron sólo media hora porque el tiempo se había venido encima y tenían que estar en el Multiforo Ollin Kan.

Finalmente tocó el turno a Los Salmerón, grupo de la Tierra Caliente de Guerrero afincado en el Distrito Federal, quienes cerraron con broche de oro esa noche, pues tocaron una selección de su amplio repertorio de sones, gustos y foxtrots, con lo que pusieron a bailar a varias parejas del público a un costado del escenario, a pesar de que no había tarima. Entre los temas que tocaron están “Dinastía Salmerón”, “La nopalera”, “La rabia”, “Mi violín”, “El guerrerense” y “Zirándaro”.

Por cierto, esa noche se encontraba entre el público el investigador de música y danza tradicional de México, el maestro Polo Palencia, a quien saludé con gusto, pues enfrenta estoicamente desde hace meses un problema de salud y se veía algo repuesto; él ha realizado una labor durante décadas en pro de nuestras tradiciones y se merece un gran homenaje. Deseo su total recuperación. También estaba ahí el periodista guerrerense Roberto Ventura Pérez, a quien Rigoberto Salmerón hizo un reconocimiento público por su labor de varios años, siempre en apoyo de su trabajo musical y de las tradiciones guerrerenses, sobre todo calentanas.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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